El calendario nacionaliza discurso y peleas, mientras los Federales preparan el desembarco
Por Andrés Lavaselli
Con Javier Milei y Axel Kicillof como protagonistas centrales jugando su capital político en el barro de los territorios, la campaña para las elecciones del 7 de septiembre se convertirá, más temprano que tarde, en una disputa con agenda nacionalizada. Es un efecto más de una particularidad derivada del desdoblamiento del calendario, que en los últimos días se volvió tan relevante que sirve para explicar otras dos cuestiones cruciales de esta hora: la dinámica de las peleas en el peronismo y La Libertad Avanza, y también una posible mutación inesperada, la de Somos Buenos Aires, la alianza de centro, asociada la movida de los gobernadores que pegaron el “Grito Federal”.

El rulo que complica todas las estrategias es la superposición del cierre de listas para diputados nacionales, que opera el 17 de agosto, con las últimas tres semanas de la campaña para votar legisladores provinciales y cargos locales. La única certeza que tienen en todos los campamentos es que, en el momento en que los candidatos para la pelea de octubre queden anotados, se abrirá un lapso en el que el debate tenderá a nacionalizarse. Por eso, Milei planea para ese tramo final la intensificación de su presencia en el territorio para respaldar a los libertarios. Es una modalidad que arrancará este miércoles con una foto de familia con los ocho que son cabeza de lista, diseñada además para mostrar unidad tras varias semanas de turbulencia interna.
De hecho, La Libertad Avanza tuvo que resetear su dispositivo de campaña sobre la marcha, luego de que Milei ordenara subir a Santiago Caputo al comando electoral. O, dicho de otro modo, después de que ordenara una tregua en la pelea con Karina, su hermana. En lo operativo, se plasmará en una división de roles: el consultor estará a cargo de la elaboración del discurso y de la batalla en redes, Sebastián Pareja, operador de Karina, quedó al comando del despliegue en el terreno. La decisión es trabajar el leitmotiv “kirchnerismo o libertad”, con Kicillof como contrafigura. Habrá también presencia en medios tradicionales -afines-, con Diego Valenzuela y Guillermo Montenegro como protagonistas principales.
La razón de fondo de esa suspensión de hostilidades -aún frágil- no está del todo clara, pero es probable que hayan jugado un rol las encuestas que en las últimas horas llegaron a la Casa Rosada. Marcan una pérdida de rendimiento de la marca libertaria en distritos clave. Aunque también indican que la elección está abierta. En Fuerza Patria manejan números parecidos: ventaja holgada del peronismo en la tercera sección (entre 10 y 16 puntos), predominio menos amplio de LLA en la primera (cinco puntos). Un dato relevante: en el interior, donde los libertarios se imponen, la competencia de los candidatos de Somos Buenos Aires -y HECHOS en la segunda- los expone, debido a su perfil, a una sangría de votos que los perjudique más que al peronismo y achique la ventaja.
En el peronismo el dato central, anticipado aquí la semana pasada, fue la rebeldía de Juan Grabois, enfrentado abiertamente con Sergio Massa en su intento de quedarse con la cabeza de la lista. El modo en que al parecer se desactivó dejó la sensación de que se trató de un episodio limitado al polo anti Kicillof del armado: Grabois pidió “disculpas” sentado junto a Máximo Kirchner, tras revelar que Cristina le pidió que “baje dos cambios”. Kicillof y los suyos no dijeron palabra al respecto. Para el Instituto Patria es una evidencia de que “la jefa” es la que en el fondo ordena; para gobernación, alimenta las sospechas de que Máximo Kirchner habría alentado la aventura del dirigente social, porque cree que con dos listas mejora la cosecha de legisladores.
Existe un dato cuasi estructural detrás de la tensión por la lista nacional en el peronismo: la dificultad para definir quién encabezará la pelea contra José Luis Espert. Grabois y Massa se vetan entre sí, más allá de que el líder del Frente Renovador asegura que no quiere ser. Kirchner, que tiene un nivel de imagen negativa alto, adelantó que, si se lo piden su madre “y el gobernador”, acepta. Kicillof no irá a un operativo clamor, pero no lo vetará. De hecho, en La Plata aseguran que se enforzará en la campaña, pero no pujará con la misma intensidad que lo hizo para las de septiembre. En el MDF aseguran que para ellos la prioridad es no generar turbulencias en la previa de las elecciones.
La superposición de calendarios da pie también para otra novedad posible: el desembarco bonaerense del “Grito Federal”, la alianza que lanzaron los gobernadores Ignacio Torres, de Chubut (PRO); Maximiliano Pullaro, de Santa Fe; Carlos Sadir, de Jujuy (UCR); Martín Llaryora, del peronismo cordobés; y Claudio Vidal, del provincialismo de Santa Cruz. Esa irrupción se haría a través de una estructura ya existente: la de SBA, con la que ya tienen un vínculo a través de Juan Schiaretti, el aliado de Llaryora. El cordobés, cuentan, impulsa para la cabeza de la lista de diputados nacionales a Florencio Randazzo. Pero Facundo Manes también quiere ser el primer nombre de esa boleta.
Las tensiones están a la vista. Schiaretti le habría sugerido a Manes que se postule por Capital, su lugar de residencia habitual. Nadie sabe, además, qué opina el radicalismo, que por su parte es un hervidero de internas: ¿con qué sector deberían hablar los gobernadores? Pullaro, que ya estuvo de recorrida con el candidato de la UCR en la primera, Pablo Domenichini, seguro tallará. Él y Schiaretti, además, volverán a pisar suelo bonaerense para apoyar a los suyos. ¿Qué pensarán de este despliegue GEN y la Coalición Cívica? En este contexto, nadie descarta que, si hay un avance con los federales, Somos sufra escisiones y termine habiendo, en octubre, dos listas de la “avenida” del medio en la provincia. (DIB)