¿Por qué La Cámpora no nos ayuda a todos?
Nota de opinión de Carlos Paladino
«Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella».
Joan Baez
Nota de opinión de Carlos Paladino
Debiéramos estar más tranquilos, al fin tenemos vacunas. Pero, no, ni bien llegaron se desató el escándalo. Se sospechaba que en cualquier momento podía saltar, sin embargo, faltaban evidencias. El escandalete se armó por el lado menos pensado. El periodista Horacio Verbitsky, una de las mentes brillantes de aquella juventud «maravillosa e idealista», se despachó – sin que nadie le preguntara nada – con la novedad de que su eterno amigo, el ministro Ginés González García, le había facilitado el acceso a vacunarse, sin que se interpusiera la esencialidad, el turno, ni nada.
Lo que pudo haber sido un remanso para la crisis económica y sanitaria que enfrenta el presidente, se convirtió en un escandalete que sacó los trapitos al sol de algunos funcionarios del gobierno. Asimismo salieron a la luz, legisladores, intendentes, familiares y amigos de los amigos, etc. Quedó involucrado el matrimonio Duhalde. costandole un dolor de cabeza a la señora Chiche que intenta meterse en la pelea política con una agrupación llamada «Sumar», que aglutina a «los decepcionados de este gobierno».
No es para alarmarse, de alguna manera la portadora de semejante apellido va a salir de la coyuntura. Y, cuando no, la agrupación La Cámpora, protagonista principal de este proceso malsano. Tal vez suene cruel, pero es real pensar que cada vez que muere una persona sensible al coronavirus o de avanzada edad proclive a contraer con más virulencia la enfermedad, o algún agente de la salud expuesto sin pausa al contagio, se podría haber salvado de contar con una dosis que fue a parar a la inmunidad de algún conocido de la política, o de algun «amigo de por si las moscas» o a la muchachada de La Campòra; todos personas saludables, rozagantes, ufanas de buena salud, que no son esenciales para combatir la pandemia. No expedirse sobre este asunto tan caro a la salud colectiva, es lo mismo que dejar hacer lo que quiera a un grupo de entenados desaprensivos con la sociedad y, lo peor del caso, es que lo hacen con los gravámenes que no mortifican a diario. ¿Pagamos para perjudicarnos? ¿Cuántas vacunas se desperdiciaron en estos escogidos amorales?. Vaya uno a saber. Para voceros del gobierno es otra operación de prensa inventada y mentirosa.
La Cámpora, es un hijo tangible de la familia Kirchner, nacida en el 2006 y encarnada en el joven Máximo Krchner. Entre sus iniciadores, figuran los señores Andrés Larroque, Juan Cabandié, Mariano Recalde, y otros.
Fundadores con destino asegurado ya que hoy los vemos ocupando cargos de relevancia en el gobierno (¿peronista?). La tendencia se identifica con el apellido de un peronista de raza, hombre honrado, excelente ciudadano de San Andrés de Giles que puso la cabeza para permitir el reingreso del General Perón a la presidencia de la nación. La consigna fue «Cámpora al gobierno, Perón al poder». El sacrifico le reditúa la inquina del general. Ya desde ese momento los jóvenes insurgentes condicionan al gobierno: para gobernar en paz, el presidente firmó un acuerdo con las guerrillas y liberó a los pesos (¿políticos?) por subversión. Los partidos políticos – sin excepción – encuadran en su organización a la juventud, espacio de donde saldrán los líderes continuadores de su doctrina.
Los ex presidentes Kirchner dispusieron que su hijo Máximo (que declaró 292 millones de pesos, suponemos que la tajada gorda es heredada) comandara una agrupación juvenil que los apoyara incondicionalmente, sin importar cual fuere el resultado de su gestión. Es decir, crearon una fuerza numerosa disponible en cualquier momento y ocasión, eso sí, dinero de por medio. El señor Máximo Kirchner hoy es candidato firme a asumir la presidencia de la nación. Y, esto lo comprendo. Los esposos Kirchner han concebido en el sistema político, una suerte de dinastía que, aguantada por una gran corte prebendaria, adquiere singularidades propias del absolutismo de estado. Es que alguien debe preservar los fueros por los actos de corrupción originados en su gestión y, aquellos que pudieran surgir en adelante, alguien que garantiza la continuidad de la impunidad de la dinastía y, para eso, mejor que el primogénito no hay. Por otro lado, la madre de Máximo ejerce la responsabilidad política del país. Con su hijo en el poder la crisis institucional queda a resguardo. ¿Lo podrán concretar?
Máximo Kirchner no ganó ninguna interna por tomar la jefatura de la juventud peronista o justicialista. Ya no existe, ahora se necesita comprar a una juventud kirchnerista que hizo olvidar la importancia que reviste la militancia juvenil como futuro político. En base a la plata que sale de nuestros bolsillos o de la emisión, bancamos la Guardia Pretoriana de toda la familia. Así se fundó La Cámpora y, así se estableció en el ámbito de la política, sin ningún mérito ni carrera por la primacía. Cuanto más miseria se origine, más necesidad existe de un trabajo que proyecte un buen futuro a los muchachos desvalidos. y es ahí donde aparecen los sueldos públicos innecesarios a resarcir la ineficacia del gobierno, También consiguen aumentar las pérdidas estatales. Por esos motivos, el presidente Alberto Fernández apoya la candidatura del señor Máximo Kirchner; también él se salva.
La Cámpora ha crecido de forma desmesurada. Detrás de cada desajuste en el organigrama construido por el presidente, está la influencia camporista, Por lo visto, rechazan todo proyecto que no sea patrocinado por el estado. Ni un ápice de apoyo al emprendimiento privado que no puedan controlar. No se le conoce un Plan de Gobierno, por ahora se conforman con la caja repleta para crear empleos públicos.
Para el pensador Pablo Manteggazza (1831-1910), La Cámpora sería una bendición para la hipocresía. El candidato del peronismo es la antítesis del discurso doctrinario.que predica que los dirigentes se forman de abajo. Con Kirchner hijo se tiró por la ventana grande el concepto válido para ascender en la escala de valores. Máximo es un muchacho rico, no hizo cola de espera, de un día para otro fue un líder en base al dinero de sus padres. ¿Los sindicalistas ya no surgirán de la clase obrera?
Dejamos a un lado la vacunación diferenciada que realizan tanto La Cámpora como la Corporación Prebendaria que al igual que la Iglesia Católica creen que deben ser «sostenidas» según reza la Constitución Nacional y, rescatamos al estamento camporista, que proporciona mucho trabajo.
«Una sociedad que se olvida de sus viejos es una sociedad miserable» , dijo el presidente al inicio de su administración. Preguntamos: ¿y si los jubilados, que también ven un destino sin esperanza, se juntaran en las filiales de La Cámpora a ver si les dan un trabajito? Por menos que les paguen será una ayuda muy apreciada.
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