¿Qué pasa cuando inventamos alqo que podría durar para siempre?

Ésta es la historia de un ingeniero español llamado Benito Muros quien descubriendo las cosas que compramos están programadas para romperse decidió hacer algo que .

Por: Arq. Jorge Hugo Figueroa.

Tiempo de lectura estimado:  2:10 minutos    

  En los años 90, el ingeniero Muros vio un documental que habla sobre la obsolescencia programada de las cosas que compramos, éste documental:

  Inspirado por lo que vio y luego de haber viajado en el año 1999 a ver la lamparita centenaria (una lámpara que literalmente hace más de 100 años que está encendida) se decidió a inventar la suya.

  Toda una gran cadena de consecuencias trae aparejada la obsolescencia programada: por un lado está la gran contaminación que se produce al generar deshechos de materiales de los cuales muy pocos se pueden reciclar, compostar o reutilizar. Por otro lado se nos dice que es el único modo de evitar que el sistema capitalista no colapse, que los cientos de miles de familias que trabajan en la fabricación de éstos productos perderían sus puestos (con todos los daños colaterales que podemos imaginar).

  El ingeniero Muros comenta que por año se tiran 7 mil millones de lamparitas o bombillas, como le dicen en España y que ésta es una razón más que suficiente para llevar adelante éste invento.

  La lamparita inventada por Muros gasta un 90% menos que la tecnología del sistema incandescente (lámparas tradicionales), un 80% menos que las de bajo consumo y comparada con la tecnología led tradicional se consume un 25% menos.

  ¿Qué pasó cuando le ofrecieron el producto a los mayoristas (es decir, fueron al inicio de las cadenas de venta convencionales)? Simplemente le dijeron que no, y es que, según explica el ingeniero, no querían vender un producto que no tiene obsolescencia programada, algo que no se vence, que no está preparado para averiarse de forma casi irreversible a partir de determinado tiempo.

  No comprendieron que si bien se venden lámparas “para toda la vida” también se pueden vender los repuestos de éstas  (ya que claramente se pueden romper si se las golpeara fuerte, por ejemplo, pero las puede reparar el propio usuario).

  Además de las lámparas y sus repuestos, también se fabrican con la misma tecnología, artefactos de iluminación y señalización como semáforos, alumbrado público, etcétera.

  Así se vieron obligados a hacer llegar los productos directamente al cliente, municipios, etcétera, a través de plataformas como amazon (hay negocios específicos, volcados a la vida natural y demás que las estarían comenzando a ofrecer).

  Benito cuenta que el camino para, finalmente, vender sus productos no ha sido para nada fácil, partiendo de una entrevista que le hacen por la mañana a donde llevó su primer y único prototipo de lamparita y por la tarde ya había mensajes de haters diciendo que ya le habían comprado algunas lamparitas y se le habían roto en muy poco tiempo (cosa totalmente imposible ya que, como comentaba, aún no había salido nada a la venta). Aparentemente éstas no fueron las únicas acciones en la red, sino que se llegó a contratar gente en internet para que lo difamaran.

  Lejos de asustarse, Benito fue al ayuntamiento de Barcelona y se reunió con partidos políticos e instituciones para lograr demostrarles que había que legislar contra los “daños programados en los productos” para así poder proteger a los usuarios (que se iniciaron en los años 30). Si bien los resultados de esas charlas fueron alentadoras, al momento de la entrevista que le hicieron, no habían hecho absolutamente nada.

  El ingeniero necesitaba certificar su invento, pero en España no lo pudo hacer, por lo tanto tuvo que recurrir a la Unión Europea.

  Luego de mucho tiempo, sangre, sudor y lágrimas logró que la certificadora más prestigiosa de Europa le certificara sus lámparas como los primeros productos sin obsolescencia programada.

  Según palabras de Muros, cabe aclarar que no se busca terminar con el capitalismo, sino tener un capitalismo más moderado.

  Pese a haber logrado certificaciones y demás cosas, comenzaron a ejecutarse otras estrategias por parte del empresariado interesado en mantener la obsolecencia. La primera de ellas fue la de dos empresas catalanas que quisieron comprar la patente no con la finalidad de comenzar a vender el producto sino ¡todo lo contrario! (que es exactamente lo que hizo una empresa muy importante con el invento de Alberto Vázquez Figueroa. Le compraron la patente para que el invento para obtener agua potable casi gratis a partir del agua de mar “jamás viera la luz del Sol”.

  Después de un tiempo, Muros comenzó a recibir amenazas exigiéndole que cese en su intento por vender los productos hasta volverse todo tan violento que terminó haciendo las denuncias correspondientes.

  En caso que quieran/puedan comprar éstos productos sin obsolescencia programada pueden buscarlos por Light&life en google o directamente ir a los sitios web https://www.lightlife.com.mx/

  En caso que quieran ver una de las tantas entrevistas al ingeniero Muros, les comparto el link a continuación:

Abrazo digital.

Arq. Jorge Hugo Figueroa.

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