De Buenos Aires a Bahía Blanca: La odisea de viajar en un auto eléctrico con un «respiro» en Olavarría

Leonardo Valente y Javier Colón atravesaron más de 600 km en un Ford Mustang Mach-E, entre frío, viento y paradas de seis horas para recargar. Y sobrevieron para contarlo.


En gran parte del mundo, viajar en un auto eléctrico dejó de ser noticia. En la Argentina, en cambio, esa idea todavía despierta incredulidad. La falta de cargadores en ruta, sumada a la autonomía limitada de los modelos disponibles, convierte cada plan en un salto al vacío.

Con esa desconfianza flotando, el periodista Leonardo Valente y el fotógrafo Javier Colón decidieron intentarlo: unir Buenos Aires con Bahía Blanca a bordo de un Ford Mustang Mach-E, un SUV eléctrico de casi cien mil dólares, recién llegado al garage de InsideEVs.

No era la primera vez que Valente hacía ese trayecto. Con un auto convencional, los 623 kilómetros desde Floresta hasta Bahía se resuelven sin más cálculo que dónde parar a comer. Pero en esta ocasión el mapa fue otro: había que planificar cada kilómetro, confirmar cargadores y viajar preparado para la incomodidad.

La salida

La madrugada fue fría, con apenas tres grados. El viento en contra hizo su parte: el consumo del Mustang trepaba por encima de los 20 kWh cada 100 kilómetros, incluso a velocidad reducida. El confort del auto estaba a mano, pero quedaba prohibido. Ni climatizador ni asientos calefaccionados. “Íbamos en un auto de 95 mil dólares, pero emponchados y a media máquina”, escribió Valente en su crónica.

La ruta avanzaba lenta. Los autos que los pasaban miraban con curiosidad ese Mustang azul eléctrico que circulaba a 95 km/h. Algunos reconocían la escena, como Mariano Jimena, referente de la Asociación Argentina de Vehículos Eléctricos y Alternativos (AAVEA), que al cruzárselos en la ruta entendió todo y les mandó bromas por WhatsApp.

El respiro en Olavarría

A las diez de la mañana llegaron con lo justo al cargador solar de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, en Olavarría. El tablero marcaba apenas 20 kilómetros de autonomía. Allí descubrieron otra limitación: aunque el cargador era de 22 kW, el Mach-E solo aceptaba la mitad. La espera se duplicó: seis horas hasta alcanzar la carga suficiente para seguir viaje.

La demora tuvo premio. Los recibió el ingeniero Marcelo Spina, director del Proyecto Impulsa, acompañado por Federico Gachen y Nicolás Brizzio. Los estudiantes aprovecharon para tener su primera experiencia arriba de un Mustang eléctrico. Y Valente y Colón, para desayunar y almorzar en el centro de Olavarría mientras el auto recuperaba energía bajo los paneles solares.

Llegada con lo justo

El tramo final fue largo y tedioso. A la altura de Coronel Pringles, Valente encontró un camión al que “chuparse” para mejorar el promedio y acortar la espera. El Mustang llegó a Bahía Blanca con el marcador en cero, aunque sin apagarse. El padre de Valente ya tenía preparado un tomacorriente reforzado para la recarga.

Los quince días siguientes transformaron al Mustang en atracción barrial. Con su porte imponente y su color “Azul Eléctrico”, se convirtió en la primera experiencia arriba de un vehículo eléctrico para muchos vecinos, familiares y alumnos. “Sacaba sonrisas con muy poco esfuerzo”, contó Valente.

Un auto distinto

En la convivencia diaria, el periodista fue más allá de la etiqueta. “No es un Mustang. Toma su nombre como jugada de marketing, pero es mucho mejor”, escribió. Lo comparó con un Ferrari que se puede usar todos los días, elogió su torque instantáneo y reconoció un talón de Aquiles: el consumo voraz. Aun así, lo ubicó cerca del mejor auto que manejó en su vida, el Porsche Taycan.

La vuelta y la reflexión

El regreso tuvo su propio guion: otra parada larga en Olavarría, charlas con docentes y entusiastas de la electromovilidad y una breve visita al parador Road House en la Ruta 3, famoso por sus sándwiches gigantes. Llegaron a Buenos Aires sobre las cinco de la tarde, apenas a tiempo para que Valente tomara el subte y dictara clase en la universidad.

En su nota para InsideEVs, el periodista recordó a Juan Cassoulet, que en 1905 unió Buenos Aires y Bahía Blanca en un Rochester a combustión. Ciento veinte años después, él y Colón repitieron la hazaña con electricidad. “Por primera vez, unos loquitos unieron dos ciudades en circunstancias marginales que no recomiendo para un plan familiar. Pero alguien tenía que animarse”, escribió.

La aventura dejó en claro que la electrificación ya está en marcha, aunque la ruta todavía sea un terreno hostil. Y dejó un número para el lector curioso: 20 cargas, 370 kWh y 2350 kilómetros recorridos, por un costo de unos 55.500 pesos.

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