¿Cuánto hace que no haces algo porque “querés”?.
Una respuesta que parece muy simple pero que en realidad despierta rechazos en el entorno.
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Situación: Una persona te pregunta “¿Por qué estás pendiente del clima?” y la otra persona responde “porque quiero”, o si Fulano pregunta “¿Por qué dibujas con lápiz?” y Zutano o Mengano, responde: “porque quiero”, es probable que el que pregunta se pueda sentir ofendido (ya me veo que justo hay un lector que tenga uno de éstos 3 nombres genéricos y me cuestiona, jajajajj).
¿Por qué sentirse ofendido cuando la respuesta “porque quiero” es la más clara y transparente del mundo?
Quizás se deba a que se necesitan más razones, algo más intelectualizado al deseo orgánico de “querer”. Y si bien es cierto que desde el psicoanálisis se puede averiguar porque determinado sujeto quiere tomar tal decisión o incluso durante un interrogatorio salvaje se podrá lograr que Mengano cuente las razones de su querer, siempre las dichas razones le servirán más al otro que al que quiere.
Si Mengano se sintiera afectado por ese querer (supongamos que se encontrara en una relación tóxica), pues el conocer ¿porqué “quiere” seguir adelante con su pareja? le terminará sirviendo para romper con ese círculo vicioso que al final lo terminará destruyendo.
Pero lejos de una cuestión de salud, las razones son siempre válidas para el otro, al otro u otra le sirven, no al que “quiere”.
Ahora bien, acaso no preguntamos ¿querés un… helado? (supongamos), si el otro responde “si”, quien lo ofrece no responderá con un “¿Por qué?” ya que intuirá que la respuesta seguramente, aunque mentirosa, será “porque me lo ofreciste vos” (cuando en verdad siempre estuvo oculto el deseo, un “porque quería”).
Siento que, quien más, quien menos, en el día hace decenas de cosas porque “quiere”, pero el miedo a herir los sentimientos de quien nos pregunta hace que lo ocultemos, que lo disfracemos con cientos de razones (incluso con aquellas en las que ni siquiera creemos).
En algunos ámbitos la simple apelación del “querer” es más que suficiente y hasta es casi la respuesta formal, como cuando te estás casando y el cura pregunta “¿Aceptas a …………… como legítima esposa?” a lo que casi seguro responderemos “Si, quiero”. Y no creo que vaya a saltar algún desubicado a preguntar “¿si pero porqué querés?”.
Arq. Jorge Hugo Figueroa.
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