Ser deslenguado te hace pisar el palito

Escribe: Carlos Paladino.


Estando en plena campaña electoral, no nos sorprende la cantidad de gansadas que se pueden enunciar desde cualquiera de los bandos en contienda. Esto empeora si los emisores de las opiniones son parte de una sarta de deslenguados. El rosario de necedades que estamos escuchando estos días, dichas como manotazo de ahogado, nos indica el desacierto en las palabras elegidas en la peroración. Entendemos que lo que se juega es mucho, y muy poco el tiempo que resta para el 14 de noviembre. Tampoco, la lata suena impactante y causa temor. Lo reiteramos, son cosas de la campaña electoral del 2021.

La señora Victoria Tolosa Paz (candidata a diputada nacional en la provincia de Buenos Aires por el Frente de Todos), acusó a la oposición de estar gestado un “golpe blando”. Dado que la señora Victoria no es querida por la principal oposición, ni por otras fuerzas, además; sonó amenazante el que dijera que hay un sector que “está dispuesto a todo” con tal de ganar las votaciones y desestabilizar económicamente al gobierno. Con respecto al alza del dólar, tranquilamente, culpó a la oposición política, bajo el argumento, de qué; “en momentos electorales siempre tendieron a una devaluación”. La candidata juega fuerte. Es entendible, aunque. creemos, que sus ansias de justificar lo injustificable, la llevaron confundir e írsele de las manos la impresión que quiso postular.

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La señora Tolosa Paz en su ánimo de sonar rimbombante en sus declaraciones públicas, lo único que consigue es convertirse en una deslenguada de sus expresiones. Es la Victoria desprejuiciada en emitir frases como; “En el peronismo siempre se garchó” que acarreó simpatías y desavenencias en el espacio político que representa, y llenó de tinta las páginas de los diarios. Si su intención fue la de destacarse; lo logró. Quizás buscó el mismo efecto, con lo del golpe blando.

Un golpe de Estado blando, es un rebuscado, un sofisticado, “golpe de Estado militar”. La utilización “de un conjunto de técnicas no frontales y principalmente no violentas, de carácter conspirativo, con el fin de desestabilizar a un gobierno y causar su caída, sin que parezca”, organizado por otro poder. Con iguales intenciones se pueden invocar elementos artificialmente legales. Las críticas amargas que tienen por destinatario al gobierno, no valen para encuadrarlas dentro de esta intencionalidad destituyente; más aún, si las mismas no vienen de un solo lado. La aspirante a diputada nacional la pifió de medio a medio.

Si Victoria Tolosa Paz ha vivido, le han relatado o, hace una retrospección de los insólitos momentos vividos en un pasado reciente, comprenderá que los golpes de Estado sin intervención militar, fueron motivados y causados por encumbrados señores del espacio político en que ella milita y por el cual se rasga las vestiduras. Los argentinos los sobrellevamos en períodos democráticos y, en situaciones políticas, no tan desgraciadas como la reinante. Sobra un simple repaso mental, para situarnos en el primer gobierno democrático, después de la dictadura; para constatar la ausencia de colaboración y la falta de ética republicana hacia el presidente Raúl Alfonsín, cuando la nueva república, transitaba con la herencia a cuestas de la transición, hacia una consolidación definitiva. Claro, no se le pueden pedir peras al olmo. Eran los mismos revoltosos, sindicalistas, violentos que, habían estado muy quietitos a la fuerza y, con la democracia recuperada, los herejes del respeto a la tolerancia y la voluntad popular, volvían por las suyas.  El golpe blando estuvo digitado por los mismos conocidos de ahora. La sacrosanta Iglesia y sus infieles acólitos, contribuyeron a prender la mecha. Habrían de vengarse – siempre lo hacen a expensas del cuero ajeno – del reto del presidente desde el púlpito en medio de la misa y de la ley de divorcio.  Desmanes a la propiedad pública y privada, saqueos y destrucción de comercios, supermercados; se rompía porque se rompía, la consigna era destituir un gobierno que ahora añoramos, aunque más no sea, por su honradez, moralidad, respeto a las instituciones, a la libertad de pensamiento y la condición humana. ¿Protestas espontáneas del pueblo? Había que ver el andamiaje alborotador que se instruyó, para constatar su éxito.

Raúl Alfonsín, en tanto a sus atribuciones, podría haber intercedido reprimiendo, pero, eso no figuraba en su doctrina y creencia, y prefirió ser presa de la burla de sus enemigos que, por ser caprichoso, se derramara sangre ciudadana.  Las promesas que hicieron (los malandras) de otorgarnos una vida mejor, todavía la esperamos. La premisa antidemocrática, buscó la abdicación del poder ejecutivo, antes de cumplir con el tiempo de su mandato. Una perversidad que no extrañó a nadie, conocido los actores. Los sediciosos fueron aquellos que Alfonsín, bajo el slogan del consenso permanente, salvó de un escarmiento por atrocidades cometidas. Vimos un golpe blando con igual o más dureza que un golpe militar. Hubo sangre inocente en la asonada peronista. Así que, señora Victoria Tolosa Paz, no es en la oposición donde encontrará golpes de Estado. Gracias a este sacrificio patriótico de los conspiradores, tuvimos el “salariazo” y el “no lo voy a defraudar “de Carlos Menem. Gobierno neoliberal, si los hubo.

