Trastorno de pánico: cuál es el mejor abordaje para diagnosticarlo y tratarlo

Buenos Aires, junio de 2023 – Una persona padece un trastorno de pánico cuando presenta
uno o más episodios de miedo intenso y repentino —denominados ataques de pánico—,
junto a una ansiedad persistente o preocupación por la recurrencia de los mismos o la
manera en la cual pueden repercutir en su vida cotidiana.
Entre algunos de los síntomas físicos y cognitivos que pueden identificarse en un episodio
de pánico se encuentran: palpitaciones, sudoración, temblores, dificultad para respirar,
sensaciones de ahogo/asfixia, mareos, inestabilidad, sensación de desmayo, escalofríos o
sensaciones de calor, miedo de perder el control y de morir.
Los ataques de pánico suelen alcanzar su punto máximo de intensidad rápidamente y luego
disminuyen aproximadamente a los diez-treinta minutos. Es importante aclarar que la
repetición de este tipo de ataques no necesariamente determinará que quienes los
experimentan terminen desarrollando un trastorno de pánico. Lo que provoca que estos
ataques sean alarmantes es que se desarrollen en momentos en los cuales no hay un motivo
real ante el cual se deba sentir miedo.
“El principal propósito del pánico es protegernos del peligro. Es nuestro mecanismo de
supervivencia e implica cambios físicos en nuestro cuerpo, pero las personas que presentan
ataques de pánico tienen miedo a dichos síntomas físicos. En este sentido, los ataques de
pánico representan ´ansiedad por el miedo´”, expresa la Lic. Delfina Ailán (MN 75326),
integrante del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO.
Asimismo, la profesional explica: “Cuando se siente mucha ansiedad o se evitan situaciones
o eventos en los que se teme que ocurran ataques de pánico u otros síntomas físicos,
hablamos de agorafobia. Estas situaciones se evitan porque la persona cree que le podría
resultar difícil escapar o que no podría disponer de ayuda en caso de tener un ataque de
pánico. Algunos ejemplos podrían ser: usar transporte público, permanecer en espacios
abiertos amplios o en espacios cerrados, esperar en filas, estar en medio de una multitud de
personas, y usar ascensores”.
Se considera que la conjunción entre el estrés, los factores psicológicos y biológicos, puede
generar vulnerabilidad a los ataques de pánico. En relación al estrés, se conoce que el
mismo puede aumentar los niveles generales de tensión física y también disminuir la
confianza que se tiene para afrontar la vida. De esa manera, incluso pequeños hechos
cotidianos pueden tornarse más difíciles de manejar. Además, tener que lidiar con muchas
tensiones negativas puede provocar que se perciba al mundo como un lugar amenazante o
peligroso.
Con respecto a los factores psicológicos, se sabe que las personas con vulnerabilidad al
pánico presentan ciertas creencias o pensamientos acerca de la peligrosidad de los síntomas
físicos, llevándolos a padecer un miedo significativo a los mismos. Así, por ejemplo, la
persona puede temer que el hecho de que sienta el corazón acelerado, o tenga dificultades
para respirar, pueda significar la presencia de una enfermedad o que tenga un impacto
significativo en su vida.
En cuanto a los factores biológicos, hay algunos de ellos que pueden ser heredados o
transmitidos a través de los genes, pudiendo llevar a ciertas personas a heredar la tendencia
a experimentar emociones negativas. Sin embargo, si bien esto aumenta las probabilidades
de sufrir de un ataque o trastorno de pánico, no lo garantiza. Además, tal como se
mencionó, es importante recordar que estos elementos interactúan con factores
psicológicos y ambientales.
Actualmente, se conocen diversas terapias que pueden ayudar a las personas que atraviesan
situaciones de pánico y ansiedad. Dentro de ellas, la que se presenta con mayor evidencia
científica es la terapia cognitivo-conductual. En ese marco, desde el área de Salud Mental de
INECO lanzaron el “Programa de Diagnóstico Acelerado y Tratamiento para el Trastorno de
Pánico”, con objetivos y estrategias para el abordaje del trastorno, con o sin agorafobia, a
través de la psicoterapia cognitivo conductual y de una serie de evaluaciones realizadas por
profesionales de diferentes especialidades con amplia experiencia en la problemática.
“El objetivo de este tipo de programas es brindar un diagnóstico integral e interdisciplinario
en un tiempo breve y establecer los objetivos para el tratamiento de los pacientes. De este
modo, quienes tengan trastorno de pánico podrán aplicar las habilidades aprendidas para
hacer frente y controlar el pánico y la ansiedad en su vida cotidiana”, menciona la Lic. Liliana
Traiber (MN 43.326), coordinadora de la Clínica de Ansiedad y Trauma del Departamento de
Psicoterapia de INECO.
“Específicamente las personas aprenden cómo es el funcionamiento del pánico en su caso en
particular, además de estrategias específicas de manejo de los síntomas, haciendo de esta
manera que el temor a los mismos disminuya. “, concluye la Lic. Traiber, coordinadora,
además, del “Programa de Diagnóstico Acelerado y Tratamiento para el Trastorno de
Pánico” de INECO.
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