San José, esposo de la Virgen María

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Conocemos a San José como esposo de la Santísima Virgen y padre adoptivo de Jesús. En Occidente, la mención más antigua del culto a San José se remonta al año 800, en el norte de Francia. La mención de José como esposo de María fue cada vez más frecuente desde el siglo IX hasta el XIV, en el siglo XII, los cruzados erigieron una iglesia en su honor en Nazaret.
San José fue el árbol bendito puesto por Dios para dar sombra protectora a María, a Jesús, que lo llamó padre, al que entregó su vida de trabajo y silencio.
La vida de José nos enseña a esperar firmes en la fe porque en ella se entrelazan sus Siete Dolores y Siete Gozos El dolor al sentirse obligado a abandonar a su Esposa y la alegría cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la Encarnación. El dolor de no encontrar lugar en las posadas, de hallar sólo un establo y un pesebre para cuna de Dios nacido entre los hombres y la alegría al escuchar la armonía del
coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche santa. El dolor cuando la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión y la alegría por el santo, glorioso y dulcísimo nombre que le impuso a Jesús por orden del Eterno.
El dolor ante la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María y la alegría de la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas. El dolor de la huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza extrema del destierro y la alegría por ver
caer a tierra los ídolos de Egipto. El dolor y el temor de regresar a Belén, ya que Arquelao, el hijo de Herodes, gobernaba el territorio, la decisión de dirigirse a Nazaret en Galilea y la alegría de la vida en Nazaret con Jesús y María. El dolor y la aflicción al perder a Jesús en el Templo de Jerusalén y la alegría de
encontrarlo luego de tres días en medio de los doctores en el Templo ocupándose de las cosas de su Padre.
La meditación profunda sobre los Dolores y Gozos de San José constituye una verdadera catequesis para crecer y madurar en la fe, para aprender de su silencio, de su escucha atenta a la voluntad del Padre, de su dedicación, de su ejemplo de entrega, su vida es sin dudas, un modelo de vida.
San Juan XXIII es el autor de esta significativa Oración: “José: sé siempre para nosotros un protector. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo honrado y de oración al servicio de la Iglesia, nos vivifique y nos alegre, en unión con tu esposa bendita, nuestra Madre dulce e Inmaculada, en el amor fuerte y suave de Jesús, Rey glorioso e inmortal de los siglos y de los pueblos. Amén.”
Por su parte, el Papa Francisco añadió, en mayo de 2021, siete nuevas invocaciones a las Letanías en honor de San José: Custodio del Redentor, Servidor de Cristo, Ministro de la salvación, Apoyo en las dificultades, Patrono de los exiliados, Patrono de los afligidos, Patrono de los pobres.
Colaboración de las Misioneras de la Inmaculada, Padre Kolbe