Los ingenieros Agronómos tenemos nuestro Colegio, es el CIPBA

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Ante la insistencia de algunas asociaciones de la provincia que nuclean a ingenieros agrónomos, de avanzar con una escisión del CIPBA, es menester realizar algunas aclaraciones, la primera de la cuales es que el ejercicio legítimo de la ingeniería en todas sus ramas en el territorio bonaerense esta regulado por la Ley 10.416, por lo tanto cualquier defensa del ejercicio por fuera de la legislación vigente es lisa y llanamente, defensa de una ilegalidad manifiesta.
Por otro lado, sorprende la reiteración del argumento según el cual «ningún ingeniero agrónomo» forma parte del Consejo Superior del Colegio de Ingenieros de la provincia, situación coyuntural que no responde a ningún tipo de proscripción, sino simplemente a una cantidad finita de cargos para representar a todas las ramas de la ingeniería, con representantes que son elegidos en elecciones democráticas con la participación de todos los matriculados de la provincia.
Pero incluso mas, para atender las necesidades particulares de la ingeniería agronómica y entendiendo que se trata de una de las ramas con mayor crecimiento en los últimos años, es que se creo en el ámbito del Colegio un departamento específico, que lejos de ser un órgano meramente consultivo, como algunos pocos pretenden, es una dependencia que encaró la tarea de jerarquizar la profesión, emprendiendo además acciones concretas para ampliar la matrícula integrando a todos los profesionales bonaerenses.
Es casi ridículo pensar que el DIA no estuvo presente durante la discusión sobre la receta agronómica electrónica, porque no solo participó activamente, sino que cumplió y cumple un rol fundamental en la difusión del nuevo sistema, poniendo a disposición de los matriculados la información y mecanismos de consulta necesarios para lograr una correcta implementación.
Ahora bien, una cosa es la legítima defensa de la profesión y otra muy distinta la pretensión de incluir en la matrícula a técnicos e idóneos sin las incumbencias ni necesarias ni suficientes para, por ejemplo, dispensar una receta agronómica, que parece ser el objetivo de algunas de las asociaciones que promueven la creación de una nuevo Colegio.
Es decir que no solo admiten y fomentan el ejercicio «ilegal» de la ingeniería agronómica, sino que promueven una clara desjerarquización de los colegas, pretendiendo equipararlos con títulos técnicos no necesariamente aptos para desarrollar las tareas de un ingeniero.
Finalmente, lo que achacan como un «error» de los ingenieros bonaerenses es precisamente nuestra fortaleza, es una verdadera lástima que movidos por la defensa de intereses ajenos a las necesidades de la provincia no logren ver que un Colegio que contiene a todos los ingenieros en lugar de debilitar y fragmentar, nos otorga una solidez mayor en la defensa del ejercicio profesional.

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