Opinión | ¿Por qué el Deporte…?
Cristián Delpiani propone reflexionar sobre la importancia del deporte en la formación de niñas, niños y jóvenes. También nos explica porque es necesario que el Estado genere un verdadero programa de deportes.
Las crisis sociales acentúan los problemas de los niños/as y jóvenes y más aún cuando estas crisis se arrastran con el paso del tiempo. Las consecuencias más graves de estas situaciones es que conducen a un porcentaje mayoritario de estos sujetos a no poder construir, o esbozar su propio proyecto de vida que los motive y esta complejización los pone en situación de vulnerabilidad, en donde en ocasiones la violencia, la droga, el ingreso al circuito delictivo, entre otras suelen ser el camino más accesible a la ausencia de oportunidades positivas.
¿Puede el deporte constituirse en una herramienta eficaz como alternativa para trabajar estas realidades? La práctica de un deporte por sí misma, seguramente que no, pero la práctica de ese mismo deporte, diseñada considerándolo como factor de protección y actividad terapéutica seguramente se convierta en una herramienta óptima para proteger e incentivar una vida sana a niños/as y jóvenes.
Las actividades deportivas grupales, fundamentalmente brindan contención, fomentan valores como el trabajo en equipo, el respeto por las normas, estimulan la autoestima, el manejo de las emociones y sobre todo la tolerancia a la frustración. Otro aspecto que cabe destacar sobre el deporte es que, según el sentido institucional que se le brinde o como implementación de política pública misma puede aportar considerablemente a la función de la integración social.
La etiqueta de que el deporte es un salvador y que solo su práctica pone a resguardo a los niños/as o jóvenes de situaciones peligrosas está lejos de serlo si los responsables adultos, que conducen las instituciones o aquellos que diseñan política pública con tal sentido, no las ejecutan desde el paradigma del deporte como factor de protección. Las instituciones abiertas, amigables, el profesor contenedor, con la escucha activa, con la mirada crítica, el responsable del diseño de los programas deportivos comprometido con los derechos y responsabilidades de niños/as y jóvenes hacen la diferencia, generando que la práctica deportiva se convierta realmente en la herramienta eficaz que deseamos.
La responsabilidad del Estado en este sentido es amplia y requiere de un compromiso responsable en diseñar, implementar y gestionar programas con este objetivo, articulando su ejecución con las instituciones intermedias (club, sociedad de fomento, organización barrial, etc.) y porque no también poder pensar un anclaje con los diseños curriculares, desde donde la escuela sea un protagonista fundamental en este escenario. Definiendo bien los objetivos es posible pensar y ejecutar esta red de trabajo que plantea un contexto distinto al actual, quizás suene como algo ambicioso, pero prefiero denominarlo gestión de compromiso y responsabilidad
Los programas de deporte no pueden surgir de manera descontextualizada si deseamos que cumplan con el objetivo de convertirse en herramientas de contención y cambio. El diseño y contenido de estos programas exigen condiciones que tienen íntima relación con el contexto social y su análisis de donde se lo pretenda implementar o ejecutar como herramienta de intervención. El deporte adquiere esta dimensión cuando se trabaja a partir de una planificación exhaustiva y con objetivos precisos, transmitiendo los conceptos de la práctica deportiva relacionados al modelo de salud y búsqueda del desarrollo y equilibrio personal. Es un gran reto para quienes tienen la responsabilidad del diseño de estas políticas o programas considerar a partir de planteamientos claros, la conformación de equipos multidisciplinarios para que nutran este diseño y poder definir desde una mirada más amplia las líneas que se abordaran. Como referenciaba hoy, solo con buenas intenciones no alcanza cuando queremos abordar problemáticas tan complejas como las adicciones y/o la violencia. El diseño de políticas desde este paradigma, en el ámbito del deporte de base es fundamental para gestionar el mismo como factor de protección, desde donde se pretende que la práctica no solo sea un entrenamiento para la competencia sino que brinde un espacio para niños/as y jóvenes de desarrollo físico, emocional, que genere contextos de integración social, de contención, escucha activa y que se los motive a superarse personalmente, en un marco mucho más flexible que lo que puede plantear y exigir la práctica de un deporte de competición.
Algunas consideraciones para pensar esta estrategia del deporte como factor de protección: Pensarlo como espacio de aprendizaje de habilidades sociales. Un deportista que aprende a jugar limpio se honra a sí mismo, por consecuencia, honra al equipo al cual pertenece y su sociedad. Involucrar a padres, profesores y voluntarios en los contextos de la práctica deportiva colaborar para ampliar la mirada y generar compromiso con el sostenimiento del programa. Alentar la superación personal y la participación en competencias barriales e inter barriales. Estimular la generación de nuevos espacios de participación o resignificar algunos históricos contextualizándolos a la realidad que viven los niños/as y jóvenes de hoy. Brindar y garantizar las herramientas y equipamiento para dichas prácticas, porque con solo decirlo no alcanza, es necesario que quienes implementen en el llano la actividad cuenten con que hacerlo y el acompañamiento necesario de otros actores para abordar la singularidad de los sujetos y por último el uso compartido de la infraestructura edilicia existente en la comunidad (gimnasios, campos de entrenamiento, clubes, escuelas, etc.)
El único modelo de gestión del deporte que considera al mismo como alternativa y/o herramienta para la contención y superación de niños/as y jóvenes es aquel que tiene como objetivo, dotar de herramientas, basadas en la cultura de la paz, el desarrollo personal, la igualdad de género, la vida sana, el respeto por los derechos y desarrollo de habilidades para la vida.
Cristian Delpiani: Prof. en Psicopedagogia y Director de la Asociación Civil Pensar y Proyectar Olavarria.
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