La Unicén expuso en España sus avances sobre robótica evolutiva
La ciencia ha hecho posible que un robot se comporte parecido a una persona. No se trata de una carrera contra la mente humana, pero ya hay técnicas que proponen un razonamiento postizo capaz de reemplazar al hombre en algunas tareas que pueden resultar ingratas, o peligrosas.
Es una evolución tecnológica constante y sorprendente que empuja los límites del conocimiento, los cuestiona, los reinventa. Desde hace más de quince años en la Universidad Nacional del Centro trabajan en estas cuestiones de inteligencia artificial, utilizando diversas técnicas que promueven sistemas automatizados emulando los procesos naturales.
Una de esas técnicas es la robótica evolutiva, donde una máquina es capaz de tomar ciertas decisiones sin intervención humana. Y esas decisiones son fruto de una “experiencia”, de haber almacenado en la “memoria” prácticas y movimientos.
El doctor ingeniero Gerardo Acosta es investigador del Conicet, docente de la Facultad de Ingeniería de Olavarría y uno de los referentes nacionales en estos temas. Es también director del grupo Intelymec (Investigación Tecnológica en Electricidad y Mecatrónica) del Departamento de Ingeniería Electromecánica. Y además fue hasta el año pasado presidente del Capítulo Inteligencia Computacional de la sección argentina del Instituto de Ingenieros en Electricidad y Electrónica (IEEE), la sociedad técnica profesional más grande del mundo.
Justamente, en nombre de este Instituto y por los trabajos realizados en el último tiempo, recibió días pasados un premio en el Congreso Mundial de Inteligencia Computacional, en la ciudad española de Barcelona.
Además del reconocimiento a los aportes argentinos sobre inteligencia computacional, Acosta presentó allí, ante una gran cantidad de especialistas de todo el planeta, los resultados de trabajos sobre robótica evolutiva que forman parte de la tesis doctoral de un colega de la Unicén, el Dr. José Fernández León.
Cerebro electrónico
Con la técnica de robótica evolutiva “se trata de copiar los comportamientos de la naturaleza”, señaló el ingeniero. “Se programan robots para que puedan moverse en entornos reales que no se conocen de antemano”, agregó. A partir de esta programación un robot va adquiriendo la capacidad de aprender, va evolucionando hasta ser capaz de exhibir conductas más complejas, a partir de una técnica de programación denominada algoritmos genéticos. De esta forma, por ejemplo, un robot podrá desplazarse de un lugar a otro sin ninguna intervención humana, sólo con pautas que las definirá el propio ambiente.
Para Acosta, la potencialidad de esta técnica es justamente la capacidad de adaptación, aprendizaje y discernimiento. Una de las desventajas sería actualmente la autonomía de un robot para seguir trayectorias extensas, para lo cual se está trabajando en algoritmos más determinísticos, en información más precisa para optimizar sus acciones y minimizar el consumo de energía. “Esto está en fase experimental”, indicó el científico.
En el trabajo expuesto en Barcelona, Acosta aportó detalles de un “modulo de coordinación de comportamientos simples inspirado en un sistema inmune artificial para la generación de trayectorias en un robot móvil autónomo”. Se trata de la implementación de un tipo específico de coordinación de comportamientos elementales (seguir una línea, seguir un objetivo, doblar ante la presencia de otro objeto), para obtener un comportamiento emergente más complejo, que permite a un robot adaptarse mejor a inexactitudes sensoriales. Esto le genera mayor seguridad y mantiene su integridad física, sobre todo frente a perturbaciones del entorno como puede ser en medio del campo o debajo del agua.
Los resultados de estas investigaciones sobre inteligencia computacional también serán publicados en la revista científica de la editorial Elsevier, BioSystems, especializada en informática bioinspirada y de circulación internacional.
Con todo, la Unicén y especialmente la Facultad de Ingeniería de Olavarría reafirmaron su prestigio internacional en cuestiones de inteligencia computacional, con aportes científicos que son perfectamente transferibles a la vida cotidiana, aún en asuntos de la más alta y compleja tecnología.
En Noruega
El doctor Gerardo Acosta realizó también un viaje a Noruega, donde representó a la Universidad del Centro en una misión de vinculación con universidades de ese país, además de coordinar acciones de investigación sobre sistemas de control inteligente con otros científicos.
Esta misión es una iniciativa impulsada por la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación, que pretende potenciar la internacionalización de las universidades nacionales. En este marco, la idea es fortalecer las áreas de relaciones institucionales, alentar misiones al exterior para explorar las posibilidades de relación, y fomentar la movilidad estudiantil de grado.
El ingeniero local formó parte de una comitiva argentina integrada además por representantes de las universidades de La Patagonia San Juan Bosco, de Córdoba, de San Martín, Río Negro, de la UBA, La Rioja, y del Litoral.
Recibidos por funcionarios políticos y autoridades universitarias, visitaron la Universidad de Oslo, su capital, la Universidad de TromsØ, una ciudad a 350 kilómetros al norte del círculo polar ártico, así como la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Trondheim, una de las ciudades con mayor penetración de las nuevas tecnologías.
Durante las reuniones hubo intercambio de información y experiencias, y promesas de encontrar los caminos para realizar acciones de movilidad estudiantil de grado, para lo cual se deberían alentar escenarios que disminuyan las diferencias y posibilidades de acceso de los alumnos sudamericanos con sus pares de la Europa del norte.
En ese sentido, Acosta destacó que “el segundo idioma extranjero más hablado en Noruega es el español, entonces por eso tienen interés de hacer el intercambio recíproco. Aparte el interés geográfico de irse a estudiar a la otra punta del mundo”.
Por interés con su trabajo específico, el ingeniero mantuvo reuniones en Trondheim con Thor Fossen, profesor del Departamento de Ingeniería Cibernética, referente en temas de sistemas de control y robótica en general, con énfasis en el medio acuático. Allí Acosta pudo conocer los laboratorios equipados con la más alta tecnología, e incluso le abrieron las puertas para probar los experimentos argentinos en los barcos que la Universidad tiene instalados en el mar.
Así, esta misión permitió acercar las expectativas académicas y de gestión de la universidad nacional con otros centros de formación de primer nivel mundial. Para la Facultad de Ingeniería, en particular, “resultó muy interesante para poder participar en proyectos europeos de investigación conjunta”, subrayó el ingeniero Acosta.
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