Nacieron guanacos en el Bioparque «La Máxima»
Nacieron guanacos en el Bioparque Municipal “La Máxima”; en el marco del Programa de Reproducción y Conservación de Camélidos Sudamericanos.
Desde el Bioparque se refuerza el trabajo con guanacos (animales silvestres) y llamas (domésticos). Según se indica desde la Dirección de “La Máxima” se comenzó a trabajar con otros bioparques y, en este contexto, se evalúa la posibilidad de incluir vicuñas en este trabajo.
Las tareas de reproducción y conservación priorizan el bienestar animal a través de planes sanitarios y alimentarios que lleva adelante el equipo veterinario, conformado por Horacio Grand, Federico Larraoudé y Sebastian Valdez, en conjunto con los cuidadores Carlos Arena y Walter Navarro, coordinados por el encargado Matias Graciarena.
La reproducción de estos animales en el Bioparque Municipal cumple una finalidad educativa, que se enmarca en el eje de Educación Ambiental en y para la naturaleza: para poder conocer y valorar el rico patrimonio natural que nos rodea; para re-encontrarnos con los otros habitantes de este mundo, apelando al desarrollo de los sentidos, a la percepción ambiental y al contacto directo con el mundo natural.
“Nuestro Bioparque tiene la finalidad de albergar especies que puedan cumplir roles de conservación y educación, siempre pensando y priorizando el bienestar animal por sobre el exhibicionismo. Por ello permanentemente continuamos trabajando en mejorar el hábitat de aquellos animales, que por diversas razones, no podrán ser trasladados o reinsertados en ambientes naturales por medio de programas de conservación”, explica Flavio Maldonado, director del Bioparque.
Lo que cuentan los Guanacos
Nombre Científico: Lama guanicoe
El guanaco es uno de los grandes herbívoros de Sudamérica y el mayor de los camélidos silvestres de este continente. Esta especie manifiesta una serie de adaptaciones anatómicas y fisiológicas que le permiten sobrevivir en condiciones extremas.
Debido a su adaptabilidad a distintas condiciones, y especialmente por su forma de alimentación, el guanaco ocupa hábitats con marcadas diferencias en estructura de la vegetación, relieve, clima y presencia de actividades humanas.
Estado de conservación
Las poblaciones de guanacos en Argentina declinaron continuamente desde la colonización europea hasta nuestros días. Los principales factores vinculados a esta reducción poblacional se relacionan con la alteración del hábitat, la competencia por introducción de ganado ovino, la caza indiscriminada -legal e ilegal- y la carencia de planes de protección y manejo que aseguren su conservación.
El manejo de guanacos en forma sustentable puede implicar cambios positivos para el futuro de la especie, históricamente declinante. Los beneficios obtenidos pueden favorecer una percepción positiva hacia la especie, que ayude a detener su declinación e incluso, recuperar zonas de su distribución original. Se estima que a fines del siglo XIX la población total de guanacos estaba en el orden de los 7 millones de individuos (Cabrera y Yepes, 1960; Torres, 1985). Hoy, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) estima que la población total no superaría los 600.000 individuos. Un relevamiento aéreo realizado en el año 2000, estimó una población mínima de 402.000 animales para la Patagonia continental, -en las provincias de Neuquen, Río Negro, Chubut y Santa Cruz- (Amaya et al., 2001).
Distribución Actualmente, la especie ocupa sólo el 40% de su distribución original y está fragmentada en poblaciones pequeñas y relativamente aisladas (Puig, 1995b; Franklin et al., 1997; Puig, 1992). Si bien el guanaco no se encuentra amenazado de extinción a nivel continental, una serie de poblaciones tiene riesgo de desaparición a nivel local e incluso regional (Cunazza et al., 1995). Se están desarrollando programas para conservar y hacer un uso sustentable del guanaco a partir de la esquila en vivo de animales silvestres, con el objeto de lograr fibras naturales de alta calidad, y áreas específicas para la conservación.
Su importancia ecológica y los servicios ecosistémicos que nos prestan
Su rol ecológico es primordial en los ecosistemas áridos y semi-áridos: modifica el crecimiento de las plantas, reduciendo la materia seca propensa al fuego; disemina semillas junto con las heces, promoviendo el reciclaje de nutrientes y la colonización de suelos degradados; causa mucho menos daño a los suelos que el ganado de pezuña hendida; contribuye a la dieta de los animales carroñeros, post-mortem; y es la principal presa del mayor carnívoro nativo, el puma. Como servicio ecosistémico, su valor recreativo-turístico se destaca por su gran tamaño en ecosistemas abiertos, habituación a la gente en reservas. Se ha utilizado con éxito como indicador, centinela y/o bandera; así como para justificar la creación de áreas protegidas. En su ausencia, el puma cazaría más al ganado. Históricamente, acompañó al desarrollo humano de la región, siendo una de las principales fuentes de alimento, cueros y fibra; y condujo a la selección artificial de la llama artificial de la llama.
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