1973. Una primavera en pleno mayo


Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Y las cosas se fueran dando más o menos como las había planificado Lanusse. El gobierno de la Revolución Argentina llamó a elecciones libres, o casi, incluyeron una condición que impedía que Perón se presentara como candidato.

El 11 de marzo del 73 el Tío Cámpora, candidato del Justicialilsmo, obtenía el 49,5 % de los votos contra un 21 % de la UCR que llevaba como candidato a Balbín. Teóricamente debería haber habido ballotage ya que ningún candidato obtuvo el 50 % de los votos. Balbín de todos modos declinó y renunció a su candidatura.

El 25 de mayo Cámpora asumía como presidente de la nación iniciando un período muy breve, conocido como la “primavera Camporista”. Lo primero que hizo fue liberar a todos los presos políticos y recostarse sobre la juventud más radicalizada y relegar a la llamada despectivamente “burocracia sindical”.

Los sectores de la derecha peronista presionaron al viejo líder y lo convencieron de que el rumbo que tomaba el gobierno de Cámpora no era el adecuado. Rodeado, Cámpora y su vicepresidente renunciaron 49 días después de haber asumido. Raúl Lastiri, presidente del senado, asumió como presidente de la Nación el 13 de julio y convocó a nuevas elecciones, esta vez sin restricciones que pudieran condicionar la candidatura de Perón.

El 23 de septiembre, Perón gana las elecciones con el 62 % de los votos, privilegiando en las listas de legisladores a miembros de la derecha peronista.

La respuesta de la izquierda llegó de inmediato, el 25 de septiembre un grupo guerrillero asesinó a José Ignacio Rucci, el sindicalista más mimado por Perón. La señal era clara, si Perón no tenía en cuenta la posición de su movimiento juvenil (el cual se asignaba el mérito de haber presionado a la dictadura para que llamara a elecciones) se armaría flor de bolonqui. Por otro lado, los estudiantes y jóvenes peronistas consumaban así su vieja consigna tribunera: “Rucci, traidor, a vos te va a pasar lo mismo que a Vandor”.

Así se iniciaba el tercer gobierno de Perón, aunque Perón con sus 78 años, ya no era el Perón del 45, ni tenía la capacidad de maniobra de aquel tiempo, ni conocía la realidad argentina como antes, mucho menos tenía la mística que le adjudicaba Evita. Todo mal.

Casi en paralelo, un chileno bruto y oportunista, Augusto Pinochet, empleado de la CIA, daba el golpe que derrocaba al gobierno de Salvador Allende en Chile, justamente allende de la cordillera.

Julio Cortázar regresaba al país para presentar El libro de Manuel, una novela que confirmaba lo que siempre se dijo: el mejor Cortázar es el cuentista. Rodolfo Walsh recuperaba el género que había creado con Operación masacre y publicaba el Caso Satanowsky, mientras Osvaldo Soriano lanzaba con éxito de ventas su primera novela, Triste, solitario y final.

Los Estados Unidos se rendían en Vietnam y retiraban sus tropas. Los soldados norteamericanos que pudieron volver, con el tiempo, contagiarían el vicio que habían contraído en la guerra, el consumo de drogas pesadas.

En el ámbito musical, María Elena Walsh editaba su disco Como la cigarra, Luis Alberto Spinetta lanzaba Artaud, obra tal vez nunca superada dentro del rock nacional y Joan Manuel Serrat llenaba el Luna Park. León Gieco y el brasileño Roberto Carlos peleaban el ranking junto a Palito Ortega, que acababa de lanzar su nuevo tema, Yo tengo fe. También llegaba al cine Rock hasta que se ponga el sol y se editaban los discos Confesiones de invierno de Sui Géneris y Mi cuarto de Vivencia, entre muchos otros éxitos musicales.

En televisión, Rolando Rivas taxista se convertía en la primera telenovela exitosa. En el cine, como contrapartida, censuraban Último tango en París, con Marlon Brando y la famosa escena de la mantequilla que arruinó para siempre la carrera profesional de María Schneider, una travesura inaceptable de Bertolucci.

Pero no todo era muerte, vejámenes y traiciones en el 73. El torneo metropolitano de aquel año lo ganaba el famoso Huracán del Flaco Menotti. Aquel equipo en el que brillaban Alfio Basile, Jorge Carrascosa, Miguel Ángel Brindisi, el olavarriense por adopción Francisco Fatiga Russo, Carlos Babington, René Houseman y Omar Larrosa, con el tiempo, iniciaría una etapa de gloria para el fútbol argentino.

También el año 73 fue un punto de inflexión en la lucha de las mujeres por alcanzar la reivindicación que venían reclamando. Se plantaron, firmes, en escenarios como el de la política, la música, la lucha sindical, ámbitos hasta ese momento restringido al género masculino, iniciando un proceso de transformación de la sociedad que aún no termina de completarse.

La crisis del petróleo ponía en jaque al modelo económico del estado de bienestar. Los buitres de la escuela de Chicago preparaban su experimento chileno y luego contaminarían de neoliberalismo a todo el mundo, o casi. Iniciando una etapa que indeclinablemente pondría a la humanidad al borde del precipicio.

La seguimos el otro domingo.

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