Tremendo libro


Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Carlos Busqued está condenado al lacónico y persistente éxito literario de los que, como Juan Rulfo con su Pedro Páramo, quedarán por siempre identificados con una novela. No se puede hablar, en el caso de Busqued de una obra literaria sino más bien de esa genial novela que, a pesar de perder el premio Herralde, y a partir del olfato infalible del editor de Anagrama, Jorge Herralde, fue publicada en 2009 y se convirtió en un libro muy leído y al mismo tiempo una especie de obra de culto con críticas excelentes, dualidad, ésta, bastante poco frecuente.

¿Qué es lo que seduce y atrapa en “Bajo este sol tremendo”? Tal vez la particular voz del narrador, que nos acerca con naturalidad y sencillez de recursos una historia donde la violencia y la crueldad calan hasta lo más profundo. Narrar el horror sin sorpresa ni espanto, narrar la maldad como si fuera moneda corriente, como naturalizándola. El narrador nos conduce por una historia obligándonos a transitar el sinsentido como algo habitual, sin detenerse en cuestionamientos morales ni en juicios de ninguna naturaleza.

Cetarti, el protagonista de la historia, pasa sus días mirando documentales por televisión y fumando marihuana. Así se supone que seguirá mientras le quede dinero de la indemnización que le pagaron cuando lo despidieron de su trabajo. Su vida, sin embargo, dará un vuelco cuando reciba una llamada telefónica desde un pueblo del interior del país, Lapachito, reclamando su presencia para hacerse cargo de los cadáveres de su madre y su hermano, asesinados recientemente, y tramitar un seguro de vida.

Lapachito es la imagen justamente de ese “interior” de la Argentina donde todo se diluye en la decadencia más irreversible bajo un calor agobiante. Cetarti conocerá a Duarte, oscuro personaje que lo conducirá por vericuetos turbios con el fin de cobrar de manera indebida el dinero del seguro.

Alguna vez leí (y ahora Google no encuentra la cita y por consiguiente podría ser sólo fruto de mi imaginación) que Rodolfo Fogwill afirmó que “Bajo este sol tremendo” es uno de los mejores títulos de la literatura en español de las últimas décadas. Sin dudas en un título “entrador”. ¿Quién no se sentiría tentado de pasar unos días en ese ambiente sofocante y perturbador que el título anuncia? Pero más allá de lo prometedor, en ese título hay un recurso retórico justamente muy poco utilizado en los títulos que habitualmente se buscan para una novela, una construcción gramatical que nos hace dudar sobre su validez, cuatro palabras que se amontonan y nos obligan a pronunciarlas con cierto vértigo, con una cadencia agradable y con los acentos en las sílabas donde resultan más naturales.

“Escribo para que se me perdone lo que soy”, declaró Carlos Busqued cuando su novela empezaba a dar que hablar. Justo cuando el éxito amagaba con abrirle paso, este ingeniero mecánico, docente de la UTN, murió víctima de un infarto mientras bajaba la escalera para ir a trabajar. Tenía cincuenta años.

Adrián Caetano llevó la novela al cine en una versión completamente reformulada y que se ajusta muy poco al texto original, bajo el título de “El otro hermano”.

“Bajo este sol tremendo” se ha convertido en una novela imprescindible, de esas que se leen de un tirón y nos dejan boquiabiertos. Un verdadero cross a la mandíbula, como diría Roberto Arlt. Una novela distinta que escapa con éxito a las convenciones narrativas que impone la moda, los tiempos que corren, el canon, la academia, la crítica y otras estupideces por el estilo. Una novela escrita, como diría Vargas Llosa, con las tripas.

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