1985. Núremberg en Buenos Aires

Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)
Para que las tres primeras juntas del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional terminaran siendo enjuiciadas y sus miembros, en prisión, tuvieron que darse una serie de azares o de situaciones imprevistas de manera encadenada.
Antes de llamar a elecciones y dejar el poder, los militares entendieron que debían acomodar un poco los papeles, borrar evidencias, limpiar la sangre salpicada y transar de alguna manera con el sector civil para salir indemnes del genocidio que habían orquestado. La estrategia que trazaron fue simple, casi obvia, básica. Pensaron en dejar el poder y llamar a elecciones a cambio del compromiso de no ser juzgados por los delitos cometidos durante la represión. Para llevar a la práctica esta estrategia, sólo había que ponerse de acuerdo con los peronistas. El peronismo había ganado, hasta ese momento, absolutamente todas las elecciones en las que se había presentado, nada hacía pensar que esta vez pudiera ser diferente. Es más, una de las razones por las que los militares debieron retirarse ―además de la crisis económica, el bochorno de Malvinas, la presión exterior― era justamente el poder sindical que, a pesar de haber sido diezmado por las políticas liberales de Martínez de Hoz, mantenía todavía cierta vigencia.
Como todos sabemos, ganó Alfonsín. Quien además había sospechado del pacto entre militares y peronistas y lo había denunciado en su campaña electoral. Así fue posible que los jefes militares de las juntas pudieran ser juzgados y encarcelados. Recientemente se estrenó la película Argentina, 1985, de Santiago Mitre, protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani en los roles de los fiscales Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo.
La primavera alfonsinista vivía sus días de gloria y marcaba uno de los hitos más importantes en nuestra historia reciente. El Nunca más deseado por la CONADEP se consolidaría por mucho tiempo.
Ese año, Juan José Saer publicaba Glosa, una novela donde la trama consiste en que dos amigos se encuentran de casualidad en una esquina de la calle San Martín, en Santa Fe, caminan juntos dos cuadras, charlan y luego se despiden. Tal vez, una de las muestras más evidentes del desdén que Saer sentía por el argumento o por la “anécdota”, tal como solía llamarles a los hechos que constituyen una historia.
Mientras tanto, desde el gobierno nacional se iniciaba una movida para destituir a Carlos Bilardo de la dirección técnica de la selección, algo que, por suerte ―como se comprobó después―, se pudo evitar.
En 1985 se grabaron varios álbumes importantes del rock argentino. Los más destacados fueron Rockas vivas de Miguel Mateos/Zas (disco que justamente se presentará en Olavarría próximamente en conmemoración de sus cuarenta años), Nada Personal, de Soda Stereo, Los Abuelos en el Ópera, de Los Abuelos de la Nada, Locura, de Virus, Giros, de Fito Páez y, nada más, ni nada menos, que Gulp!, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
La seguimos el año que viene, quiero decir el domingo próximo, un año en el que un hecho de tan solo 10,6 segundos nos cambiaría, para siempre, la vida a muchos argentinos.