Un miedo sin contorno y sin fin

Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias ([email protected])

La dictadura militar ha quedado atrás, sin embargo, sus ecos aún resuenan en el internado de monjas de la zona Norte del Gran Buenos Aires donde un grupo de adolescentes define las directrices de su adultez.


Cuando Felisa Wilmer ―recién llegada de Ámsterdam― se incorpora al colegio, sus nuevas compañeras, sorprendidas, se ven en la obligación de dejar de lado transitoriamente las hostilidades entre los dos bandos que se disputan el liderazgo del curso. De un lado están las “iniciadas”, lideradas por Marisol Arguibel, cuya forma de peinarse y sus modales son imitados por sus seguidoras sin demasiado éxito, ya que el tono de sus oraciones fue alcanzado “luego de generaciones y generaciones de estancieros, decenas de Remedios y Merceditas, rugbiers y políticos sin doctrina que se hundían en el árbol genealógico de la Patria”.

En el otro extremo estaban las “místicas”, católicas convencidas “que tocaban la guitarra en misa y suspiraban por los seminaristas que a veces llegaban a la escuela para dar clases especiales”.


López, quien lleva el pulso de la narración en primera persona, confiesa que “si hubiera sido un poco más hipócrita”, ella “también habría encontrado consuelo en el grupo de las místicas”.

Posibilidad que sin embargo queda sin efecto por tener “las tetas demasiado grandes”, condición que la arrastra irremediablemente al bando de las iniciadas.
Pertenecer al grupo de las “iniciadas” no necesariamente implica una iniciación sexual, si bien algunas de ellas también se han iniciado en el sexo, otras aún no, y esa particularidad le confiere al término “iniciadas” un costado misterioso. ¿Iniciadas en qué, entonces?, cabe preguntarse, iniciadas posiblemente en la mirada cínica y perpleja con que se mira la realidad cuando se empieza a dejar atrás la adolescencia.


“Las poseídas” de Betina González, obtuvo el premio Tusquets de novela en 2012. Su autora, nacida en Buenos Aires en 1972, fue ganadora del premio Clarín de Novela en 2006 con “Arte menor”. Ha publicado, además, “Juegos de playa” en 2008, “América alucinada” en 2016 y “El amor es una catástrofe natural” en 2018.


“Las poseídas” es una novela en la que las tensiones de la adolescencia se vuelven incontrolables y estallan, definiendo con su estallido el ingreso doloroso a ese “miedo sin contorno y sin fin que llaman adultez”.

A pesar de lo trillado del tema, la autora se las ingenia para desarrollar un texto original. Original en su forma, en el manejo de los tiempos y en ese juego de ir y venir hacia el pasado, para ir conociendo o entendiendo el presente de la protagonista, Felisa Wilmer, y el aura de misterio que le otorgan su insolencia y su capacidad artística.


“Las poseídas” remite, en versión femenina, a novelas como “El guardián entre el centeno”, de Salinger, “Acerca de Roderer” de Guillermo Martínez o “Mala onda”, del chileno Alberto Fuguet. En todas ellas el lector asiste a un quiebre, a una transición rápida aunque no por ello menos dolorosa. Todas ellas remiten a la frustración que nos asalta cuando asistimos al derrumbe de esa construcción mental idealizada que desarrollamos en la niñez. Una frustración que nunca más encontrará consuelo.

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