El Vaticano cerró un extenso debate teológico y concluye que concluye que la Virgen María no es «corredentora»


El Vaticano publicó este martes un extenso documento titulado Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación, en el que exhorta a evitar el uso del título de “Corredentora” para referirse a la Virgen María.

“Teniendo en cuenta la necesidad de explicar el papel subordinado de María a Cristo en la obra de la Redención, es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María”, señala el texto, de más de 50 páginas, aprobado por el Papa León XIV el 7 de octubre, memoria litúrgica de la Virgen del Rosario.

El documento lleva también la firma del Cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y de Mons. Armando Matteo, secretario de la Sección Doctrinal de este organismo del Vaticano.

Según se explica el objetivo es ofrecer una clarificación teológica sobre ciertos títulos y expresiones marianas que, con el paso del tiempo, han suscitado debates dentro y fuera de la Iglesia.

Se trata, dice el texto, de profundizar en los adecuados fundamentos de la devoción mariana, “precisando el lugar de María en su relación con los creyentes, a la luz del misterio de Cristo como único Mediador y Redentor”.

En coherencia con esta línea, el documento del Dicasterio subraya que “reconocer el papel singular de María no significa colocarla en un plano paralelo a Cristo”, sino comprender su misión en dependencia total de Él y al servicio del misterio de la Encarnación y la Redención.

El documento advierte, por otro lado, sobre la proliferación de “grupos de reflexión mariana, publicaciones, nuevas devociones e incluso solicitudes de nuevos dogmas marianos” que, si bien surgen del fervor de muchos fieles, “no presentan siempre las características propias de la devoción popular genuina”.

En algunos casos, añade, “proponen un determinado desarrollo dogmático y se expresan intensamente a través de las redes sociales, despertando, con frecuencia, dudas en los fieles más sencillos”.

Por ello, el documento busca ayudar a discernir en qué sentido algunas de estas expresiones responden a una devoción mariana genuina e inspirada en el Evangelio, o en qué sentido “otras deben ser evitadas porque no favorecen una contemplación adecuada de la armonía del mensaje cristiano en su conjunto”.

Término confuso que “se vuelve inconveniente”

El Dicasterio considera asimismo que el título de Corredentora “corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo” y, por tanto, “puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana”.

El Vaticano justifica de varias maneras esta decisión. Por ejemplo, indica que, cuando una expresión “requiere muchas y constantes explicaciones para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente”.

El texto también hace un repaso histórico del uso del título de “Corredentora”. Explica que “aparece en el siglo XV como corrección a la invocación de Redentora (abreviación de Madre del Redentor) que María venía recibiendo desde el siglo X”.

Durante la primera mitad del siglo XX, la teología mariana profundizó en el sentido de la cooperación de María en la Redención, lo que llevó a un uso más extendido del término Corredentora. Sin embargo, el Concilio Vaticano II optó por no emplearlo, “por razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas”.

Aunque San Juan Pablo II utilizó la expresión en varias ocasiones —al menos siete—, lo hizo en un contexto espiritual, subrayando el valor del sufrimiento ofrecido junto al de Cristo, al cual se une María sobre todo en la cruz, según refiere el documento.

No obstante, el texto deja claro que en 1996, el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Joseph Ratzinger, que sería después el Papa Benedicto XVI, rechazó una petición del movimiento Vox Populi Mariae Mediatrici que solicitaba la definición de un dogma sobre María como Corredentora o Mediadora de todas las gracias. “La fórmula Corredentora se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patrística y, por tanto, provoca malentendidos”, confirmó seis años después, en 2022.

El texto cita también al Papa Francisco, quien en al menos tres ocasiones manifestó su rechazo a este título.

Prudencia en el uso del concepto de “Mediadora”

Por otro lado, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe analiza también el concepto de María como Mediadora e invita a ejercer “especial prudencia” en el uso de este término.

El Vaticano es contundente y subraya que “Cristo es el único Mediador”. De este modo asegura que el papel del Verbo encarnado “es exclusivo y único” y que, por tanto, cualquier aplicación del concepto de mediación a María debe entenderse de modo estrictamente subordinado y participativo.

Ante tal claridad en la Palabra revelada, se requiere una “especial prudencia en la aplicación de esta expresión, Mediadora, a María”, se lee en el texto.

Así, el Vaticano frena la tendencia a ampliar los alcances de la cooperación de María y precisa “sus límites” porque “no podemos hablar de otra mediación en la gracia que no sea la del Hijo de Dios encarnado”.

Como en el caso anterior, el texto ofrece un recorrido histórico sobre el origen y la evolución del título de “Mediadora”. Entre 1921 y 1950, explica el Vaticano, se desarrolló una importante reflexión teológica sobre el tema, que alcanzó su madurez durante la fase preparatoria del Concilio Vaticano II.

Sin embargo, el Concilio no declaró nada en términos dogmáticos sobre la mediación mariana, y prefirió ofrecer una visión de conjunto sobre el papel de María “en el misterio de Cristo y de la Iglesia”.

