Las clases presenciales y un sistema de salud al límite

Escribe Sergio Di Pino

Hospital Municipal Hector Cura – PH: Luis Molina

Alberto Fernández pateó el tablero y descolocó a todo el arco político. Abrumando por el crecimiento vertiginoso de los contagios de coronavirus y la indefinición de gran parte de la dirigencia, que especuló, hasta lo último, con los costos electorales de un nuevo confinamiento, dio un golpe de timón. Definió, casi en soledad, un paquete de medidas restrictivas para el AMBA e instó, con poco éxito, a los gobernadores a adherir a sus determinaciones, para reducir la circulación social de la enfermedad.

La decisión presidencial, corrió de eje a las principales figuras políticas del país. Y sinceró algunos de sus posicionamientos políticos. Al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, lo obligó a abandonar su rol de “equilibrista” y a confrontar con el kirchnerismo. Con ese movimiento trató, a su vez, de cuidarse las espaldas ante la avanzada del ala dura de Juntos por el Cambio, un sector cada vez más intolerante a cualquier gesto de moderación. Los hechos de violencia del último sábado por la noche, entre manifestantes y la policía de la Ciudad, aún no esclarecidos, podrían profundizar la interna entre ambos sectores.

También mostró a un Axel Kicillof alineado, de manera “taxativa”, con el gobierno nacional: “Está muy bien que Alberto tome el toro por las astas” sostuvo el gobernador, durante una conferencia de prensa en la que igualó a Rodríguez Larreta “con Bullrich y Macri”. Sin pelos en la lengua, señaló que “no es cierto el versito del consenso” y acusó a la principal fuerza opositora de  “hacer campaña electoral” con la “educación” y “la pandemia”.

En ese marco, anunció la puesta en funcionamiento de una Fase 2 para los distritos del área metropolitana. Olavarría quedó al margen de la medida y, al menos por ahora, seguirá en Fase 3. Sobre el fin de semana, un nutrido grupo de legisladores, intendentes y concejales bonaerenses, se abroquelaron y salieron a respaldar las medidas presidenciales a través de una solicitada.

El anuncio del presidente reconfiguró y agrietó todos los debates. En especial, el la suspensión temporal de las clases presenciales. La medida, que solo tenía injerencia en el AMBA, provocó un efecto dominó en las provincias y municipios y encendió – aún más-  las discusión federal sobre la conveniencia de sostener la asistencia a las aulas.

En Olavarría, una ciudad sumergida en una marea de contagios y con un sistema de salud tensionado hasta el límite, la discusión sobre una suspensión temporal de las clases  presenciales, había sido planteada, tempranamente, por el Frente de Unidad Docente y los auxiliares de ATE.

Los sindicatos llevaron, dos días antes de las disposiciones del presidente, el pedido ante las autoridades sanitarias y educativas locales, en el marco de una reunión de la Unidad Educativa de Gestión Distrital (UEGD).

Conocidos los anuncios de Alberto Fernández, el Intendente Ezequiel Galli, hizo una férrea defensa de la presencialidad, con reiteradas apariciones en medios nacionales: “en las aulas no es el problema» remarcó y dijo que “en el rango de 0 a 15 años prácticamente no tenemos casos”.  

Una vez confirmada la permanencia de Olavarría en Fase 3, afirmó que las medidas adoptadas “desde el 23 de marzo”, permitieron “frenar el avance vertiginoso del virus” e insistió: “Lo hemos repetido hasta el cansancio: los contagios no están en las aulas”.

Mientras las autoridades locales se aferraban a las estadísticas, debido al “bajo impacto” de los contagios de docentes y estudiantes en las aulas (0,5%) y en base al número de burbujas aisladas (1,8%), respecto al universo escolar, el reclamo gremial tomó fuerza.

UDOCBA, uno de los gremios docentes, realizó el último miércoles, un paro de actividades por 24 horas, al que se plegaron muchos maestros de Olavarría. El alto acatamiento, de alguna manera, evidenció el sentir de las bases.

Una dirigente de otro sindicato, comentó que los docentes se encuentran “muy preocupados”. Y pidió contextualizar la presencialidad dentro de la difícil situación sanitaria que atraviesa nuestra ciudad, con 42 de muertes por coronavirus en lo que va de abril: “Es necesario ver cómo impacta en la escuela la saturación del Hospital” explicó.

