Libros / El ocaso de la dictadura
1982, novela publicada recientemente por Sergio Olguín, nos remonta al tiempo en que la última dictadura militar empezaba a flaquear. El largo invierno languidecía y dejaba entrever los albores de la primavera.
Carlos Verucchi / En Línea Noticias ([email protected])
Después de la celebrada trilogía en torno a Verónica Rosenthal (“La fragilidad de los cuerpos”, “Las extranjeras” y “No hay amores felices”), Sergio Olguín acaba de publicar “1982”, una novela en la que se aparta del género policial y ahonda en un período histórico crucial en la historia más reciente de nuestro país.
La novela se basa en una especie de tragedia griega con connotaciones políticas muy marcadas. El relato se inicia el mismo 2 de Abril del año 82, día en que el ejército argentino toma las Malvinas iniciando de ese modo su decadencia y posterior caída.
El teniente coronel Augusto Vidal es el padre de Pedro, uno de los protagonistas de la novela y esposo de Fátima (madrastra, a su vez, de Pedro). Vidal hubiera deseado que su hijo siguiera la carrera miliar como su abuelo y como él mismo, pero Pedro, siguiendo tal vez el designio de su madre, estudia Letras en la UBA.
Los meses de ausencia del teniente coronel desatan sentimientos reprimidos entre Fátima y Pedro y los conducen a un callejón sin salida que los marcará para el resto de sus vidas. La romántica historia de amor deviene, con el regreso del oficial y héroe de Malvinas, en tragedia.
Tal vez el mayor acierto de Olguín sea el telón de fondo en el que transcurre su historia. El gobierno militar tiene “la sartén por el mango” y controla Buenos Aires meced a su vasto mecanismo de represión. Pero el traspié de Malvinas resulta fatal, la misión sagrada del ejército de mantener en alto los valores de la familia y la religión se convierten, después de la guerra, en un intento desesperado por ocultar su mediocridad y bajeza, puestas de manifiesto cuando empiezan a conocerse ciertos detalles para nada heroicos de la guerra.
Los partidos políticos y los sindicatos ven la posibilidad de aprovechar la situación y dar el golpe final contra la dictadura. Pero deberán actual con suma cautela, el aparato represivo sigue intacto, aceitado y mejorado después de años de explorar todas las posibilidades de la crueldad. La dictadura se extingue y la palabra democracia resuena con insistencia después de haber estado dormida por años. Pero falta mucho todavía. La infamia no se destruye de un día para el otro.
La prosa de Olguín no apela a recursos retóricos complejos ni a metáforas, por el contrario, narra el amor y la tragedia con la misma crudeza, el sexo con un vocabulario franco y vulgar que le confieren a la novela una potencia adicional.
La literatura de Sergio Olguín no pretende asentarse en posiciones de vanguardia, va a lo seguro y convencional. Y resulta eficaz.
“1982” resulta un punto de partida interesante para adentrarse en el universo narrativo de Sergio Olguín, uno de los escritores contemporáneos más leídos en la Argentina en la actualidad.
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