El documento doctrinal cita la afirmación bíblica que sustenta la fe cristiana sobre la mediación exclusiva de Cristo. A partir de esta convicción, el documento recuerda que “las consecuencias de la unión hipostática —la unión de la naturaleza humana con la divina en Cristo— sólo pueden aplicarse a Él”.

En consecuencia, “no se puede hablar de una mediación paralela a la suya”, sino de formas de cooperación participada.

María, cooperadora en la Encarnación y en la fe

En todo caso, el Vaticano reconoce que, en un sentido profundo y singular, María desempeñó una auténtica mediación al hacer posible la Encarnación del Hijo de Dios.

Asimismo, el documento recuerda su intervención en las bodas de Caná, donde María presenta la necesidad de los esposos y conduce a los sirvientes a seguir las palabras de Jesús, un gesto que el texto califica como “una forma de mediación subordinada y maternal”.

El texto introduce un concepto clave para comprender la relación entre Cristo y María: la “mediación participada”. Esta expresión subraya que Cristo, siendo el único Mediador, permite que otros —y especialmente María— participen en su obra de salvación.

“Cristo posibilita diversas formas de participación en el cumplimiento de su proyecto salvífico porque, en la comunión con Él, todos podemos ser, de alguna manera, cooperadores de Dios, mediadores unos para con otros”, afirma el Vaticano y recuerda que toda la grandeza de María procede de Cristo y que su misión no se comprende sino en relación a Él.

“Ella estuvo unida a Cristo desde la Encarnación hasta la cruz y la Resurrección de un modo exclusivo y superior a cuanto podría ocurrir con cualquier creyente”, se lee en el texto.

El Vaticano advierte que cuando se intenta atribuir a María “funciones activas paralelas a las de Cristo” se pierde de vista su verdadera grandeza: “la de haber sido completamente receptiva a la gracia y dócil al Espíritu Santo”.

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe también analiza el título de “Madre de los creyentes” que, según dice el documento, “es propuesto por el Magisterio y la formulación de su contenido ha ido en progreso hasta la exposición del Concilio Vaticano II”.

El Vaticano subraya que la Virgen está unida a Cristo de un modo absolutamente singular “por su maternidad y por ser llena de gracia”.

Evitar cualquier instrumentación política

Esta unión hace que su valor para la Iglesia sea “tan grande” que los pastores —advierte el texto— “deben evitar cualquier instrumentación política de esta cercanía de la Madre”.

El Vaticano recuerda que el Papa Francisco insistió en diversas ocasiones sobre este punto, manifestando su preocupación ante “las propuestas de tinte ideológico-cultural de diverso signo que quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su madre”.

Por otro lado, el Vaticano asegura que en su maternidad, María “no es un obstáculo interpuesto entre los seres humanos y Cristo”.

Así entendida, se lee en el texto, “la maternidad de María no pretende debilitar la única adoración que se debe solamente a Cristo, sino estimularla”.

Por ello, el Vaticano pide “evitar los títulos y expresiones referidas a María que la presenten como una especie de ‘pararrayos’ ante la justicia del Señor, como si María fuese una alternativa necesaria ante la insuficiente misericordia de Dios”.

Otros títulos marianos con “límites”

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe advierte en el documento de otras expresiones como “Mediadora de todas las gracias”, que deben entenderse con precisión ya que presentan “límites” y pueden generar “interpretaciones erróneas”, sobre su papel en la economía de la salvación.

El documento señala expresamente que ese título no siempre suscita “la correcta comprensión del lugar único de María” dentro del misterio cristiano.

El Dicasterio indica que, si se comprende mal, el título de “Mediadora de todas las gracias” podría llevar a una visión deformada del papel de María, como si actuara “en desconexión con nuestra relación personal con Jesucristo”.

“Ninguna persona humana, ni siquiera los apóstoles o la Santísima Virgen, puede actuar como dispensadora universal de la gracia”, asevera el texto.

El Vaticano subraya que esta observación “no es un detalle menor” porque toca un punto esencial de la fe: la primacía absoluta de la gracia divina.

“También en María —afirma el documento—, el don de la gracia la precede y procede de la iniciativa absolutamente gratuita de la Trinidad, en atención a los méritos de Cristo”.

Así, subraya que “no es lícito presentar la acción de María como si Él la necesitara para obrar la salvación”.

Evitar visiones neoplatónicas de la Gracia

El Vaticano también hace énfasis en el riesgo de ciertas interpretaciones “neoplatónicas” de la mediación mariana que conciben la Gracia como un flujo que se derrama en distintos niveles antes de llegar al ser humano.

El documento alerta que tales interpretaciones “afectan negativamente la adecuada comprensión del encuentro íntimo, directo e inmediato que la gracia realiza entre el Señor y el corazón del creyente”.

Sin embargo, el texto matiza que, dado que María está “llena de gracia”, es comprensible que surja en la tradición espiritual la imagen de un “desborde” de esa gracia.

El documento aclara que este lenguaje simbólico no presenta dificultad si se entiende como referencia a las formas de cooperación mariana que ya fueron reconocidas por el Concilio Vaticano II: la intercesión, la cercanía maternal y la invitación a abrir el corazón a la gracia santificante.

En este sentido, María “coopera de modo variado como criatura que participa de la única fuente”, concluye el texto.

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