Cuando las multas forman parte de la inversión
Análisis breve sobre aquellos emprendimientos que por contar con un gran respaldo económico son llevados adelante con un absoluto desprecio por la vida del común de la sociedad.
Por: Arq. Jorge Hugo Figueroa. Tiempo de lectura estimado: 3:30 minutos
Alguien dijo alguna vez: “Somos todos iguales pero algunos son más iguales que otros”. Con ese pesar en mi mente, entre protestas por el ruido insoportable acosté a mis hijos y resignado me fui a tratar de dormir.
De entrada nomás, quiero decir que no se trata acá de hablar sólo de lo que pasó en la fiesta del fin de semana pasado que no dejó descansar a una enorme cantidad de población olavarriense, también pasa por un sistema que permite o le hace las cosas más fáciles a aquella institución o persona que cuenta con el aval del poder garantizado, muchas veces por un respaldo económico.
Nos decían en la facultad “un urbanismo hecho en base a excepciones no es urbanismo” y es que, claramente, cuando se concede la excepción a cambio de “una donación” se marca una diferencia entre el que puede entregar al poder un terreno, por ejemplo, y los que no lo pueden hacer. Entonces… ¿es verdad que si tenemos el recurso económico y la proximidad a la casta política nos podremos dar ciertos lujos?
Cuando le ponemos precio a una transgresión, inmediatamente le ponemos precio a todo, porque sólo se trata de establecer las equivalencias y en ese panorama los de menor poder adquisitivo no podrán acceder a esos “beneficios”. Así es que, como dicen los yanquis, “el dinero es el que habla” o en la obra Cabaret “la guita pone el mundo a andar”.
Si la aplicación de multas forma parte de la ecuación es mala la cosa. Y al otro día, tendremos la sensación que se ha “hecho justicia”, que básicamente es lo que sentimos cada año, pero… ¿en verdad se la pudo aplicar?. En una ganancia muy conservadora de 50 millones de pesos, ¿cuál debería ser la multa para que no se vuelva a repetir el hecho?
Esto que quería contar es tan sólo para pensar entre todos si es justo que lo que define una usurpación, por ejemplo, sea la capacidad de negociación económica. Si se puede o no afrontar la donación de diversos muebles, inmuebles, etcétera para hacer casi lo que se quiera.
Hay casos como los emprendimientos, totalmente respetables a prima facie, como diversos pubs que tornan la vida insoportable para todos los vecinos que los rodean y contra los cuales hay centenares de denuncias pero que no tienen efecto.
Porque al final triunfa la prepotencia económica de “un puñado de apellidos ilustres”.
Que mejor que empezar un nuevo año pensando en porque es tan fácil decirle chorro, ocupa o usurpador a alguien de bajos recursos que a otros que hacen lo mismo, pero a gran escala y que ostentan relaciones cercanas con el dinero y el poder. No hablo sólo a escala local, también a escala nacional e internacional, que, a ver la hipocresía acompaña al humano desde hace mucho.
Si queremos una sociedad más justa o igualitaria debemos cada uno de nosotros ser más justos e igualitarios, porque si bien es cierto que transgrede el que vende, también es cierto que necesita de un cómplice necesario que es el que paga.
¿Porqué alguien tiene que padecer a costa mi momento de felicidad?
¿Será porque en las fotos de los brindis, a los que les jodemos la vida no aparecen?
Arq. Jorge Hugo Figueroa.
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