Relatos para En Línea Noticias: Muertos antes que conectados
Dostoievski, Zizek y el Dios de las Redes. Una propuesta para En Línea Noticias que realiza delaltillo ediciones
Por Guillermo Del Zotto / delaltillo ediciones
El límite que cruzan Eduardo Wilde con su cuento “La primera noche de cementerio” y Fedor Dostoievski con el extrañísimo relato “Bobok”, no sólo es una marca importante del tono de un relato sino que ambos indagan en las profundas vivencias de los no-vivos. Para aclarar: en ambas historias se trata del relato en primera persona de personajes que, cruzando el umbral de la muerte física, tienen y cuentan experiencias desde el más allá. No vuelven, pero tiene la oportunidad de dejar testimonio de los primeros momentos en los que la conciencia abandona el cuerpo.
“La primera noche de cementerio”, una de las tantas joyas de Eduardo Wilde que lo colocan como un profeta de estilos literarios, es básicamente un relato erótico. Construido con la mejor ironía y una gran verosimilitud acerca de lo que un cuerpo puede “sentir” en los primeros días de des-composición. Es decir, mientras va cambiando de estados.
Como le gusta aclarar a Slavoj Zizek, en “Bobok” Dostoievski no utiliza fantasmas sino cadáveres vivientes. Dándole a su más extraño relato las características de zombies pensantes, a los que se les ve el alma.
“Bobok” es una onomatopeya, una interrupción sonora que le permite al protagonista Iván Ivánovich descubrir que durante dos o tres meses los cadáveres vivientes siguen teniendo conciencia, pueden contarse sus cosas entre ellos y desnudar el “súper yo” sin tapujos. Al final de esos meses: “bobok!” (o dicho en criollo, caput!). A diferencia de Wilde, diríamos aquí una “orgía de conciencias”.
Mijaíl Bajtín y Zizek toman este relato de Dostoievski para una gran panzada literaria, filosófica y psicológica en sus respectivas obras “Problemas de la poética de Dostoievski” y “Cómo leer a Lacan”. Desde esta pequeña columna se recomienda la lectura de ambos libros y ambos relatos (el de Wilde y el de Dostoievski).
Así como marcamos el poder vanguardista de estos dos autores -tanto en el manejo del tono del relato fantástico como del erotismo y la psicología de avanzada en lo que subyace de ellos-, nos quedamos con la actualización que hace Zizek del significado de Bobok:
“En ´Bobok´ no nos enteramos de ninguna verdad impúdica –los espectro de los muertos se desvanecen justo en el momento en que deberían ´cumplir con su palabra´ y contarle a su audiencia sus secretos sucios (…) ¿y si también en ´Bobok´ todo el espectáculo de los cadáveres que prometen revelar sus secretos más sucios estuviera montado sólo para atraer e impresionar al pobre Iván Ivanovich? En otras palabras, ¿qué ocurriría si el espectáculo de la ´verdad sin pudores´ de los cadáveres vivientes fuera sólo una fantasía del oyente –y de un oyente religioso? No hay que olvidar que la escena que representa Dostoievski no es la de un universo del que Dios está ausente. Los cadáveres parlantes experimentan una vida después de la muerte (biológica), que es una prueba de la existencia de Dios –la razón por la que pueden contarlo todo es que Dios existe, y los mantiene vivos después de la muerte (—) si lo que los muertos vivos le ocultan es la naturaleza impulsiva y obscena de su goce, y si se trata de una fantasía religiosa, entonces hay otra conclusión para extraer: que los muertos vivos están bajo el poder irresistible de un Dios diabólico”.
Añade Zizek:
“Somos cada vez más mónadas sin ventanas a la realidad, interactuando a solas con la pantalla de la computadora, relacionándonos sólo con simulacros virtuales, y a la vez inmersos más que nunca en la red global, en comunicación con el mundo entero. El espacio en que los muertos-vivientes pueden hablar sin restricciones morales, tal como lo imaginó Dostoievski, prefigura la utopía agnóstica del ciberespacio”.
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