La columna delaltillo| “De cartón piedra”: historias con canciones

En esta columna en la que nos preguntamos adónde va a parar un libro cuando lo terminamos de leer, también hay lugar para las canciones y su contenido intangible.  Cuando las terminamos de escuchar ¿vuelve a despertar la conciencia de su autor? El escritor Guillermo Del Zotto propone una reseña con entrevista. Una mirada de la obra junto con la imaginaria presencia de quién la escribió o con alguno de sus personajes. Hoy “De cartón piedra”, de Joan Manuel Serrat.


-¿La canción la estaba esperando a usted o usted estaba esperando la canción?

-Un viejo artesano me hizo de papel maché. Como la tienda en la que estuve era de barrio, casi abandonada, los años me llevaron a conocer cada resquicio de la vereda. Muy poco frecuentada por suelas de zapatos. Siempre desde la vidriera, soñaba que algún cantautor doblaría por la esquina y me llevaría en versos a bailar un vals glorioso.

-¿Y quién apareció?

-Soñando con poetas, nunca me había fijado en él.  El dueño de las únicas suelas que visitaban aquella vereda. Es que sus zapatos no decían nada. El tampoco. Traje ajustado, corbata con nudo de tres años y solapas que tapaban sus orejas de alienado. En invierno. En verano.

Los zapatos, plantillas de papel de diario, solían demorarse en el tramo de la tienda. Y esa mirada. Y ese manotazo momentáneo en el corazón como diciéndome: en algún reino quiero que seas mía.

-¿Cómo se ve el amor desde su lugar?

Amar es siempre fantasía. Mi dueño me cambiaba de ropa. Es verdad que con el tul o las minifaldas, logró que alguno cruzara de la vereda de enfrente. Pero el que siempre veía mi interior, era él. Trajecito apretado, corazón desgajado, siempre me miró a la cara. Siempre en mis ojos su  mirada.

-¿Recuerda cuándo y cómo se encontró con él?

-Una noche que era de marzo, nuestra fantasía de años se consumó en cuatro minutos. Sería difícil explicar cómo abrazan los brazos cuando son de papel maché. Sé que sonaron campanadas en esa noche. Me enteré con el tiempo que se decía que habíamos hablado de adverbios, que habíamos hecho un poema con nuestros pasados. Algo de eso hubo,  pero sólo recuerdo los abrazos y el pecho contra pecho. Los huecos de cada pecho. También es mentira que llegó alguien. Nos separamos solos. Cuatro minutos fueron nuestra eternidad.

-¿Está conforme con la historia que se cuenta?

-Hubo, con el tiempo, un cantautor que escribió nuestra historia de amor. El pretende que el que rompió el vidrio fue él. No le quitaré esa mentira a la historia. También dice que ahora, en el loquero, lo visitan sus amigos de dos en dos. Nada dice mi canción del frío depósito donde duermo yo. Después del amor, por mas hecho de papel maché que uno esté, el frío también cala los huesos.


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