Panorama: Detrás de la guerra al virus, una batalla política
Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB
El complejo escenario sanitario, social y económico que se abrió como consecuencia de la pandemia de coronavirus que azota al mundo está siendo convertido, de manera descarnada, en un insumo de la cada vez menos sorda batalla que libran Axel Kicillof y un grupo de intendentes del peronismo por definir quién tiene el poder real en la provincia, o al menos en esa porción determinante de su devenir político que es el conurbano.
No es una pelea nueva, se inició antes de que las urnas transformaran al ministro estrella de Cristina Fernández en el gobernador menos esperado. Pero en los últimos días se intensificó. Un episodio, tal vez menor, lo demuestra. Cansado de ver impresos rumores sobre la falta de respuestas de su gobierno a los problemas, sobre todo de financiamiento, que enfrentan los alcaldes en medio de la pandemia, Kicillof los desafió en el chat de WhatsApp que comparte con ellos.
“Leo esto –escribió allí, palabras más o menos, el gobernador-, si alguno tiene estos problemas que manifiestan me los dicen y los conversamos. Y si alguien tiene pudor de hacerlo frente a otro, lo tratamos en privado”. Los juramentos de lealtad que recibió no cambiaron su convicción: la nota periodística que acababa de compartir, con críticas vertidas por alcaldes no mencionados por sus nombres, es parte de una operación más vasta.
Lo que Kicillof asume estar enfrenando es el segundo intento de un grupo de intendentes por torcer en su favor las relaciones de poder en la provincia. El primero, dicen en su entorno, se dio durante los días álgidos del primer vencimiento de deuda y la sanción de la ley fiscal. Ahora, añaden, se suma un objetivo que entonces no existía: preparar el terreno para culpar al gobernador si la situación sanitaria termina por salirse de madre en el conurbano.
A ese fin estarían subordinadas, temen en La Plata, las críticas que en sordina vierten los alcaldes sobre el accionar del ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan. También, el rumor sobre la imposibilidad de pagar sueldos que, aseguran, no refleja la realidad aunque sea cierto que hay dificultades. Es que solo un intendente, opositor y del interior, pidió un rescate para ese fin. En contraste, La Matanza tendría una plazo fijo de unos $ 6 mil millones sin tocar.
Hay una segunda cuestión que circula en el gabinete provincial. Detrás de la tensión que con los alcaldes, dejan traslucir, hay cierta frustración porque el gobernador se negó a aumentar de modo ilimitado ciertas partidas a las comunas y a relajar los controles sobre su uso, en algunos casos poco justificado. Y, además, debido a están saliendo a la luz algunas viejas trampas que estaban hasta ahora acostumbrados a hacer hasta ahora sin consecuencias.
Un ejemplo grotesco de lo anterior es la propuesta de un alcalde para comprar “a unos amigos de China” test rápidos para el coronavirus que no estaban, siquiera, aprobados por la ANMAT. Otro, el freno a la vieja práctica de inflar el número de camas en el sistema de salud local para mejorar indebidamente su porcentaje de coparticipación, que ahora se entorpeció porque debieron blanquear esos recursos para poder planificar su despliegue antes del pico de contagios.
Un tercer componente de la disputa se da en torno a la interlocución con Alberto Fernández. Hasta ahora, en todas las reuniones de crisis con el Presidente, las virtuales y las presenciales, los intendentes se toparon con la presencia incómoda del gobernador, una eventualidad que conspira contra los intentos de “puentearlo” que, en La Plata, atribuyen a los ministros Gabriel Katopodis y Mario Meoni.
Esa implicación de Fernández con Kicillof no es solo una cuestión de perspectivas de poder a mediano plazo, ya produce escenas concretas. Una, deliciosa, se dio hace unos días cuando en una reunión un alcalde se quejó de que las dificultades de caja le complicaban el pago del servicio de recolección de residuos. El Presidente, en acuerdo con el Gobernador, propuso estatizarlo: fin del dilema. Es que a muchos intendentes no les conviene que se investigue la propiedad de esas compañías.
Ese cruce de intereses no produjo, hasta ahora, chispazos públicos, salvo una mención de Gastón Granados, de Ezeiza, a los aterradores y descartados patacones, que con topa intención formuló ante un medio nacional. Pero tal vez haya que mirar mejor: el recorrido que el viernes por los comandos sanitarios de varios distritos del conurbano incluyó la jura por parte de sus comandantes de una inquebrantable voluntad de trabajo conjunto con la provincia. ¿Dime de qué –te obligan- a alardear y te diré de qué careces?
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