Jesús, fuente viva

(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
Seguimos transitando el Año Jubilar y descubriendo así, la cercanía del Señor en nuestras vidas que nos impulsa a renovar nuestra fe y nuestra esperanza más allá de toda dificultad, de toda prueba que estemos atravesando.
En la audiencia general del miércoles 15 el papa León centró su mensaje en la esperanza que nace de la Resurrección de Cristo. “Nos invitó a «dejar que el misterio de Cristo libere su luz de salvación en contacto con la realidad humana e histórica actual, con sus preguntas y sus desafíos».
En su reflexión el Santo Padre describió la vida como una sucesión de emociones y situaciones diversas: «A veces nos sentimos alegres, otras veces tristes, otras incluso satisfechos, o estresados, gratificados, desmotivados». (…) «quisiéramos ser felices, pero es muy difícil conseguirlo de forma continuada y sin sombras» .»No fuimos creados para la falta, sino para la plenitud, para disfrutar de la vida y de la vida en abundancia». El Papa enfatizó que la resurrección de Cristo no es un simple hecho en la historia de la humanidad, sino un acontecimiento que transformó a la humanidad desde dentro. «El Resucitado es una fuente viva que nunca se agota ni cambia. Permanece siempre puro y accesible a todo aquel que tiene sed «.(…)“La resurrección de Cristo nos da una fuente constante de vida. Él es el Viviente y vencedor de toda muerte. Nos da consuelo en nuestro camino terrenal y asegura una paz perfecta en la eternidad. «Solo Jesús, que murió y resucitó, responde a las preguntas más profundas de nuestro corazón: ¿Existe realmente un destino para nosotros? ¿Tiene sentido nuestra existencia? ¿Cómo puede redimirse el sufrimiento de tantos inocentes? Jesús resucitado no envía respuestas ‘desde lo alto’, sino que se convierte en nuestro compañero en este viaje a menudo agotador, doloroso y misterioso.”.(…) “Sin Jesús vagaríamos sin rumbo . Jesús es también nuestro destino final. Sin su amor, nuestras vidas se convertirían en un vagabundeo sin rumbo. Él nos asegura la llegada al refugio, que nos conduce a casa, donde somos amados y esperados”. «De la resurrección de Cristo», «nace la esperanza que nos permite, a pesar de las dificultades de la vida, saborear una paz profunda y gozosa: esa paz que solo Él puede darnos al final y para siempre».
El papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año nos proponía renovar a cada cristiano y a la Iglesia, comunidad de bautizados, la vocación fundamental a ser mensajeros y constructores de la esperanza, siguiendo las huellas de Cristo :«Que la luz de la esperanza cristiana pueda llegar a todas las personas, como mensaje del amor de Dios que se dirige a todos. Y que la Iglesia sea testigo fiel de este anuncio en todas partes del mundo» (Bula Spes non confundit, 6). (*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.