Es el sistema, estúpido


Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Y ahora hay que escuchar a los apologistas de la moral y las buenas costumbres vomitar sus consignas reduccionistas, florearse en la catarata de mierda que les brota con naturalidad de sus cerebros educados en la doctrina del vigilar y castigar que enseñan en la escuela.

Esa mañana la viste fácil. Te acercaste con tu bicicleta oxidada al punto que habías anotado en tu cabeza. No podía fallar, si por esa calle nunca pasa nadie. No hay cámaras cerca y la cuadrilla llegaría como mínimo una media hora después de que se cortara la luz. A esa hora seguro están tomando mate. Esa vez no ibas a fallar, tu hija recién nacida se merece lo mejor, como todo bebé.

¿A quién molestás llevándote un pedazo de ese metal rojizo por el que te dan unos pesos? ¿No es cierto que a nadie? Además, no tenías más opción. Bah, nunca tuviste ninguna opción, en realidad. Con vos, el destino siempre jugó con los dados cargados. ¿Cómo te iba a salir siempre seca? Algo había. Gato encerrado, una mano negra, algo que te iba llevando torcido. ¿O será cierto eso de los astros?, si es así estaban alineados bien para el culo cuando naciste. Quedate tranquilo, sí, ni me lo digas. Los jodidos son los que te compran y después revenden. Esos que no arriesgan nunca y andan en camionetas cuatro por cuatro. Siempre quedan limpios.

Vos sí que arriesgaste todo. La viste fácil. Una mañana tranquila, ya lo tenías estudiado. Desde allá arriba se ve todo más chico, un poco de miedo siempre da. Primero hay que provocar el cortocircuito, para que salten los fusibles. Después viene lo más fácil, cuanto más puedas juntar, mejor, más plata te van a dar. ¿Pero sabés qué pasa? A la alta tensión no necesitás ni tocarla, con acercarte ya es suficiente. El campo eléctrico es tan intenso que traspasa el aire, lo rompe, traza un arco que busca la tierra. Si el día está húmedo más todavía, el aire se vuelve más conductor.

¿Te acordás de tu viejo, de tu hermano? Puta, mirá lo que te pregunto. Cómo olvidar esas muertes de cuando tenías diez años. No debe haber habido un solo día en que no se te apareciera esa imagen que se congeló en tus retinas aquella tarde. La suerte de mierda, los dados cargados, otra vez los astros, la historia que se repite. Uno es uno y las circunstancias dijo alguien. Tal vez haya un punto en el que nadie puede seguir siendo uno cuando las circunstancias se empeñan en llevarte para el lado equivocado. Cuando te tuercen el brazo y el destino traza ese camino que como dijo Borges es fatal como la flecha.

En realdad no son ni los dados ni los astros, eso lo sabe cualquiera. Es el sistema en sí mismo. Tiene esas cosas. Para que funcione tiene que haber desigualdad, de ahí viene el dicho, “más viejo que la injusticia”.

Seguro que no sufriste, al menos en esta, no. Te llevaste toda la dignidad que cabe en una vida miserable. Dignidad, dije, sí. Escuchaste bien. También es dignidad salir a buscar como sea la comida de tus hijos. Sin cagarle la vida a nadie, insisto. Qué digo también, si tal vez no haya una manera más noble de honrar la vida.

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