Advierten que habrá más mosquitos «Aedes aegypti» este verano
Así lo afirman investigadores de la Universidad Nacional de La Plata.
Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata advirtieron que para este verano se espera una mayor presencia del mosquito ‘Aedes aegypti’, el agente transmisor de los virus de Dengue, Zika, Chikungunya, y Mayaro; este último, de reciente incidencia en la región y con características similares a los anteriores. Los especialistas en vectores de la UNLP recomiendan “mantener todas las medidas de prevención y ataque contra el insecto, como única alternativa para evitar un agravamiento del problema”.
“El dengue llegó a la Argentina para quedarse”. Así de contundentes se muestran los científicos del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE), dependiente de la UNLP y el CONICET. Si bien durante el invierno, cuando las temperaturas descienden, el mosquito desaparece, sus huevos pueden sobrevivir por años a la espera de las condiciones climáticas propicias para eclosionar, dando nacimiento a las larvas y, consecuentemente, a una nueva generación de estos insectos.
Juan José García, investigador del CEPAVE, explicó que “las altas temperaturas junto con las lluvias que se anticipan para este verano generan el ámbito ideal para que se desarrolle el vector. A esto se suma que durante las fiestas y vacaciones existe mucho tránsito de personas desde y hacia países limítrofes, donde la enfermedad está más arraigada y se incrementan las posibilidades de contraer el virus”.
A partir de los estudios realizados por el CEPAVE, se logró establecer que en la provincia de Buenos Aires el mayor incremento poblacional de Aedes aegypti se da entre los meses de diciembre y abril.
Es que Aedes aegypti cuenta con una adaptación natural que resulta clave a la hora de instrumentar mecanismos de control de la enfermedad. Los huevos de esta especie de mosquito tienen la capacidad de pasar largos períodos de latencia; es decir que no eclosionan hasta que la temperatura media del ambiente no supere los 17 grados centígrados. Gracias a esta cualidad, los embriones pueden mantenerse con vida aún en lugares completamente secos a la espera de agua y calor. Una hembra puede poner un promedio de entre 100 y 120 huevos por ovipostura, hasta cuatro veces en su vida.
Si bien el dengue se había declarado erradicado de Argentina en 1963, desde 1989 la población del mosquito comenzó a expandirse de nuevo en la región. Científicos del CEPAVE detectaron su presencia en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad de La Plata en el año 1994. A partir de allí, este Centro realizó mediciones semanales de densidad y desplazamiento de las poblaciones de Aedes aegypti durante más de dos años. En el 2000 se presentó un informe detallado a las autoridades sanitarias anticipando que esto que vivimos hoy podía ocurrir”.
El especialista en insectos vectores de enfermedades explicó que “desde hace decenas de años se sabe que la distribución geográfica del mosquito va de los 35º de latitud norte hasta los 35º de latitud sur; de modo que era de esperar que el mosquito colonizara esta región si no se ponían barreras artificiales”.
Desde el CEPAVE insisten en que, hasta ahora, el mejor mecanismo para controlar la enfermedad es la prevención y educación de la población respecto a medidas personales tales como destrucción de los criaderos y protección contra la picadura de mosquitos de actividad diurna, incluso el empleo de mosquiteros, ropas protectoras y repelentes, espirales. En cuanto a los criaderos, lo común comprende recipientes naturales o artificiales en los que se deposita agua limpia, cerca o dentro de las viviendas, por ejemplo, neumáticos viejos y otros objetos como frascos, envases plásticos o floreros. La fumigación solamente es recomendada en los tratamientos focales donde ocurren casos de la enfermedad, para rápidamente reducir la densidad del vector y reducir el riesgo de dispersión del virus.
En los laboratorios de la UNLP se desarrollaron investigaciones en búsqueda de mecanismos de control biológico para erradicar al mosquito y, especialmente, a las larvas. Es decir, la utilización de enemigos naturales que permiten regular y controlar el crecimiento de las poblaciones de mosquitos.
Dentro de la gama de los patógenos, se descubrió un hongo llamado Leptolegnia chapmanii que, en las pruebas de laboratorio y de campo, ha demostrado tener una gran efectividad en la eliminación del mosquito. La ventaja de esta alternativa es que no afecta a otras especies animales ni vegetales.
Para espacios más grandes, como fuentes o piscinas, se ha demostrado la conveniencia de sembrar mojarritas; de hecho, con apenas un par de estos pequeños peces se puede controlar y erradicar las larvas de estos espejos de agua.
De todas maneras, los especialistas de la UNLP insisten en remarcar que “estos mecanismos de control biológico son de uso limitado y quedan restringidos a casos puntuales y específicos”.
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