“El loco de la ruta”, ese mito vestido de “uniforme” que horrorizó a Mar del Plata

A partir de julio de 1996 una serie de asesinatos y mutilaciones sacudió a la costa atlántica. Se apuntó a un asesino serial. Para la Justicia era una banda integrada por policías y proxenetas. Los casos quedaron impunes.


Por Fernando Delaiti, de la agencia DIB

Peter William Sutcliffe, camionero, algo reservado y de pocas palabras, vivía en Bradford, Yorkshire, Inglaterra, con su esposa. El 2 de enero de 1981 fue detenido y acusado de atacar a 20 mujeres, 13 de las cuales fueron salvajemente asesinadas y muchas de ellas mutiladas. Durante cinco años, los investigadores lo buscaron infructuosamente. Cuando decían ante las cámaras de TV y frente a la presión de la sociedad que estaban cerca, en realidad era más un deseo que algo cierto. Sutcliffe captaba por las noches a mujeres para torturarlas, mutilarlas y matarlas. Muchas de ellas eran prostitutas, pero no todas; y ahí residió uno de los principales errores de los investigadores.

Lo cierto es que la historia de Yorkshire pareció repetirse años más tarde en Mar del Plata, cuando se empezó a hablar del “loco de la ruta”, un supuesto asesino de prostitutas que nunca fue detenido. De hecho, la Policía instaló que se estaba tras la pista de una especie de émulo de Jack el Destripador. El tiempo demostró que el destripador parecía vestir de “uniforme” azul.

El 1° de julio de 1996 los diarios del país titulaban que Fernando De la Rúa iba a gobernar la Ciudad de Buenos Aires. Horas antes había cosechado casi el 40% de los votos en las urnas para “devolverle” la capital al radicalismo y para ponerlo en carrera para la presidencia. En ese contexto, ese lunes aparecía al costado de la ruta 226 y a 20 kilómetros de Mar del Plata, bajo un puente, el cuerpo desnudo de Adriana Jaqueline Fernández, una artesana uruguaya de 27 años. Un camionero la encontró y dio aviso a la Policía.

En noviembre del mismo año el cadáver de María Esther Amaro (35) fue descubierto con cortes de una sevillana en su espalda que formaban la palabra “Puta”. Ya en enero de 1997 se encontraron las extremidades (dos piernas y un brazo) pertenecientes a Viviana Espíndola (26) en la ruta provincial N°88 entre Mar del Plata y Necochea. Luego siguió el descuartizamiento de Mariela Giménez (27), cuyos restos se hallaron con cinco kilómetros de distancia, también en la ruta 88. Y el 20 de octubre de 1998 se encontraron los muslos de María Carmen Leguizamón (25) en la avenida 39 de Mar del Plata.

Otras mujeres, en tanto, desaparecieron por esos años (y nunca se supo de ellas), pero al igual que las víctimas anteriores, eran pocas o casi nulas las voces de familiares que pedían justicia. Mientras, las autopsias parecían demostrar que no existió un asesino serial, sino que hubo varios homicidas.

Investigación detrás del show

Entre la Policía, involucrada de acuerdo a lo que pudo investigar después la Justicia, y un sector del periodismo que hizo del caso un show, se llegó a hablar de la mano sangrienta de un psicópata que deambulaba por la noche. Incluso se hizo un identikit de un hombre calvo que obligaba a las víctimas a subir a su auto. Nada de eso prosperó, aunque para un sector que trabajó en los casos sí existía un patrón que vinculaba a un par de los asesinatos. Más allá de esto, el entonces juez Pedro Federico Hooft, apuntó y avanzó a una presunta banda de policías que extorsionaba a prostitutas y les pedía dinero a cambio de protección.

Según constó en la causa judicial que se instruyó el magistrado, policías de la comisaría 1° de Mar del Plata, de la ex Brigada de Investigaciones local y de la brigada de calle de la ex Unidad Regional les cobraban 100 pesos (100 dólares si se tiene en cuenta que era época del 1 a 1) por semana a cada una de las víctimas, a modo de protección, para dejarlas ejercer la prostitución. Además, la organización formada por también por civiles que se dedicaban a explotar a prostitutas exigía entre 500 y 1000 pesos a los propietarios de cada uno de los cabarets que funcionan en la ciudad.

Cuando parecía que “el loco” estaba rodeado o ya no atacaba más, otra serie de crímenes volvió a sacudir a “La Feliz”. Entre el año 2000 y 2004, varios cuerpos aparecieron en la zona de Camet. ¿Otra vez atacaba el supuesto asesino serial? ¿O ahora era “El Estrangulador de Camet”?, como algunos se aventuraban a llamarlo. Cinco víctimas, tres de ellas menores de edad. Lo cierto es que errores judiciales graves dejaron los casos sumergidos en la impunidad.

En 2012 llegó a la pantalla grande la película “La plegaria del vidente”, basada en la novela de Carlos Balmaceda. Este policial negro es sobre la trata de blancas, que pone en juego intereses políticos, judiciales y de las fuerzas de seguridad. A partir del hecho que conmovió a Mar del Plata y Balmaceda cubrió para el diario La Razón, hizo un cruce transversal entre el caso del supuesto “loco de la ruta” y la ficción. El libro, sin embargo, parece tener más de realidad que de ficción.  

Los años pasaron, las causas fueron prescribiendo y quedaron en el olvido. A diferencia del destripador de Yorkshire que fue detenido por ir en un auto con una patente falta, en Mar del Plata ni un hecho fortuito pudo descubrir al “loco” o “los locos” que estuvieron detrás de los salvajes crímenes. (DIB) FD 

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