Carlos Verucchi y la muerte de Fidel: «El orden reina en el mundo»

Fidel

Este domingo Carlos Verucchi analiza la muerte de Fidel Castro. Pero se adentra a los orígenes de la revolución gestada por este


Carlos Verucchi ([email protected])

Antes de la revolución, Cuba era el prostíbulo de los norteamericanos. Un día llegaron unos cuantos barbudos y decidieron romper con el destino de sometimiento al que estaba condenado su pueblo. Intentaron ser distintos hasta que el mundo los puso contra la espada y la pared y los convirtió en un humilde peón en el ajedrez de la Guerra Fría.

 

A Estados Unidos no le cayó del todo bien el nuevo régimen e intentó poner algún que otro obstáculo, entre los que se destacan el “… bombardeo de hoteles e instalaciones industriales, el hundimiento de buques pesqueros, el envenenamiento de cosechas y ganado y la contaminación de exportaciones de azúcar” (Noam Chomsky, ¿Quién domina el mundo?, 2016). Ante el fracaso de estas operaciones intentaron asesinar al líder de la revolución en reiteradas oportunidades, bloquearon su economía y los acusaron de terrorismo.

 

Uno de los barbudos, un médico de nacionalidad argentina, nacido en Rosario, no soportó tanta presión y decidió inmolarse. Se inventó una leyenda de la que todavía hoy se habla, entró en la historia con el estandarte del idealismo más extremo, se vistió de Espartaco y salió completamente limpio de todo ese lío.

 

Pero el otro, un tal Fidel Castro, abogado nacido en Cuba, no pudo permitirse una salida decorosa, tuvo que quedarse junto a su pueblo a defender la revolución, a construir un país como fuera, como pudiera, como lo dejaran. Y así anduvo, a los tumbos, por décadas. Estados Unidos lógicamente no permitió que esa locura se repitiera, no economizó recursos para convencer a países como Chile o Nicaragua de no caer en aquel abismo.

 

Aquel primero de enero del 59 Fulgencio Batista huía de Cuba, los barbudos bajaban del monte y entraban en La Habana y el mundo ya no volvería a ser igual. Pero a quién le importa esta fábula hoy en la Argentina o en todo el mundo. La visión última de Fidel Castro que quedará para todos nosotros será la que decida alguna editorial del “gran diario argentino”.

 

Cuando fue sofocada la rebelión encabezada por Rosa Luxemburgo en Alemania, los titulares de los diarios, el día siguiente, afirmaban que “El orden reina en Berlín”. Tal vez desde ayer el mundo haya avanzado un pequeño paso más en su ordenamiento. Tal vez sea bueno que cada tanto aparezcan tipos que prefieran el caos.

 

Desde ayer me siento un poco más solo, tal vez por eso haga lo que sé que no debo hacer, escribir “en caliente”.

 

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