Crónica de un fracaso anunciado


Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Después de la crisis mundial de los años treinta (la Gran Depresión), el modelo liberal fue erradicado de la faz de la tierra por ser considerado el responsable del descalabro económico que derivó en índices de desempleo de entre 30 y 40 % en varios países de Europa y en Estados Unidos.

Varias décadas después, en los años 70, desde la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago se reflotaron las ideas del liberalismo económico. Supuestamente, este resurgimiento venía sostenido por una serie de trabajos científicos y desarrollos matemáticos precisos que demostraban gran capacidad de predicción. Estas nuevas herramientas de análisis, este nuevo marco teórico, le otorgaban a las doctrinas liberales un mayor grado de estabilidad. Así, el “neoliberalismo”, fue imponiéndose nuevamente como alternativa económica.

Los propios ideólogos de esta nueva doctrina, explicaron que su implementación sólo sería posible a partir de medidas drásticas. Fueron ellos los que acuñaron el término “shock” con el que se define justamente ese conjunto de medidas que intentan crear una situación económica propicia para la inversión.

En nuestro país hubo cuatro intentos de aplicar estas medidas. La primera se registró durante el gobierno de Isabel Perón y entró en la historia como el “rodrigazo”, en honor a su mentor, el ministro de economía Celestino Rodrigo. Tras la muerte de Perón, el gobierno había caído en una severa debacle política que, sumada a ciertas restricciones que fueron impuestas en Europa para impedir el ingreso de carnes argentinas, derivó en una crisis socioeconómica grave. Las medidas de Rodrigo incluyeron una devaluación del 100%, un aumento de tarifas del 100%, un aumento de combustibles de 200% y, tal vez para atenuar el impacto, un aumento de salarios del 40%. Un año después la inflación había trepado casi al 1.000%.

El segundo intento de virar bruscamente la economía argentina hacia un modelo neoliberal se registró durante la dictadura militar. Bajo la gestión de Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía se produjo la caída más acelerada en el salario de toda la historia: en tres meses hubo una reducción del 40% en el poder adquisitivo de los trabajadores. Claro que en este caso, las medidas no solo obedecían a motivaciones económicas sino también a una clara decisión política del gobierno de facto en relación a destruir la industria nacional con el fin de quitar poder a los sindicatos y a la clase trabajadora.

Tanto o más que el primero, este segundo intento terminó con la destrucción de la economía, produjo grandes bolsones de pobreza, desocupación, deuda externa y un descontento generalizado que no terminó de estallar debido a la represión ejercida desde el poder de facto.

Esto no quita que haya habido un tercer intento: el de Menem y Cavallo a principios de la década del 90. En tal caso, si bien el gobierno había asumido el poder desde la legitimidad democrática, las condiciones para ejercer ese poder eran prácticamente dictatoriales, el fantasma de la hiperinflación estaba latente y la condición impuesta por Menem a Alfonsín, para aceptar hacerse cargo del gobierno antes de que culminara el período constitucional, había sido que el radicalismo votara en el congreso, durante los dos primeros años, a favor de todas las leyes económicas que el menemismo propusiera. Nunca hubo, en democracia, un presidente con semejante poder para disponer a su antojo cualquier medida. Por otra parte, estas políticas impulsadas paradójicamente por un gobierno peronista, sintonizaban perfectamente con el clima histórico de la época: caída del muro de Berlín, fin de la Guerra Fría, apogeo de las políticas neoliberales en la mayoría de los países de occidente. Tal vez no sea necesario ahondar aquí en detalles respecto a cómo finalizó ese período de nuestra economía.

El problema se le presentó a Macri cuando debió intentar por cuarta vez la imposición de medidas económicas de achicamiento de salarios, reducción de subsidios y ajuste de gastos. No había manera de simular una situación de shock en ese caso. El país venía de años de crecimiento económico a “tasas chinas”, con un “empoderamiento” de la clase trabajadora apenas comparable al del período 1945-1955, con una inflación controlada y con ocupación plena.

En “La caída”, ensayo publicado recientemente por Editorial Marea, Guillermo Levy analiza desde distintas perspectivas, no sólo la económica, el derrumbamiento del gobierno de Cambiemos. Una de las virtudes del ensayo de Levy radica en que, en lugar de centrarse específicamente en el período 2016-2019, analiza el gobierno de Macri en el contexto de los 40 años de democracia que se cumplirán en el momento en que su sucesor, Alberto Fernández, culmine su mandato. De este modo, “La caída” no solo nos permite acercarnos al pasado más reciente sino que ofrece una interesante y completa mirada de la evolución que han tenido todos estos años de democracia en la Argentina. La extrema rigurosidad de los datos y las estadísticas con los que el autor fundamenta sus observaciones confieren al texto una gran contundencia.

Otro de los aciertos del autor se presenta en el paralelo que traza entre los dos últimos gobiernos democráticos que intentaron poner en práctica políticas de corte neoliberal y el contexto global en el que ambos intentos se produjeron. Tal como se indica antes, el gobierno de Menem se acopló de manera armoniosa a una serie de cambios y transformaciones profundas que se dieron en el mundo en la década del 90. El gobierno de Macri, por el contrario, intentó moverse exactamente a contramano de las tendencias que se dieron en ese período a nivel mundial. La guerra económica entre EEUU y China, el Brexit, entre otros estímulos, alentaron a los países a adoptar cierta retracción en su vinculación con el capitalismo global, un incipiente retorno a posturas nacionalistas se vislumbraba en el horizonte justo cuando la Argentina decidía volver a reinsertarse en el mundo, atendiendo a una de las proclamas de campaña más recurrentes.

Para Levy, el gobierno de Cambiemos fracasa rotundamente en todos los aspectos, es el único gobierno de esta etapa democrática que se inició en el 83, que no puede esgrimir un solo logro. No hay un solo indicador económico, afirma el autor, que durante ese período haya, si no mejorado, al menos logrado mantenerse estable: todos los indicadores económicos empeoraron.

“La caída”, aunque pueda parecer esto una contradicción, es mucho más que un ensayo sobre la caída de Macri, es una obra imprescindible para revisar el camino que, con sobresaltos y con idas y vueltas, hemos recorrido los argentinos desde la recuperación de la democracia hasta el presente.

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