A 30 años de la noche de los 100 tornados, un fenómeno que provocó serios destrozos en Olavarría
Este jueves se cumplieron 30 años de la denominada «Noche de los 100 tornados» que azotó una franja de 4000 kilómetros cuadrados que incluyó al partido de Olavarría.
Ese día se registró una muy baja presión atmosférica de acuerdo al registro de la estación meteorológica de Olavarría (731 mm) y el partido quedó en el camino de una serie de tornados que arrancaron en el oeste de la provincia de Buenos Aires y culminaron en el mar: entre Mar del Plata y Necochea.
En Línea Noticias dialogó con María Luisa Altinger quien realizó junto a María Gabriela de Carli un estudio minucioso de este fenómeno meteorológico que dejó su huella en muchas ciudades de la provincia.
En ese sentido Altinger señaló que el fenómeno afectó 4000 kilómetros cuadrados y que la intensidad de los tornados fue de entre F1 y F3. «Esto significa que, el F1 desplaza la cobertura de los techos, desplaza los vehículos, vuelca casillas rodantes y se registran vientos de entre 116 y 180 kilómetros por hora. El F3 registra vientos entre 251 y 330 kilómetros por hora y provoca destrucción de viviendas, levanta autos, los desplaza por cierta distancia y arranca árboles de raíz.»
«La tormenta se registró desde Pehuajó hasta Mar del Plata y Necochea por una extensión de 500 km y un ancho de 100 km. Recuerdo que íbamos por la ruta 226 en el auto y eran las franjas de los tornados eran fácilmente identificables.»
Imágenes gentileza: Martín Camino.
En el trabajo de campo que realizaron Altinger y De Carli se señala que, «La región sobre la cual se trasladó la tormenta se extiende desde el partido de Pehuajó hasta la costa atlántica entre Necochea y Mar del Plata, sobre una longitud de 500 km y un ancho medio de 100 km. Sobre esa región los daños ocurrieron a lo largo de franjas de 1.000 a 2.000 m de ancho orientadas de noroeste a sureste.»
«Seis de estas franjas son identificables a lo largo de 300 km. Por ejemplo, una que atraviesa la ciudad de Pehuajó es la misma que se observa sobre el borde nordeste de San Carlos de Bolívar y que continúa hacia la localidad de Espigas, afecta la rotonda de las rutas 3 y 226 en Azul y es identificable hasta Tandil donde se confunde con otra franja que se extiende casi paralela originada unos 20 km al norte de Pablo Acosta.»
Altinger señaló a En Línea Noticias que, «El daño era tan claro que no fue difícil hacer el trabajo que hicimos, en Olavarría ingresó por el suroeste impacto en la zona de Villa Alfredo Fortabat.» Ocasionó fuertes daños en el ex aeroclub sobre ruta 51, en la ciudad se cayeron las antenas de FM 90, de Bomberos Voluntarios y de Ferrosur. En Sierras Bayas cayó una gran antena de SIBATECO.
«No hubo otra tormenta de éstas características en los últimos 30 años en la provincia.»
La noche del martes 13 de abril de 1993 quedó para siempre en la memoria de miles de olavarrienses. Luego de un día templado de otoño, sobre la zona central del país predominaban condiciones cálidas, húmedas y muy inestables. La llegada de un frente frío desde el sur aportaría los ingredientes finales para que se desencadenara la tragedia.
Alrededor de las 20 horas comenzaron las tormentas sobre Pehuajó, con lluvias intensas y mucha actividad eléctrica, el sistema comenzó a moverse rápidamente hacia el sudeste de la provincia.
En su avance, comenzaron a formarse decenas de tornados, que en apenas 3 horas y en plena noche, cruzaron toda la provincia de Buenos Aires hasta la costa atlántica, entre Mar del Plata y Necochea, destrozando todo a su paso.
Al día siguiente, la provincia amaneció con un panorama desolador. Entre los vecinos y en las radios se hablaba de 300 tornados. Las pruebas estaban a la vista: voladuras de techos, postes caídos, árboles arrancados de raíz, cortes del suministro eléctrico, galpones destrozados y 56 torres de alta tensión derribadas.
De noche es difícil identificar tornados. El típico cono que normalmente vemos está compuesto de la tierra y escombros que el viento levanta a su paso y que es visible al ojo humano sólo si hay alguna fuente de luz que lo ilumine o genere el contraste suficiente.
Así que, sin evidencias visuales, para saber si existió o no un tornado, se debe recorrer la zona y observar algunas características puntuales. Por ejemplo, a diferencia de los vientos intensos asociados a una tormenta, los tornados dejan a su paso una huella de destrozos bien definida, y los fierros y chapas quedan distribuidos con orientaciones opuestas a cada lado de su recorrido. A pocos metros de la traza no suele haber grandes daños.
Agradecemos a Alicia Pucciarelli y María Luisa Altinger
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