En este sentido, consideró que no alcanza con visualizar si los casos de coronavirus “dentro de las escuelas son mínimos”, sino en observar la alta circulación social que se genera en torno a la escuela, “donde los docentes y los chicos quedan expuestos”. Remarcó que la solicitud de suspensión “es temporal”, con el fin de disminuir el movimiento urbano y  poder bajar la curva de contagios.

Además, relativizó los datos de las burbujas aisladas “porque no contempla algunas situaciones” como los contagios “de directoras o preceptoras” o los positivos identificados “en momentos en los que las escuelas estuvieron cerradas, como ocurrió durante los cinco días de Semana Santa”.

Otro punto a analizar, es la decisión de padres que dejaron de enviar a sus hijos a las escuelas, para “no exponerlos” a eventuales contagios. “Hay una suspensión de hecho” comenta un docente, ante lo que considera es una sensible baja en la concurrencia de sus alumnos. Dirigentes de algunos gremios, reconocen la existencia de este tipo de situaciones, aunque apuestan a encontrar “una salida colectiva” por sobre las reacciones individuales.

Sobre la mañana del sábado, circuló un mensaje de una treintena de “pediatras del sector público y privado de Olavarría” para defender la presencialidad: “que las clases presenciales sean lo primero en abrir y lo último en cerrar” afirmaron con un escueto comunicado, en el que aseguraron que “al cumplir los protocolos de distanciamiento, la posibilidad de propagación del virus en las aulas es muy baja”.  Sobre el final de la nota,  consideraron que “el confinamiento por catorce días de niños, niñas y adolescentes, sin cumplir las condiciones de contacto estrecho y sin riesgo de trasmitir la enfermedad a la comunidad, constituye un avasallamiento a sus derechos”.

A esta altura de la columna, se impone realizar la siguiente pregunta ¿la presencialidad en las escuelas es un hecho pedagógico o un hecho político-electoral?

En caso que la respuesta elegida fuese la primera, habrá que analizar si alcanza con esta presencialidad “a medias”. Para ello, se tendrá que indagar sobre los objetivos del proceso de enseñanza-aprendizaje. Si hubo mejoras concretas, a pesar de la discontinuidad del sistema mixto, las burbujas aisladas, las clases entrecortadas, los docentes dispensados y las suplencias sin cobertura. Y si fue posible, aún ante tanta dificultad, reinsertar a los desfavorecidos por la falta de conectividad. De modo general, habrá que reflexionar si lo ganado, en términos formativos y en el bienestar anímico de los chicos, puede colocarse por encima de medidas temporales, para el cuidado general de la población.

Por el contrario, si el sostenimiento de las clases presenciales responde a una cuestión electoral, la explicación resultaría más sencilla. Sin embargo, nada es obvio y precisamente, la habilidad de los sectores dominantes, consiste en hacer pasar los intereses particulares como propios del conjunto, porque básicamente así actúa la hegemonía.

A priori, el éxito de estos planteos, fue  instalar a la presencialidad y la virtualidad como dos polos antagónicos y definitivos, a partir de la experiencia vivida en la Argentina del 2020. Aunque la decisión de suspender la presencialidad, en este caso, estaba acotada a dos semanas y formaba parte de un conjunto de medidas para disminuir la circulación social, ese sentido preferente no pudo instalarse en la opinión pública. Por el contario, se impuso el “todo o nada” de algunos sectores opositores y hubo un llamado a la resistencia contra el “cierre de las escuelas”.

Dentro de tanta polarización que se vivió en la semana, el último viernes se produjo un hecho político que pasó casi desapercibido y que es justo destacar. Por unanimidad, el Concejo Deliberante acordó una serie de sanciones “ante el incumplimiento de medidas adoptadas en Olavarría, en el marco de la pandemia”. Además de emprolijar un compendio de decretos anteriores, sirvió para brindar un mensaje de consenso, de cara a la sociedad, frente a la adversidad que plantea la pandemia. Lo importante, de todas formas, será que esa Ordenanza se transforme en una herramienta para mejorar los controles, algo muy demandado por la ciudadanía.

