¿Cómo triunfar siendo la peor?
Florence Foster Jenkins, profesora de piano y la peor cantante de ópera de la historia.

Por: Arq. Jorge Hugo Figueroa/ Tiempo de lectura estimado: 3:00 minutos
Tenemos el precepto que, para tener éxito en algo debemos ser al menos, “buenos”, en lo que hacemos. Sin embargo, esto no siempre es así, justamente, a veces, ser verdaderamente el peor en algo puede que nos haga triunfar. Florence nació en 1868, en una familia de una millonaria posición económica. Siendo pequeña mostró unas cualidades excelentes para el piano llegando a dar conciertos a los 8 años. Su fama llegó tan lejos que siendo niña llegó a tocar para el presidente de los Estados Unidos en la propia casa blanca. Sin embargo sus padres le prohibieron terminantemente que se dedicara a la música, que pudiera pensar en ganarse armarse una vida musical.

En el año 1885, Florence se casó con un médico llamado Frank Thorton Jenkins, sin embargo en 1916 se separaron. Cuando murió su padre recibió su parte de la herencia y así pudo dedicarse a dar clases de piano y tomar clases de canto (aunque ya se notaba que la naturaleza no le había otorgado la misma facilidad en su voz que la que le dio para ejecutar su instrumento).
Habiendo tenido un accidente en una de sus manos se le hizo imposible seguir tocando el piano. Por esos tiempos conoció a un actor llamado Clair Bayfield, un actor con muy buenos contactos en el ambiente del espectáculo de Nueva York. Éste se convertiría en su pareja, su agente y muchos años después, su único heredero.
De a poco, Florence comenzó a formar parte del ambiente musical de Philadelphia y luego de Nueva York, creando y financiando el llamado “The Verdi Club” desde el que financiaría a jóvenes talentos y donde recibiría a gente de muy poder económico.
En 1928 fallece su madre, con lo cual terminó por heredar una fortuna aún mayor, consiguiendo así fondos para poder desarrollar nuevos proyectos.
Como decía antes, ya había emprendido una serie de recitales los cuales eran destruidos desde la crítica dado que, con justa razón, Florence carecía de toda sensibilidad al momento de interpretar vocalmente una melodía, no era capaz de dar con siquiera una nota y así, dicen que “Daba la sensación que la armonía de la música clásica iba por un camino que Jenkins ignoraba por completo. Bien podría no haber habido un acompañamiento musical porque no había lazo entre lo cantado y el resto de los instrumentos musicales”.
Sin embargo Florence hacía caso omiso a las críticas y el público, lejos de rechazarla concurría muy interesado a sus presentaciones. Y aquí, otra excentricidad de Florence, no le vendía la entrada a cualquier persona. Antes, se encargaba personalmente de charlar con estas y si todo iba bien, pues entonces si realizaban la venta.
Aquí puede oírse algunas de sus interpretaciones:

Se cree que la gente iba hasta por una cuestión de morbo, por el hecho de ir a ver a alguien de quien ya se decía que era la peor cantante lírica de la historia. Sin embargo había un pequeño truco; Florence tenía un carisma espectacular y las personas se divertían muchísimo en sus presentaciones. El pianista, Cosmé Mc Moon, solía hacer caras graciosas a espaldas de ella y de ese modo tenían una velada estupendamente graciosa.
Si en las óperas se le suelen arrojar flores al escenario a los cantantes como muestra de orgullo, asombro y afecto, en el caso de Florence, era ella quien les arrojaba flores a los espectadores, mientras usaba extravagantes vestidos (entre los que se incluía uno al que le había unido un par de alas en su espalda, vestido llamado “El ángel de la inspiración” y que hoy luce en una de las fotos más clásicas de ésta genial artista).
Gracias a un canal de youtube podemos ver éstos films recuperados de sus espectáculos:
En el año 1943, tuvo un accidente mientras iba en taxi a dar uno de sus conciertos. Afortunadamente no sufrió ningún daño. A la semana, el taxista recibió una caja de habanos de primera calidad junto a una nota que decía “gracias a usted me di cuenta que podía lograr un “fa” más alto en mis alaridos”.
Como su carrera siguió en ascenso, en el año 1941 comenzó a grabar los 5 discos que perduran hasta ahora.
El 25 de octubre de 1944 decidió romper con la tradición de elegir personalmente a quienes podían comprar las entradas para ir a verla y eligió el célebre Carnegie Hall (un escenario enormemente mayor al famoso teatro Colón) para dar un concierto multitudinario al que se podía concurrir libremente. Las entradas se agotaron en sólo unas semanas. Habían ido estrellas famosas de la época, políticos, críticos, músicos, público en general, en síntesis, fue “todo el mundo”. El teatro estaba absolutamente colmado.


El espectáculo fue con el mismo repertorio habitual, lleno de excentricidades que fueron la delicia del público y al terminar, todos la ovacionaron al unísono.
Había alcanzado la cúspide de su carrera musical.

Un mes después, el 26 de noviembre de 1944, sufrió un infarto y falleció.
Se hizo una película sobre su vida y la interpretó la actriz súper consagrada Meryl Streep, junto con Hugh Grant y otras grandes estrellas. El siguiente es el trailer (la película es muy buena).
Sus restos descansan en un mausoleo familiar, pero sus filmes y grabaciones siguen causando sorpresa, horror y gracia, manteniendo el pulso vital de un alma joven.
Una de sus frases que han atravesado el tiempo hasta nuestros días es “La gente puede decir que no sé cantar pero nadie podrá decir nunca que no canté”.
Arq. Jorge Hugo Figueroa.

Los comentarios están cerrados.