Pensar como un robot

La FIO enseña robótica y programación en niveles iniciales.

ipact dest

Cuando allá por 2016 la Facultad de Ingeniería de Olavarría aprobaba un proyecto de Extensión bajo el nombre de “Innovación para la alfabetización científico – tecnológica” (IpACT), no se sabía muy bien dónde estaría el techo de esa iniciativa.


De hecho, después de transitar etapas como la vinculada con la enseñanza de la Física, (galardonadas con el Premio Clarín – Zurich a la Educación, 2017), el presente año ha disparado una nueva propuesta emanada de aquel concepto original. Es que, aunque parezca poco el tiempo transcurrido, fue suficiente para agregar variables que motivaron la aparición de nuevas propuestas para esos nuevos desafíos.


Ocurrió que, a la necesidad de que los ciudadanos adquieran habilidades vinculadas con el aprendizaje y uso de la ciencia, se ha agregado una nueva: las Tecnologías de la información y la comunicación, ya conocidas con su nombre abreviado, TIC.


“El año pasado el Consejo Federal de Educación aprobó la Educación Digital, Programación y Robótica como núcleo de aprendizaje prioritario”, sostiene una de las integrantes del equipo de trabajo, María José Boucíguez. “Eso no estaba en el marco de nuestro Proyecto original, que apuntaba más a la enseñanza de la Física, y a las TIC como mediadoras de su aprendizaje. Pero como hemos entendido que alimentarnos de la demanda de quienes están en el aula, es una buena manera de definir nuestras líneas estratégicas, generamos esta nueva línea de avance”.


Hoy la demanda la realizan docentes de nivel Inicial y Primario, quienes se cuestionan (e interpelan a quienes integran IpACT) sobre qué y cómo enseñar acerca del Pensamiento Computacional, la Programación y la Robótica en esos niveles educativos.


Saber a pedido


Mariné Braünmuller, por su parte, afirma que “en los orígenes de IpACT, docentes de educación secundaria manifestaban que el diseño curricular les indicaba la enseñanza de la Física de determinada manera, pero no sabían bien cómo hacerlo. Allí decidimos agregar a las TIC como mediadoras. Dicho de otro modo, empezamos a proponer el uso de la computadora, el celular, las simulaciones y otros recursos, para enseñar esos contenidos”.
En cada innovación propuesta, hay un trabajo de diseño de las metodologías de trabajo y luego una fase dedicada a la prueba y ajustes en el aula. Pero, según Yesica Inorreta, “se busca que los mismos docentes que van a estar al frente de los alumnos se apropien de esas metodologías, las ajusten y las adecuen a sus contextos. Son ellos quienes tienen el conocimiento de lo que pasa en el aula”.


En su concepto, las integrantes de IpACT son conscientes de que la iniciativa propicia la inculturación digital, la apropiación tecnológica de los más jóvenes. Pero, aunque suene extraño, la habitualidad con la que estos manejan la tecnología no siempre es fácil de traspolar al espacio educativo. Las científicas afirman que “trabajamos en ver de qué manera se pueden generar propuestas educativas que unan esos mundos aparentemente distantes”. Mundos en los que las TIC se usan con objetivos diferentes: comunicacional y/o lúdico (en el contexto cotidiano), y mediador del aprendizaje de la Física y de otras disciplinas (en el contexto escolar).


Así, IpACT busca desde sus orígenes convertir el aula de Física en un lugar especialmente diseñado para favorecer el aprendizaje de esta disciplina, pero también para potenciar el desarrollo de habilidades inherentes al uso de las TIC y contribuir con ello a la alfabetización digital de los jóvenes estudiantes.

Pura acción


La segunda etapa del proyecto ya está en marcha. Se trabaja ahora en Jardines de Infantes y primer ciclo de primaria (ahora en relación al Pensamiento Computacional, la Programación y la Robótica) y el plan seguirá avanzando en las próximas semanas. Las experiencias no pueden ser mejores, según el equipo de trabajo.


La determinación pedagógica del Estado para instalar el “pensamiento computacional” en la educación, parece dar justo con lo que se había venido trabajando en la FIO. “Sentimos que lo que habíamos desarrollado era la plataforma para pensar un proyecto que ahora apuntara exactamente a esta nueva necesidad”, afirman las integrantes de IpACT.