El grito desesperado de los trabajadores del Hospital

Olavarría atravesó otra semana alarmante en materia sanitaria. Aunque existen  algunos indicadores positivos, como una leve baja en la razón y un freno en la incidencia, la ciudad permanece con más 1100 casos activos y acumuló 25 muertos por coronavirus en apenas 6 días.

Además de los riesgos de contagiosidad, que conlleva la circulación de las variantes de Reino Unido y Manaos, el epicentro de las preocupaciones se ubica en la capacidad de resistencia del Hospital Municipal para garantizar la atención a los vecinos.

“Estamos peor. Hay el doble de pacientes internados en clínica que en la peor etapa de octubre y ya se interna incluso en maternidad” reconocen desde dentro del Hospital, a lo que agregan que “el ámbito privado ya está saturándose también”.

Otro médico insiste en que se debió “cerrar todo hace tres semanas”, porque aunque “ahora haya restricciones ya estamos pasados por arriba” y considera que “estas cepas comprometen también a la gente más joven”.

En el espacio de esta columna, insistimos, desde hace dos semanas, acerca de la delicada situación que afronta el Hospital, para hacer frente a un mayor número de internaciones. En particular, planteamos que la situación de enfermería era crítica, a partir de la información que nos confiaban diferentes actores del sistema de salud.

“La situación es insostenible” sentenció, públicamente, el titular del Sindicato de Trabajadores Municipales, José Stuppia, al referirse a las condiciones en las que ejercen sus labores enfermeros, médicos, camilleros y el personal de limpieza.

El sindicalista, convocó de forma “urgente” a una conferencia de prensa, el último viernes, ante la falta de respuestas de las autoridades: “queremos ser esclarecedores de la situación para que se entere la comunidad”  afirmó.

Graciela Salías, enfermera y delegada de Terapia Intensiva del Sindicato de Trabajadores Municipales, describió un panorama desolador. Se refirió a la “escasez de recursos humanos” y subrayó que “la situación no se da solamente con la pandemia, sino que viene de antes. Estamos agotados” dijo.

Explicó que actualmente “tenemos dos enfermeras por turno para atender las nueve camas de Terapia Intensiva, que vienen al 100% de ocupación efectiva desde hace mucho. Tenemos registros que avalan lo que estoy diciendo» reveló  y contradijo las informaciones oficiales sobre la situación hospitalaria: “No tenemos veinte camas de Terapia, tenemos nueve» denunció.

Pidió la contratación de personal “que venga a cubrir los puestos que están faltando, los cinco enfermeros por guardia como teníamos antes”  porque “es imposible brindarle al paciente una atención de calidad. Nos lleva tres horas recorrer tres o cuatro camas, porque son pacientes complejizados” sostuvo.

Sobre el cierre de su testimonio,  brindó un dato por demás angustiante: “se nos ha impuesto a los enfermeros embolsar a los óbitos porque la cochería dejó de ingresar a la terapia” confesó.

La conferencia de prensa, arrojó más datos preocupantes. José Stuppia aseguró “que los recursos humanos están para contratar” y que “hay gente para ingresar” pero rechazó que “ingresen como destajistas”. Su postura, entró abiertamente en contradicción con las posiciones del Ejecutivo Municipal, que  había puesto “a la falta del recurso humano” como el principal obstáculo para el fortalecimiento de la capacidad hospitalaria. En el medio de todo este debate, la comuna mostró algunas inversiones de urgencia, como la compra de  un respirador de alta gama y cuatro monitores multiparamétricos.

Graciela Salías, enfermera y delegada de Terapia Intensiva del Sindicato de Trabajadores Municipales

Las siguientes dos o tres semanas, serán más que difíciles para nuestra ciudad. Aunque la Provincia limitó los alcances de la Fase 2 al área metropolitana, Olavarría se mantiene como uno de los distritos con mayores complicaciones en el interior bonaerense. Las posibilidades de sostenerse en Fase 3, dependerán de la resistencia del sistema de salud y del esfuerzo colectivo para aumentar los cuidados y frenar contagios.

La responsabilidad ciudadana, en el cumplimiento de las últimas disposiciones gubernamentales, será fundamental. Si por el contario, no hay avances contrastables, será inevitable que haya mayores medidas de restricción. En ese escenario, también habrá que observar, qué se hizo y qué no en materia de gestión, para llegar al punto crítico al que se llegó.

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