María Medianera de todas las gracias
Escribe: Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
El 7 de Noviembre, en Argentina, con la fiesta de María Medianera de todas las gracias se inicia el mes de María que culminará el 8 de Diciembre, con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. «La misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder. Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen sobre los hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en la mediación de éste, depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder. Y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta». (Lumen gentium 60).
Este título de Medianera se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia, introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las gracias. En la encíclica Adjutricem populi (1895), promulgada por León XIII se define esta mediación universal de María: “Porque desde allí, de acuerdo con los designios de Dios, Ella comenzó a velar sobre la Iglesia, a asistirnos y protegernos como una Madre, de modo que después de haber sido cooperadora de la Redención humana, también se convirtió, por el inmenso poder que le fue otorgado, en la dispensadora de la gracia que fluye de esta Redención para siempre”.
En este mes, de manera particular estamos invitados “… a mirar y honrar dignamente a nuestra Madre celestial, porque nada podría agradar más a su Hijo. En su santidad, en su fidelidad, en su belleza, Él se encuentra más perfectamente reflejado; en su alma como en su cuerpo, Él hizo su morada; en ella, su redención ha dado su fruto más noble. Aquellos fieles que tienen devoción mariana, encuentran que – guiados por ella – la misericordia de Dios es aún mayor en el confesionario, en la adoración, en la Comunión sintiéndose fortalecidos en su camino de fe viviendo los mandamientos, y rezando el rosario obteniendo una eficaz ayuda de lo alto. (San Juan Pablo II).
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
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