Micromenipeas | ¡Bestias!

Como cada sábado el escritor Guillermo Del Zotto recrea un antiguo género satírico en versión microficción.  Hoy: Patricia Ratto: una vuelta de tuerca por el Bestiario.


Faunas,  de Patricia Ratto, es un libro clásico e inaugural. Clásico si le encuadra en el registro “Bestiario” e inaugural porque la autora da actualizadas y riesgosas vueltas de tuerca sobre el tema. La obra será presentada en la próxima muestra Libros en Olavarría el domingo 1 de setiembre a las 18. Después de su novela “Trasfondo”, Ratto aborda con perfecta puntería el género cuento. Dice Luis Sagasti de Faunas: “Hay una zona crepuscular, que tanto puede aparecer de súbito como crecer con tenaz lentitud, donde los reinos se confunden”.

Debemos a Mijail Bulgakov imaginar que Rusia, en 1925, estuvo a punto de sucumbir bajo un ejército de gallinas modificadas genéticamente y transformadas en poderosos reptiles. En la obra “Huevos fatales”, el estado soviético se salva por un final que al modo de los antiguos Bulgakov denominó “deus ex machina”. Esto es el frío intenso y prolongado de Moscú que mata a las criaturas amenazantes. Los análisis sociólogicos hablan de una parodia al régimen y una ironía sobre el pronunciado abdomen de la burocracia. Pero lo más cierto es que creó una sátira en el género ciencia ficción que se adelantó a todas las épocas. Del mismo modo Dostoievski utilizó el estómago vacío de un cocodrilo para sintetizar el estado aletargado de un funcionario público que allí adentro podía vivir cómodamente. Dino Buzzati le dio vida en “El perro que vio a Dios” a un ser tan conmovedor como revelador de toda la miseria humana que un pueblo chico puede albergar hasta límites insospechados. Pero en estos dos últimos casos, además del “personaje-herramienta”, también lo que más cuenta es la creación de una especie. La de los animales reveladores.

Juan José Arreola, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, entre otros, le han dado al término “bestiario” casi la categoría de sub género literario. Y si sumamos los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga tendremos un panorama contemporáneo de una costumbre que en realidad nació en el siglo II de manos de los griegos y tuvo su furor en la Edad Media.

Juan José Arreola, admirado por el propio Borges, llevó a la perfección el relato muy breve. Y en su búsqueda armó su propio Bestiario. En su trabajo hay una combinación de imaginería con crítica social deslumbrante. Y puede pasar de las más ácidas críticas sociales a metáforas puras y hermosas.

Un caso contemporáneo para rescatar del uso de estas “falsas etimologías” de seres reales es el de Fernando Sorrentino. Con su excelente “El régimen alimenticio de los caballos” propone de manera científica y brillante la posibilidad de que los equinos fueran carnívoros en su origen.

Esa construcción de una nueva clasificación debería tener características diferentes quizás al conocido “Manual de monstruos”, al que se lo suele utilizar para los juegos de rol. En ese sentido el trabajo más “serio” y antiguo sería el Bestiario de Aberdeen, creado en 1542 para la biblioteca real del Palacio de Westminster. Pero posterior, claro, al griego “Physiologus”.

Este sub género literario conserva el poder de una inocencia inaudita y también la garra que espera en la oscuridad. Confírmelo renovado, lector, con cuentos como “La mancha”, “Rara avis”, “Como si se acabara el mundo” o “Escala real”. Parte de la gran fauna de Patricia Ratto.

La menipea es un género seriocómico, derivado de los diálogos socráticos y con inicios en la obra de Antisfeno aunque  debe su nombre a uno de sus exponentes: Menipo de Gadara.

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