Juicio “La Huerta”: “Diezmaron familias enteras con la complicidad de los sectores de poder”
Por Soledad Restivo. Agencia Comunica/UNICEN
Durante la séptima audiencia realizada este viernes 20 de mayo, brindaron testimonio María Cristina y Juan José Preckel. Relataron los hechos acerca de su secuestro, desaparición, torturas y exilio.
El 7 de Julio de 1976 en Mar del Plata fueron secuestrados de su domicilio, de lo que detallaron la violencia ejercida en los procedimientos ilegales. Hombres de civil armados, allanaron su hogar “rompiendo todo” mientras maltrataban a la familia.
María cristina era docente, militante de la Juventud Trabajadora Peronista y representante gremial. Juan José fue delegado gremial en la Dirección General Impositiva. El día anterior a sus secuestros, habían “chupado” a su pareja Nora Sammarone, quien fue detenida junto Elba Clotilde Perrone. Mientras que Adolfo Romero fue secuestrado el 30 de mayo de 1976. Elba y Adolfo eran trabajadores del estado, en la DGI que actualmente se denomina AFIP.
Los Preckel fueron llevados a la Comisaria Regional 4° de Mar del Plata, desde allí trasladados a la Comisaría 2° de Tandil, donde permanecieron “incomunicados”, eufemismo utilizado por las fuerzas armadas para ocultar su condición de desaparecidos, ya que su familia seguía sin conocer su paradero. Desde allí, eran retirados con vendas en los ojos y esposados por personal del Ejército. Los llevaban a otro lugar donde eran interrogados, mediante torturas, sobre sus actividades políticas y sobre nombres de personas que pudieran conocer.
Ambos estuvieron presentes durante la inspección ocular al predio del centro clandestino de detención (CCD) «La Huerta», realizada el pasado 5 de mayo en Tandil. En la oportunidad pudieron reconocer las chapas de la casilla (ver foto) donde eran desnudados, atado de pies y manos a una cama de metal y torturados con picana eléctrica. El día 17 de agosto de 1976 fueron trasladados a la Unidad 7 de Azul.
Cristina, Nora y Elba, permanecieron allí hasta diciembre de 1977. Luego fueron trasladadas a la cárcel en Devoto. Por su parte Juan José y Adolfo estuvieron en la Unidad 7 de Azul hasta diciembre de 1977. Fueron derivados a la unidad 2 de Sierra Chica. Y posteriormente, desde diciembre de 1978, fueron recluidos en la cárcel de Olmos, La Plata. Las condiciones de detención en los penales, a disposición del PEN (Poder Ejecutivo Nacional) fueron extremadamente inhumanas, con mala y escasa alimentación y abrigo, sometidos a violencia psicológica permanente. Sus padres pidieron intervención a Monseñor Marengo, obispo en Azul, y esto devino fuerte represalias contra los detenidos.
Desde la cárcel directo al aeropuerto, el 11 de julio de 1979, María Cristina y Juan José partieron como exiliados hacia Alemania. Contaron tan solo algunos minutos para despedirse de sus familiares. Aunque fue la única opción para salvaguardar sus vidas y recuperar libertad – una cultura distante, en soledad y frente a un idioma muy difícil- se encontraron en “peor condición que la de los analfabetos”. Regresaron al país algunos meses después del retorno democrático.
Carmen Susana Preckel, tenía 14 años cuando ocurrieron los hechos. En su testimonio dio cuenta del calvario familiar mientras intentaban conocer el paradero de sus hermanos. Su madre falleció 3 meses después que, tanto Cristina como Juan, volvieran de Alemania en 1985.
Para cerrar su declaración Juan leyó la directiva secreta número 604 de 1976, firmada por el general Roberto Viola y que estableció la “aniquilación” de las personas consideradas como “subversivas”. Textualmente establece: “Aplicar el poder de combate con la máxima violencia para aniquilar a los delincuentes subversivos donde se encuentren. La acción militar es siempre violenta y sangrienta. El delincuente subversivo que empuñe armas debe ser aniquilado sin aceptar rendición. El ataque se ejecutará mediante la ubicación y aniquilamiento de los activistas subversivos. Las órdenes deben aclarar si se detiene a todos o a algunos, si en caso de resistencia pasiva se los aniquila o se los detiene, si se destruyen bienes o se procura preservarlos. Los tiradores especiales podrán ser empleados para batir cabecillas de turbas o muchedumbres”.
“Podían matar a cualquiera en una manifestación o panfleteada” sentenció Juan José Preckel al concluir su declaración testimonial. Cristina expresó que “mataron, secuestraron desaparecieron, diezmaron familias enteras con la complicidad civil…y han tenido juicio justo con las garantías y defensores”, por ello pidió “Memoria, Verdad y Justicia”.
El Juez Luis Imás presidio la jornada de debate, por los delitos de lesa humanidad cometidos en nuestra región durante la última dictadura cívico militar eclesial, desde la sede del TOF en Mar del Plata. El resto de las partes se hicieron presentes mediante la plataforma zoom. La siguiente audiencia se realizará el próximo 3 de junio desde las 9 horas. Será retrasmitida en el Aula Magna de la Unicen Tandil y en el Centro de Investigación y Posgrado de la Facultad de Derecho de la UNICEN, sito en calle Bolívar 481 de Azul.
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