Trinidad: identidad propia
Escribe: Angélica Diez.
Si hablamos de identidad nacional un ejemplo concreto que nos caracteriza es el mate. Si hablamos de identidad personal, cada uno, de acuerdo a sus actitudes y habilidades se diferencia de los demás. La fiesta de la Santísima Trinidad, nos ayuda a entrar en el misterio de la identidad de Dios. “El Dios Trinidad es comunión de amor. Dios no es un conjunto de ideas abstractas. Dios – Padre, Hijo y Espíritu Santo – es una comunidad de amor, esa es su identidad propia en la que cada uno ama al otro de un modo perfectamente entregado y acogido. Este flujo de amor de la Trinidad que da vida ha sido descrito como una danza divina. Como nosotros hemos sido creados a imagen de Dios, podemos participar en esta danza, estamos hechos para amar y ser amados. El sueño de Dios para nuestra familia humana es que reflejemos esta danza con el amor que damos y recibimos” (Papa Francisco). Cada uno de nosotros participamos de “esa danza de amor” cada vez que trazamos sobre nuestro cuerpo la señal de la cruz, “nos vestimos de Dios”, de su gracia, de su luz, de su cercanía, de su bendición.
La fiesta de la Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio de Dios que incesantemente crea (Padre), redime (Hijo) y santifica (Espíritu Santo). Esta es la identidad creativa de Dios, incesante comunión de amor. “Hoy pensando al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo pensemos al amor que Dios nos tiene a cada uno. Ese ‘Dios con nosotros’, cercano a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, que está interesado en nuestra historia personal y cuida a cada uno, comenzando con los más pequeños y necesitados”. (Papa Francisco).
“La comunidad cristiana, aun con todos los límites humanos, puede convertirse en un reflejo de la comunión de la Trinidad, de su bondad, de su belleza. Es necesario procurar que el flujo de amor que brota de cada miembro no se interrumpa, esto es posible cuando nos perdonamos, cuando somos capaces de relaciones fraternas que nos lleven a encontrar la alegría del amor que nos une. Buscar hacer las paces al final del día, aunque sea con un pequeño gesto o una caricia, es así como la armonía familiar se restaura y el círculo del amor se activa de nuevo. Este es el motivo por el que, a pesar de nuestra miseria, la familia puede ser el vivo reflejo de la Trinidad.” (Papa Francisco).
De la identidad de la Santísima Trinidad brota la nuestra: ¡ creados por amor, para amar y ser amados!
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
Los comentarios están cerrados.