Un país plagado de lumbreras
Por Carlos Paladino
Tierra prodigiosa la Argentina. Por eso nos va, como nos va. Más allá del “yuyo”, (concepto hecho público por la Presidente de la Nación, señora Cristina de Kirchner, respecto de la soja), pise en donde pise cualquier argentino – a no ser por una inclemencia inusitada -, seguramente saldrá una lumbrera; una persona con un don especial que brilla con luz propia e irradia su inteligencia y su inmensa sabiduría por doquiera que estés. O, por lo menos, para aquella ciudadanía deseosa de sacar ventaja de esos estímulos. Para nuestra desanimada población y quebrada sociedad,
sería sinónimo de esperanza; equiparable a transformar el futuro que nos queda por delante en algo vivaz. ¿Qué dotes políticos se requieren para ser un hombre agraciado con esas cualidades? Parece difícil reunir todo eso junto, ¿no? Bueno, no tanto que digamos. En nuestra entrañable Argentina no son muchos los inconvenientes que debe esquivar un hombre con pocos prejuicios, si quiere vivir a costilla de ella (la política). Requisito imprescindible: contar con un elevado porcentaje de deslealtad (¿traición queda mal?) y, haber descartado de plano que existen otras variables para ganarse el mango; por ejemplo, trabajar en las tareas del mercado laboral, igual a lo que hace la mayoría de las perdonas. Ser un converso partidario tiene sus ventajas, es ameritado por aquel que fuera su adversario o, por
caso, su acérrimo contrincante.
Una de las lumbreras que reluce en el firmamento gubernamental, es el señor Leandro Santoro, kirchnerista nuevo, ya que llega precedido de un frondoso currículum radical; como el de haber sido presidente de la Juventud Radical.
Además, yerno y discípulo de otro ilustre “radicheta”, Leopoldo Moreau, de máxima confianza y soporte de Raúl Alfonsín en los peores momentos de su gobierno.
Inspirado en el famoso apotegma de Leandro N. Alem, Santoro, siempre de la mano de Moreau, crea la agrupación “Los Irrompibles”. Leopoldo Moreau fue un dirigente destacado de la UCR; inclusive, candidato a Presidente de la Nación por el Partido. Más tarde, Moreau y su grupo el MODESO, crean el Movimiento Nacional Alfonsinista (MNA), cuestión que le significó la expulsión del radicalismo. El MNA se unió al Frente para la Victoria, donde fue recibido con todos los honores. Leandro Santoro, por su lado, no logró ser compensado -militancia de por medio- con cargo
alguno y pese a pertenecer a Los Irrompibles. Entonces se dobló un poquitín y acompaño a su maestro Leopoldo a militar en el más obsecuente Cristinismo.
¿Sacó cuentas adonde lo conduciría su obstinada sumisión al clan kirchnerista? ¡Vaya uno a saber! El Irrompible se dobló casi del todo y hoy es legislador porteño, asesor presidencial, forma parte del riñón de la señora Cristina y de Máximo, lo cual es decir La Cámpora, Desconocemos si Alfonsín sigue estando en la cúspide de su fascinación. No obstante, las continuas demostraciones de despreciable lealtad al peronismo; es resistido por algunas facciones ortodoxas del Justicialismo; pero, qué importa; con el valor de los avales que cuenta ya lo dan como seguro candidato a primeriar la boleta del Frente de Todos. Habrá que ver cómo acaba el forcejeo. Todo un maestro en el arte de pisar cabezas el amigo Santoro.
¿Un dirigente como Leandro Santoro, goza de la confianza del sufrido y esperanzado votante? Del mismo modo que por un sueldo político cambió el rumbo de sus ideas, nada indica que modifique su postura actual por
incoherente que sea. La plata lo convenció de que es igual ser peronista, kirchnerista, camporista o radical. Quería que los impuestos argentinos le pagaran un sueldo; ahora está tranquilo…creemos. Por desgracia no es el único
personaje que anda a la pesca de un carguito.
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“Vivimos en un mundo que ya cambió”, nos dice Sergio Sinay y reflexiona: “Mientras estamos vivos tenemos futuro…Nos espera…El porvenir, en cambio, es aquello que hacemos del futuro con nuestras elecciones y decisiones, con nuestras acciones y conductas…somos responsables de él” Lo aprendido, lo vivido, lo sufrido, los fracasos, las opciones mal elegidas; son errores cometidos que, si bien costará arreglarlos, al menos que nos sirvan para repensar y no insistir en repetirlos.
