1987. Los distintos significados de pintarse la cara

 

Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

A la primavera alfonsinista le asomaron los primeros nubarrones. Después de tres años de gobierno, el radicalismo comenzó a sentir el desgaste propio de las presiones en los distintos frentes, el económico, el sindical y, sobre todo, el militar.

Durante la Semana Santa de ese año se produjo el levantamiento “carapintada” de un sector del ejército encabezado por el Teniente Coronel Aldo Rico que terminó con una promesa, de parte del presidente, de aligerar la avanzada judicial contra los militares que habían participado de la represión. Esa promesa derivó con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.

Estas leyes le quitaron a Alfonsín la posibilidad de mantener una de las banderas que más reputación le habían dado.

En cuanto a Aldo Rico, quien posteriormente se dedicó a la política y ocupó variados cargos legislativos y ejecutivos, entre otros el de Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires durante la gobernación de Carlos Ruckauf, creo que el tiempo lo fue poniendo en el lugar que merece en nuestra historia. Los pueblos con más tradición guerrera, no admiten que un oficial vuelva derrotado de la guerra. Los oficiales alemanes se hacían matar antes de entregarse a los Aliados. Sin llegar a este extremo (siempre consideramos la guerra como un desatino y hacerse matar una ridiculez), digamos que su participación en Malvinas, no le otorgan a Rico méritos como para salir a dar clases de moral y patriotismo. Si alguna vez gozó de cierta popularidad por su histriónico y exasperante machismo, hoy, visto en perspectiva, apenas si se le puede asignar el rol caricaturesco de último exponente de una camada de militares que le hicieron mucho daño al país confundiendo la función que deben desempeñar en una República.

En las elecciones de octubre, el peronismo volvió al triunfo y, además de equilibrar la cámara de diputados, obtuvo la gobernación de provincias claves. Como el caso de Buenos Aires, donde Antonio Cafiero se impuso a Juan Manuel Casella, candidato del oficialismo.

Mientras tanto, Soda Stereo sacó su nuevo disco Ruido blanco y, en las antípodas de las preferencias musicales de ese tiempo, Los Redondos grabaron Un baión para el ojo idiota.

El famoso Rosario Central de Ángel Tulio Zof obtuvo el torneo 86/87 con la magia que le ponía el Negro Palma al equipo.

La producción literaria de aquel año no fue muy abundante en argentina, después del aluvión de títulos que sobrevino a la democracia, se iniciaría una etapa breve de escasa agitación intelectual.

Como adelantara el domingo pasado, en el año 87 me tocó la conscripción en el Regimiento de Caballería de Olavarría. La sublevación de Semana Santa de la que habláramos antes, surgió de cuadros intermedios del ejército, sobre todo Tenientes Coroneles de Infantería de Campo de Mayo. Los oficiales de Estado Mayor se mantuvieron leales al gobierno. Esa experiencia me permitió ver desde adentro (a partir de la escasa información que podía llegarle a un mero soldado) cómo se definen los levantamientos o los golpes de Estado. Como suele pasar también en política, muchas unidades del Ejército se mantuvieron a la expectativa para saber de qué lado les convenía colocarse ante un posible conflicto. La decisión no se tomaba tanto por convicciones o ideologías sino a partir de intuir qué bando sería el ganador.

Hasta el domingo o hasta el año que viene.

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