Panorama político: Una tregua precaria y un mar de dudas sobre la economía


(Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB).- 

Dos fotos, en las que los cuatro dirigentes que encabezan las fórmulas principales a gobernar la Nación y la Provincia (Macri y Vidal, Fernández y Kicillof) aparecerán sonrientes con un escenario bonaerense de fondo, mostrarán esta semana la cara amable de una campaña en verdad extraña y amarga, que avanza a los tumbos entre una tregua precaria en el oficialismo y un horizonte económico tan complejo que congela los planes de la oposición.

Bajo las coordenadas de un estricto realismo político, la gobernadora María Eugenia Vidal y el jefe de Gabinete nacional, Marcos Peña, acordaron hace tres días que llegó el momento de moderar los pases de factura que vienen dedicándose la derrota de agosto. No es que se hayan reconciliado, sino que comprendieron que una tregua es de mutua conveniencia. En la definición de un ministro: «las diferencias en campaña solo pueden empeorar la situación; vamos a evitarlas. Todas».

La prueba de ese entendimiento provisorio no solo estará dada por la foto, que significativamente se convertirá en la primera que muestre a Macri junto a Vidal desde el 11 de agosto. También forma parte del compromiso mutuo el respaldo a la «marcha del milagro» presidencial –el recorrido por 30 ciudades que tendrá varias paradas bonaerenses- que la Gobernadora se comprometió a explicitar. El llamado a evitar el corte de boletas que realizó el viernes responde a esa estrategia.

Hay que ver, de todos modos, si las formas logran domesticarse, porque está claro que la tensión real de fondo, no se resolvió. Y no solo por los rencores que siguen en ebullición en torno al fallido adelanto de las elecciones provinciales o a la caída de un plan para armar un acuerdo –vía lista colectora- con Sergio Massa. Sino por cuestiones que tienen que ver con el futuro inmediato de la administración bonaerense.

Vidal, para fastidio de la Casa Rosada, donde se le adjudica poca enjundia electoral, parece entender ese tiempo inminente como el inicio de una transición (aunque diga que no se rinde). Por eso se pone firme en cuestiones como la transferencia de Edenor y Edesur, que había sido acordada en 2018 y aún no se realizó. Y eso, porque ella resiste que se incluya la deuda de las distribuidoras en la operación: intuye que sería argumento para duros reproches que tal vez deba responder desde el llano.

Aunque el número se guarda bajo siete llaves, en el gobierno bonaerense no terminan de desmentir que sean $80 mil millones los que están en juego. Es una cifra que ayuda a comprender por qué hasta los funcionarios técnicos son reacios a poner su firma. No es, claro, la única querella económica bajo cuerda: tampoco se resolvió todavía la famosa actualización del Fondo del Conurbano, otros 25 mil millones, que servirían «para dejar las cuentas en orden», dicen en el gobierno.

Los números morados

Es apenas una coincidencia que el equipo de Axel Kicillof no haya desmentido una publicación según la cual estiman que, a esta altura, a Vidal le faltan justamente $80 mil millones para cerrar el año sin mayores sobresaltos. El dinero el fungible pero el origen de esas cifras no es intercambiable: en el entorno del candidato no miran a las eléctricas o el Fondo, sino a la iliquidez que supone el «reperfilamiento» de los fondos que la Provincia tenía colocados en Letes.

Ese es otro expediente que no se resuelve aún, pese a las promesas que se escucharon desde el equipo de Hernán Lacunza, hasta ayer ministro estrella de Vidal. Tal vínculo induce a concluir que el retraso no es malicioso, sino producto de las imposibilidades de la hora. Pero de ahí surge otro temor de Kicillof: que se eche mano a algún remedio «in extremis» para alejar un fantasma que puede acosar a la Gobernadora: que ella también, como le achaca a Scioli cada vez que puede hace cuatro años, deba dejar la administración sin fondos suficientes para el pago del aguinaldo.

Mientras se prepara para la actividad conjunta que Alberto Fernández le anticipó que realizarán el martes, el candidato del Frente de Todos mira al Banco Provincia. Teme que de su patrimonio neto salgan los fondos que Vidal necesita para acabar sin sobresaltos. Como fuere, por ahora solo puede mirar cómo evoluciona el final de un gobierno que, según cálculos propios, le dejará una provincia con la ratio deuda-ingresos totales más alta del país y vencimientos por US$ 9 mil millones para su eventual mandato.

Es por eso que Kicillof no quiere adelantar movimientos ni medidas: no sabe exactamente con qué se encontrará hasta el momento que le toque, si es que le toca, sentarse en el sillón de Dardo Rocha. (DIB) 

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