La democracia está entre nosotros y nos regala el nexo para corregir la injusticia y la corruptela vistas en los actos de gobierno. El introito alude a la responsabilidad civil que en poco tendremos que asumir, si lo que buscamos es impulsar el futuro y el provenir de la Nación Argentina hacia un destino tan distinto, que parece una misión imposible. Por eso, el compromiso de analizar a los candidatos que la política nos pone de frente. Por eso, pusimos a
disposición del lector algunas particularidades del candidato señor Leandro Santoro que, estimamos, merecen ser observadas. No estaba en carpeta hablar sobre un aspirante del que ya hablamos; pero, ciertas declaraciones, nuevas y no tanto, llamaron nuestra atención. “Yo resisto un archivo” dijo por el año 2017, Florencio Randazzo, y si recordamos la carta de compromiso con la señora, está metido hasta el tuétano. Ni los santos varones han podido resistir su archivo. Esa carta es una expresión de fidelidad absoluta hacia su jefa a la que seguirá defendiendo a “capa y
espada”, “con la lealtad de siempre” y, sobre todo, concordando en que había que continuar con el ciclo de bonanza “que nos enseñó Néstor” y que es “a través tuyo que vi a una Presidenta con independencia y…autonomía del poder
económico…” (Carta de Randazzo a Cristina Kirchner).
Con anticipación en el 2015, Florencio, refrendaba su futura estrategia kirchnerista (no peronista), “No se puede ser peronista sin ser kirchnerista”, planteó. El “flaco” garantiza la continuidad de la exitosa panificación de gobierno llevada a cabo por la dinastía Kirchner, Podemos añadirle algún comentario que hizo sobre su amigo Alberto Fernández en coyunturas inoportunas; “Es un presidente sin poder político con gran desvalorización de su palabra; uno puede tener posiciones diferentes, pero, no se puede cambiar todos los días de opinión, eso produce un desprestigio generalizado” Una buena manito de bleque que capitalizó la vicepresidenta.
Florencio Randazzo no improvisa, sabe lo que hace. Cuando fue el conflicto de las restricciones de la carne, expresó que el problema no es de la carne, ni del campo, es de la inflación. Quiso desvincular al gobierno de una política desacertada y perjudicial para la economía del país. Lo que extraemos de positivo de la declaración, es que alguien, por fin, dio en la tecla; después de décadas de análisis, la inflación es el gran problema nacional, y para eso es elemental el ingreso de capitales foráneos y el apoyo a las PYMES. Toda una novedad.
Asimismo, acota que la economía se acomodará cuando el asalariado gane más plata y eso se logra dándole al 51% de los trabajadores los beneficios y coberturas sociales de un trabajo en blanco. ¿Alguien puede estar de desacuerdo? Y, es aquí donde apreciamos las debilidades de su discurso, porque, como y con quien lo va a implementar es un dilema. Ese desafío requiere del sacrificio mancomunado de diferentes sectores formadores de la economía; de los sindicatos en especial; y para eso propone una reforma laboral. La resistencia del archivo de Randazzo queda medio enclenque.
Porque necesitará del camionero Hugo Moyano, del cual aseguró, en entrevista pública (nota anterior) no tener constancias de las maquinaciones y abusos del poder sindical que lo tienen como protagonista desde décadas. El colmo de los colmos lo produjo al convenir que en todo caso. “la culpa no es de Moyano. Es de la política”. Clarísimo, si Moyano no hubiese nacido no haría macanas. El empresariado, grande y chico; vienen perdiendo más, ganado menos, en cada mes que termina; no obstante, enfrenta mayores costos generales, impositivos, salariales y cargas sociales, etc. Por el lado del gremialismo la contribución al esfuerzo general, disminuyendo los porcentajes en concepto de cargas sociales y demás, descaradamente brillan por su ausencia. Los sindicalistas fueron los elegidos por Perón como columna vertebral del peronismo, y eso les da una aureola de intocables. Randazzo podrá doblegar a los Moyano y Cía. o; ¿el proyecto de “blanquear” a los trabajadores queda aislado de cualquier acuerdo, y bajo la exclusiva responsabilidad y el cargo de conciencia de un pobre sector productivo que ya no aguanta más? La política de los Kirchner, de La Cámpora, del gremialismo, que con la complicidad del Cuerpo Colegiado Prebendarlo, no se hacen escuchar acerca de establecer una planificación conjunta entre Estado y Empresa Privada como proyecto político de recuperación nacional. Si juntamos los decires, las declaraciones y por encima de todo, los sentimientos de afectividad de Florencio Randazzo a la señora Kirchner, estaríamos en presencia de un candidato cuya meta se reduce a ser una continuidad del proyecto que viene sistematizando la familia gobernante desde 2003. Lo lamentamos, pero, el archivo de Randazzo no resiste mucho que digamos.
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El acontecimiento eleccionario que ya tenemos encima, nos faculta ver si en realidad, anhelamos optar por un futuro y porvenir mejores a los que quieren acostumbrarnos. Analicemos y decidamos nuestra posición. Los dos candidatos
citados en esta nota, aspirantes a que les paguemos sus sueldos, nos enseñan quienes son, de donde vienen y adonde van. Las listas que pronto veremos está plagada de dirigentes de esta calidad. En el medio estamos nosotros.
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