Cuando Fernando de la Rúa ganó las elecciones, a los pocos días comenzaron los problemas y antes del año quedó salpicado por la renuncia de su vicepresidente, el “Chacho” Álvarez, un peronista salido de las ideas subversivas, renegado del pudrimiento menemista, que renunció a su cargo, conspiró contra De la Rúa y fue recompensado varias veces con cargos públicos. Hoy debe vivir tranquilo. La jerarquía peronista y sus principales cabecillas, junto a la sublevación de los comandos piqueteros, protagonizaron destrozos privados que no resarcieron nunca a los damnificados. Uno de los agitadores primordiales, inmediatamente, ocupó un prestigioso cargo oficial. El episodio con el presidente constitucional yéndose del gobierno, antes de sentirse culpable por la inseguridad a la que quedaba expuesta el pueblo si no renunciaba. Lo hizo en el histórico helicóptero, que aún el peronismo rememora como emblema de victoria. Justicialismo democrático, especialista en golpes blandos, sin intervención militar.

Ahora, los piqueteros, usan la emisión de los millones de pesos diarios, para satisfacer las cuantiosas carestías de los barrios marginales y organizar las marchas multitudinarias contra su gobierno; pero, guarda con mostrarles las uñas afiladas en señal de amenaza. El conjunto presidencial de los Fernández es peronista: no se tocan. Las protestas masivas no van más allá de eso, un desfile en son de reclamos justos. Sin embargo, algo se está escapando del control de los líderes piqueteros. Determinados manifestantes, el jueves a la tarde, ingresaron a la fuerza en el Ministerio de Desarrollo Social y causaron destrozos significativos.  Pintaron en las paredes “Que se vayan todos”, en su interior dañaron elementos de trabajo; hasta que entró la Policía de la Ciudad y detuvo a varios de ellos, todos pertenecientes a agrupaciones de larga trayectoria en el arte del revuelo. No obstante, el marco bajo el cual se hizo la protesta, no pareciera involucrar al gobierno nacional. La movilización fue “una jornada nacional de lucha contra las empresas monopólicas de alimentos” Dejaron reflejado, asimismo, el “Basta de polenta”

La señora Victoria Tolosa Paz podrá comprobar que los elementos humanos, el plan platita, los artilugios y los mecanismos para maniobrar en favor de un Golpe de Estado blando, pertenecen y están en poder y a disposición de su movimiento político.

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Al deslenguado Diego Brancatelli, le damos la bienvenida al mundo real del trabajo. Es un reportero y comentarista de futbol. Viene de una familia tradicional peronista, que le transmitió sus ideas y, a los catorce años empezó a militar en el PJ.  Es un fanático a ultranza de Cristina Kirchner, a la cual defiende a capa y espada en los programas televisivo en que actúa. Por supuesto, la postura intransigente que asume, le carga un sinnúmero de críticas en los distintos medios. Es docente titular en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Justifica al gobierno kirchnerista en todos sus aspectos.

Ahora, entrado en el mundo de las PYMES, y siendo dueño de un supermercado, convive con la realidad económica y se ha vuelto crítico de las medidas económicas impuestas por el gobierno, que afectan a los comercios que venden productos de primera necesidad. Específicamente con el congelamiento de precios de más de 1.400 productos. “Estoy muy enojado” “Fíjense – dice al interlocutor –lo que nos pasa a las pymes; una gaseosa cola – la más conocida del mundo de 2 litros y cuarto, según la lista oficial “debe valer al público como máximo 199 pesos” A él, “le costó 208 pesos”. Cómo hace para poder vender sin perder. Ya se había quejado sobre los inconvenientes de tratar de mantener un negocio en Argentina con la “enorme presión tributaria”. Por si fuera poco, se puso la camiseta de “patrón:  Pagar sueldos en blanco más las cargas sociales “es un dolor de cabeza”. Opinó que no es justo que un empleador se tenga que fundir para afrontar los despidos, porque los empleados siempre tienen la razón. Un cambio radical se ha producido en el humor de un Brancatelli que nos hartó justificando cualquier proceder descabellado del gobierno. Pero, el colmo de los colmos, lo provocó al profetizar que; esto “hace la diferencia” de que al país “no le vaya bien”.  De no creer. Es que ahora tiene que pagar y cumplir para solventar al Estado que tanto le dio. El señor Diego Brancatelli se dio el alta, en el angustiante sector del trabajo en serio, del trabajo real, del trabajo productivo, que debe crear fuente de riqueza y empleo.

A veces la lengua floja, te pasa la cuenta. 

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