A cinco años de una imborrable tormenta que azotó a Olavarría

Sorprendió a la ciudad entre las 16 y las 16.30 del lunes 29 de noviembre de 2011.
Fue exactamente a las 16 horas del 29 de noviembre de 2011. La intensa tormenta se extendió por espacio de media hora y afectó a distintas zonas de la ciudad. Provocó importantes daños y se registraron al menos siete heridos.
Los registros de ese día daban cuenta que la tormenta fue impulsada por vientos que se aproximaron a los 100 kilómetros por hora. Hubo ráfagas superiores. Granizó. Voló techos, volteó árboles. Cayeron postes de luz y cables. Parque Arano, La Candela, Nicolás Avellaneda, San Vicente, Villa Floresta, microcentro y parte de Pueblo Nuevo, Luján y Mariano Moreno, los sectores más afectados de una tormenta que dejó precedentes en la ciudad.
También a causa de la violencia e intensidad del fenómeno cinco autos sufrieron las peores consecuencias bajo el monte de La Máxima, entre ellos el vehículo oficial en que se desplazaba el entonces Secretario de Desarrollo Social, Eduardo Rodríguez, así como los particulares. Ese día había actividades en el Parque.
El día después
La tormenta fue un lunes. Pero al día siguiente toda una ciudad estaba en marcha para poner en condiciones lo sucedido.
Al día siguiente en la ciudad existían sectores que permanecían sin energía eléctrica, para esas tareas se había abocado la Cooperativa.
El Diario El Popular, al día siguiente de la Tormenta, remarcaba este testimonio: «estuve empujando la ventana para que no la tire», graficó una mujer sobre la odisea que le tocó vivir a su madre que vive en el barrio Nicolás Avellaneda. Sus hermanos y otros allegados, mientras tanto, se encontraban reparando como podían el techo de la vivienda. «Nosotros no vivimos acá, vinimos a ayudar», completó otro familiar, a la par que sus hijos jugaban por el lugar, sin una dimensión real de lo ocurrido. Ejemplo de ello fue verlos sentados uno al lado del otro sobre un poste que había quedado tirado sobre plena calle.
También decía aquella crónica “el barrio Nicolás Avellaneda a ambos lados de las vías evidenció un panorama entristecedor. Una mujer y su padre agitaban las manos y hacían todo tipos de señales cuando vieron a una camioneta de la municipalidad, que hizo un trabajo incansable tomando apuntes y relevando las situaciones más caóticas.”
La magnitud se sintió en otro extremo de la ciudad.
“Del otro lado de la avenida Avellaneda, en las cercanías del cruce con avenida Alberdi, el panorama no distaba demasiado, más allá de las cuadras de diferencia. A mitad de camino, a la altura del barrio Los Robles, las sensaciones del paisaje iban desde el asombro a la incredulidad. El cordón de árboles situados de forma paralela a Rivadavia fueron desprendidos por los fuertes vientos, cayendo en distintas direcciones”, decía la crónica.
Han pasado cinco años… probablemente muchos no lo han olvidado.
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