Panorama político bonaerense: La sangría propia que preocupa al vidalismo

(Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB).-

Un video que circula entre miembros del gabinete de María Eugenia Vidal resume el temor que atormenta a una parte de su entorno. Las imágenes muestran a un movilero de TN en un corte de la avenida 9 de Julio realizado a principios de la semana pasada por organizaciones sociales. De repente, un elegante señor baja de un auto caro que había quedado bloqueado y, desencajado, descarga su enojo contra… Mauricio Macri. No es un disgustado más: se trata de un aportante generoso de la campaña de Cambiemos, miembro de una familia de implacable tradición antiperonista, en cuyo linaje figura un intendente de General Sarmiento durante la dictadura de Juan Carlos Onganía.

De un modo menos impresionista o intuitivo, apegado por motivos profesionales al análisis de datos duros, el consultor Lucas Romero, director de Synopsis, dice algo parecido. En términos de opinión pública, el presidente Mauricio Macri está en el peor momento desde que asumió su mandato, no tanto porque Cristina Kirchner esté sumando voluntades, sino porque él está perdiendo apoyos que antes tuvo. Ese drenaje, explica Romero, es de perfil no K, por lo que naturalmente está alimentando el crecimiento de la tercera opción electoral, cuyo representante más competitivo parece ser Roberto Lavagna. En ese contexto, el consultor no descarta que haya un balotaje, pero entre dos peronismos.

Sumergido en las urgencias de la política práctica, un ministro bonaerense que mira las imágenes de TN llega a una conclusión perentoria: «No se puede tapar el sol con las manos, ningún presidente impuso su reelección aumentando impuestos y tarifas».  En su escritorio tiene un trabajo de otro consultor, Julio Aurelio, que dice que Macri está perdiendo por unos 10 puntos en la provincia de Buenos aires. Para colmo, desde el equipo económico le dijeron a Vidal que, en el mejor de los casos, las primeras buenas noticias económicas se van a dar recién en julio, cuando se difundan los datos de la inflación de junio. «Eso es, después de que todas las decisiones de armado electoral ya estén tomadas», arquea las cejas el funcionario.

Existe una vinculación, un hilo conductor entre el video y las encuestas. Además de expresar el ciclópeo trabajo de campaña que deberá hacer el oficialismo para modificar la tendencia negativa que afecta los índices de Macri, ponen de manifiesto el riesgo electoral que acecha a Vidal, tan o más profundo que el que se cierne sobre el Presidente. Es que si a nivel nacional Macri tiene entre 30 y 32 puntos de intención de voto (contra 28 estables de CFK y 20 o 23 en aumento de los postulantes de Alternativa Federal sumados), el empeoramiento de ese nivel que se registra en provincia abre el horizonte de la derrota bonaerense, donde para colmo la elección se define por un voto, sin balotaje.  

El mecanismo que perjudica a Vidal es conocido, pero vale la pena explicarlo nuevamente. Al ir en el tope de la boleta, Macri, que tiene malos números, perjudicaría a Vidal, que tiene índices mucho mejores, porque lo usual en Buenos Aires es no elegir por el tramo medio de la papeleta. Para que eso no se verifique, tendría que haber un corte masivo como ocurrió en 2015, cuando Vidal ganó en Provincia pese a que Macri perdió ante Daniel Scioli. La evaluación que hacen en Gobernación es que esa particularidad, que contra lo que indica el lugar común debe más a la perfomance de Felipe Solá que a la de Aníbal Fernández, difícilmente se repita.

Sobre esas bases, un sector del vidalismo intenta que se considere la posibilidad de que su jefa sea la candidata a presidenta. Saben perfectamente que ese plan tiene contraindicaciones severas. La más importante es el efecto desmoralizador que tendría el corrimiento del escenario del líder del espacio gobernante. Otro, menos grave, es la carencia de un candidato a gobernador que tenga la potencia de Vidal. También aceptan que el entorno inmediato del Presidente es totalmente refractario. Sobre todo Marcos Peña, Nicolás Caputo, José Torello y Guillermo Dietrich. Novedad: ya no incluyen en esa lista a Jaime Durán Barba.

A la propia Vidal, aseguran, no la seduce para nada la cuestión, como pareció dejar en claro con su discurso ante la Asamblea Legislativa, donde deslizó señales en favor de intentar su reelección. Sin embargo, circula en despachos cercanos al suyo el rumor de que podría considerar la posibilidad si es fruto de una voluntad compartida en el oficialismo que se presente bajo un cariz «positivo», vinculado a la necesidad de no aferrarse a los cargos y priorizar la continuidad del «cambio». Pero, sobre todo, si se define a último momento,  para que no aparezca como el resultado de un desmoronamiento de las posibilidades de Macri.

Los impulsores del «salto» de Vidal suman argumentos sobre la conveniencia de la movida, más allá del humor social.  Uno no menor tiene que ver con el efecto que tendría sobre una porción del electorado radical, que de otro modo podría sentirse cómodo con una opción como la de Lavagna. Igual pasaría con el socialismo. Incluso se ilusionan: «Una interna Vidal con Martín Lousteau contendría a todos». Otro razonamiento es totalmente futurista: aún en una hipótesis de triunfo de Macri, la gobernadora estaría mejor posicionada que él para continuar en 2020, porque las dificultades económicas persistirían pero sin el «dique de contención» para el malestar «de los propios» que significa la presencia en el escenario de CFK. (DIB) AL 

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