Las fronteras internas bonaerenses: compartimentos estancos, silencios impuestos y el desafío de la organización regional


Luis Gotte – Mar del Plata – [email protected]

Observemos bien: a los bonaerenses nos han dividido en fronteras. No de esas que se ven en los mapas escolares, sino otras más sutiles y peligrosas: las del aislamiento político, la segmentación productiva y el silenciamiento institucional. Nos dividieron en 135 compartimentos estancos -municipios atomizados- sin puentes entre sí, sin verdaderos órganos de articulación regional, todos dirigidos desde los escritorios de La Plata, una capital provincial que muchas veces mira más al Obelisco que a los caminos rurales que conectan nuestros pueblos.

Hoy, la Provincia de Buenos Ayres vive una suerte de balcanización interna. No hay organización regional que organice, que coordine, que represente. Cada intendente pelea solo, cada municipio gestiona lo que puede, y mientras tanto el AMBA crece desbordado y la región extra-AMBA se va despoblando, como si el futuro bonaerense estuviera condenado a concentrarse en la gran Urbanópolis y no en el interior productivo.

Pero lo más grave es que la mayoría de los intendentes han resignado su papel de líderes locales para convertirse en engranajes de un esquema político verticalista que responde a la lógica de la Gobernación. Se subordinan al poder provincial como si fueran meros administradores delegados, y los Concejos Deliberantes, lejos de ser ámbitos de representación vecinal, funcionan como extensiones del partido gobernante de turno. No deliberan: obedecen. No representan: reproducen. En lugar de defender la autonomía y los intereses de sus pueblos, callan, pactan y se alinean.

Las Delegaciones municipales, que deberían ser el oído y la voz del Estado en cada localidad, están hoy ocupadas por delegados puestos a dedo, no por la comunidad. Funcionan como barreras burocráticas que filtran o directamente acallan los reclamos vecinales. Son parte de un modelo que administra la desarticulación y premia el silencio.

No hay lucha común por la autonomía municipal y Cartas Orgánicas, ni una exigencia coordinada para modificar la anacrónica Ley Electoral 5109, que distorsiona la representación y deja sin voz a millones de bonaerenses. Tampoco hay un frente unido para exigir un reparto más justo de los recursos tributarios, ni una ley de poblamiento que frene el éxodo hacia esa mancha urbana que es el AMBA, ese monstruo que crece sin planificación, mientras nuestras localidades se apagan de a poco.

Este proceso no es obra del azar ni de errores políticos. Tiene responsables con nombre y apellido: los gobernadores que desgobernaron la Provincia. Gobiernos que administraron la estructura provincial con criterios centralistas, amparados en viejos esquemas de sumisión al poder central y la concentración administrativa en la capital provincial. Gobernadores que jamás promovieron un plan de desarrollo regional sustentable, ni propusieron una reforma institucional profunda. Y lo que es más grave: muchos gobernaron sin pisar el interior, sin entender su realidad productiva, sin hablar el lenguaje de la comunidad rural.

A esto se suma la actitud -cómplice o negligente- de una Legislatura Bonaerense cada vez más alejada del territorio. Diputados y Senadores que, una vez que llegan a La Plata, rara vez vuelven a levantar la vista hacia la pampa bonaerense. Representantes que no representan. Muchos de ellos, colocados en las listas a dedo desde sus estructuras partidarias con domicilio en CABA, sin compromiso territorial, sin militancia comunitaria, sin un proyecto regional.

El pueblo bonaerense merece otra cosa. Merece dirigentes con los pies en la tierra y la cabeza en el porvenir. Con mirada amplia, con visión federal, con sentido de justicia territorial. Dirigentes que sepan que el interior no es una reserva folclórica o discursiva, sino el motor económico y cultural de esta Provincia.

La única verdad es la realidad. Nos han impuesto fronteras internas para silenciarnos. Es urgente poder trascenderlas, romperlas con la palabra, con la verdad y con organización. Dialogar con los municipios vecinos. Generar una mentalidad regionalista.

Porque si no nos organizamos como región, si no peleamos como Provincia diversa pero unida, seguiremos siendo un mosaico sin identidad común, una maquinaria desmembrada que decide poco, y obedece mucho.

Debemos preguntarnos, como bonaerenses: ¿hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que desde arriba nos administren como si fuéramos piezas sueltas? ¿Hasta cuándo vamos a aceptar este destino de periferia resignada dentro de nuestra propia tierra?

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

error: Content is protected !!