La más sublime de las inteligencias
Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)
“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no la más sublime de las inteligencias”. La cita, de Edgar Allan Poe, le da pie a Gustavo Ciuffo (Azul, 1973) para anticipar el capítulo central de “Una especie de insomnio”, su primera novela, publicada recientemente por Ediciones del Altillo.
Cuatrovientos, un pueblito perdido en la llanura, sirve de laboratorio para un experimento que pretende poner el mundo patas para arriba. ¿Por qué las minorías deben adaptarse a las imposiciones establecidas por el común de la gente y no al revés? Bruno Folder es un periodista de policiales de un diario capitalino. En medio de una severa crisis personal, que le impide dormir más de un par de horas seguidas, tiene que cubrir en Cuatrovientos un intento de fuga en el hospital neuropsiquiátrico.
Este no será un viaje más para el periodista. Un hecho completamente fortuito lo convertirá en protagonista de una historia y lo obligará a rectificar ciertas posturas respecto a su profesión, a su salud y a su futuro, a la realidad misma.
La atmósfera creada por el autor, uno de los mayores logros de la novela, oscila entre un realismo neblinoso teñido por la visión del insomne y el grotesco. El lector se siente forzado a seguir a Folder en ese letargo de sueño suspendido, entrecortado y resistente a las pastillas para dormir del que no puede salir. “La memoria…” reflexiona el protagonista, “…es la única forma que tiene el pasado para existir”. Un pasado que en este caso el protagonista lleva tozudamente aferrado a la conciencia, que se resististe a ese olvido al menos transitorio que ofrece el sueño, y que el autor hace navegar, con gran habilidad y casi hasta el final del texto, en la incertidumbre.
A lo largo de la trama, el autor nos presentará una serie de personajes extravagantes, y al mismo tiempo inolvidables, que amparados por la pasividad de un pueblo pequeño y alejado de las grandes ciudades, conservan aún una gran cuota de ingenuidad. Trama desarrollada completamente con la pampa como telón de fondo. Esa misma pampa tantas veces presente en la literatura argentina, caracterizada de manera excelente por el autor, quien parece desafiar: siempre se puede decir algo más sobre este desierto inconmensurable en el que nos tocó vivir.
La tensión va creciendo progresivamente a lo largo de las páginas. El autor nos conduce a paso cansino en un principio y luego nos propone ir aumentando el ritmo hasta terminar con la lengua afuera, aturdidos por esa insondable noche pampeana, por el insomnio y por la certeza de haber sido testigos de una revelación.
“D’Agostino entiende a la violencia como el único rasgo de humanidad que aún sobrevive en estado puro en todos nosotros. La violencia para nuestro literato no es gratuita, la considera el motor de la historia”. No son pocas las observaciones metafísicas de este tipo con las que Ciuffo concede a su novela una atracción adicional. Disparadores que fomentan la reflexión, que tienen la virtud de permitirle al lector observar la realidad desde otro costado.
A diferencia de otros escritores, Ciuffo no esconde sus influencias. Por el contrario, las agasaja en detalles que pueden parecer desestimables y aluden, por ejemplo, al Adán Buenosayres de Marechal. Aunque tal vez la reivindicación explícita resulte innecesaria en este caso. La concepción literaria del autor, ese juego metafísico-realista-grotesco, despierta reminiscencias inmediatas por El banquete de Severo Arcángelo, la otra gran obra de Marechal.
“Una especie de insomnio” es una gran novela. Entre muchos otros méritos, exhibe cierto desdén por fórmulas literarias de moda. Es una propuesta arriesgada. Exige, tal como debe ser, un esfuerzo de parte del lector.
Desde esta columna hemos resaltado siempre la importancia de editoriales que, como Ediciones del Altillo, ofrecen nuevas expresiones literarias. Expresiones muchas veces silenciadas o desestimadas por surgir del “interior” del país (esa abstracción desafortunada y anacrónica que pretende escondernos en el patio de atrás). Expresiones que al fin de cuenta resultan, y la novela de Gustavo Ciuffo lo confirma una vez más, tanto, o más necesarias quizá, que las que ofrecen las grandes editoriales.
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