Hasta ahora, han diseñado propuestas de enseñanza para abordar estos saberes con los más pequeños del sistema educativo. Están siendo actualmente implementadas en dos instituciones educativas de la ciudad. En reuniones con los docentes encargados de llevarlas al aula, las integrantes de IpACT han compartidos las características y fundamentos de las innovaciones desarrolladas. “Trabajamos en conjunto con el docente para el diseño de las propuestas que él llevará al aula, pero si es necesario que hagamos intervenciones en el aula con los chicos, las hacemos”, sostienen. “La idea es que, si nos necesitan, estemos. A veces son conocimientos nuevos que se deben integrar a los contenidos curriculares y eso cuesta, por eso los acompañamos”.


Las primeras conclusiones indican que, si bien son los docentes quienes tienen mayor familiaridad con los dispositivos digitales, son los más pequeños quienes están en mejores condiciones para tener un pensamiento computacional, que implica pensar una problemática y resolverla de una manera particular. “Lo que vemos es que los más chiquitos tienen mayores libertades para pensar desde esta perspectiva”, aseguran.


Detrás del telón


Más allá del proyecto y su implementación, la propuesta posee contenidos más profundos. Trabajar la enseñanza de la Física o el pensamiento computacional de una determinada manera, hace a repensar siempre la educación en sí misma, cómo y para qué se enseña. El cuestionamiento subyacente en estas acciones pasa por ver de qué modo se puede contribuir a la formación integral de los niños y jóvenes. Pensar desde la lógica computacional implica abordar la resolución de problemas; y eso lleva a hacer un encuadre lógico, con consignas claras. “Con frecuencia”, dice María José Boucíguez, “ni siquiera se comienza usando el dispositivo, sino que se trata de identificar un algoritmo o reconocer una instrucción, decodificarla y hacer una secuencia de pasos. Y recién después incorporan algún dispositivo”. De allí que se hable del modelo de pensamiento computacional, que no necesariamente corre a la par con la destreza en el uso de la tecnología.


Y hay más…


Pasando a un plano de visión aún más profundo, Bettina Bravo sostiene que “lo que se busca con IpACT es democratizar el conocimiento, llegar a todos. Usar la ciencia y la tecnología como herramienta de transformación, como instrumento para seguir aprendiendo. Más allá de lo lúdico, queremos convencer a todos de que pueden usar el celular para no solo para llegar al conocimiento, sino también pasar del rol de usuario al de transformador de su propia vida, no necesariamente para convertirse en un programador, sino para que el sujeto (especialmente el joven) sienta que es parte de este gran cambio cultural que estamos viviendo, que pueda adaptarse e incidir sobre él”.


IpACT busca así ser uno de los protagonistas de esa presencia que llega a todos los actores académicos, a partir de las distintas ofertas pedagógicas que son las puertas para llegar a los chicos. El arsenal disponible para abordar esta visión, es amplio: un website (https://programaipact.wixsite.com/programaipact), libros (“Dos cocinándose”, Editorial Unicen), presencias múltiples en Congresos nacionales e internacionales, viajes, extensión, difusión en distintos medios académicos.


Todo mezclado


El equipo de trabajo se ha caracterizado por la multidisciplinariedad. No solo apuntado a la extracción académica de sus integrantes, sino también por la presencia de personal No docente. Laura Ayesa aporta, desde ese lugar, los vínculos con otras instituciones, además de una mirada desprendida de la faceta cognitiva.

equipo ipact

Integrantes: Bettina Bravo, Mariné Braünmuller, Yesica Inorreta, María José Boucíguez, Laura Ayesa, Adriana Sequeira, Mabel Juárez (FIO) y María Montero (ISFDN°22 y EES N°6)

En esa “mezcla”, también hay una base conceptual: según afirman, se mezcla la docencia, la extensión y la investigación. “Damos clase en el aula, pero también innovamos (pensando en nuestros alumnos y en los niveles educativos anteriores); después salimos al afuera a hacer extensión (de lo que vamos aprendiendo aquí), lo que nos permite implementar y evaluar (a partir de prácticas de investigación educativa) las innovaciones para poder rediseñarlas y adaptarlas a la realidad de las aulas”, cuentan en conjunto.


Dentro del contexto de riqueza grupal, aparecen las notas de color, las anécdotas, pequeñas historias que van armando la otra, la historia grande del proyecto. Desde llegar desaliñadas a recibir un premio en Buenos Aires después de un viaje que se demoró más de la cuenta, a tener en el aula a un niño “disfrazado de robot”.


Aprender a compartir. De arranque, en primera persona. Después, armando un grupo. Finalmente, compartiendo el saber con la sociedad. “Ahí está la clave”, dicen. Los resultados parecen darles la razón…

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