Un triángulo virtuoso

Escribe: Carlos Verucchi.


Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

A pesar de haber sido propuesta en la década del 70, la política de desarrollo científico y tecnológico conocida genéricamente como “triángulo de Sábato” sigue en permanente vigencia. Jorge Sábato, un físico argentino que tuvo participación en los inicios de la Comisión Nacional del Energía Atómica, conjuntamente con el divulgador Natalio Botana (sobrino del periodista uruguayo fundador del diario Crítica en Argentina) publicaron (paradójicamente en tiempos de Onganía) un artículo en el que diseñan un modelo de gestión de la ciencia y técnica que con el tiempo se volvería clásico.

La idea de Sábato se sostiene en la necesidad de que el Estado participe activamente en el entramado productivo de alto valor agregado. El modelo, representado simbólicamente por un triángulo equilátero, sitúa al Estado en el vértice superior. Los vértices inferiores son ocupados por el sector productivo y la universidad respectivamente. La idea consiste en que el Estado tome la iniciativa convirtiéndose en un cliente genérico que demanda un producto determinado. Dicho producto debe ser elegido estratégicamente en virtud de la dirección que se quiera darle al crecimiento económico del país. Una vez que el Estado demanda un producto o servicio, y se compromete a garantizar una compra o contratación por determinado tiempo, las empresas privadas se sentirán tentadas a postular como oferentes. Dado que el producto o servicio que se demanda es de muy alto valor agregado, las empresas se verán en la obligación de subcontratar o de acudir al sistema científico tecnológico (universidades) con el fin de poder satisfacer la demanda.

Los beneficios son múltiples, el Estado dispondrá de un producto de exportación de alto costo que le permitirá recuperar la inversión inicial, las empresas que participen del proyecto adquirirán una alta experiencia que podrán aprovechar para el desarrollo de otros productos y los investigadores de las universidades habrán direccionado sus esfuerzos hacia un fin concreto y viable.

En las últimas décadas varios experimentos basados en esta idea han sido llevados a cabo. Los más conocidos son los canalizados a través de INVAP. En este caso el Estado crea una empresa que demanda tecnología de punta para la construcción de satélites, radares, reactores nucleares para uso médico ente otros. Una importante cantidad de PYMES se prestan a responder a esas demandas (generalmente en forma parcial, es decir, proveen a INVAP de partes o componentes de cada producto), esto hace que tales empresas desarrollen una capacidad que posteriormente puede utilizarse con otros fines productivos. Dada la alta complejidad de los productos que se desarrollan, resulta imprescindible el aporte sistemático del sistema científico tecnológico, esto es, investigadores de universidades nacionales, CONICET, CONEA, etc. En este caso puntual el principal aporte fue realizado desde el Instituto Balseiro.

Hoy por hoy, INVAP es una empresa estatal que se auto sostiene y origina ganancias. Pero ese beneficio es sólo parcial, a esto hay que agregarle, tal como se indica antes, el impulso significativo que el proyecto brindó al sistema científico (ponderado a través de patentes, artículos científicos, tesis de postgrado desarrolladas, incremento súbito de la cantidad y capacidad de científicos, etc.) y al sistema productivo: importante número de PYMES que alcanzaron una madurez tecnológica significativa y dieron empleo altamente calificado a muchos profesionales y técnicos.

Una experiencia similar es la de NASA (Nucleoeléctrica Argentina S.A.), empresa estatal que puso en marcha la central de Atucha II y se posiciona actualmente como una competidora de las escasas empresa que a nivel mundial pueden desarrollar proyectos de centrales atómicas de potencia. Iniciativa que ha originado un fuerte lobby por parte del gobierno norteamericano para que el proyecto sea abortado. (https://www.pagina12.com.ar/423362-el-lobby-estadounidense-para-bloquear-la-produccion-de-energ).

Otro caso concreto en esta dirección es la sociedad formada por YPF y CONICET conocida como Y-TEC. Y-TEC promueve el desarrollo de emprendimientos productivos en torno a la explotación de gas y petróleo, de energías renovables, etc.

Mucho después de haber sido propuesto, el modelo de Sábato está dando frutos más que significativos. Estas experiencias son ahora las verdaderas “joyas de la abuela” para nuestro país. Proyectos que de ninguna manera deberían menguarse sino por el contrario incentivarse y replicarse tantas veces como sea posible.

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