1994. Sin piernas


Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

En agosto de 1994 se promulgó la nueva Constitución Nacional, resultado del famoso “pacto de Olivos” entre Alfonsín y Menem. Entre otros cambios, la nueva constitución introdujo normas para la defensa de la democracia y la constitucionalidad, confirió rango constitucional a los instrumentos internacionales de derechos humanos, estableció que los tratados tienen jerarquía superior a las leyes, creó nuevos órganos de control, modificó la composición del Senado, acortó los mandatos del presidente y los senadores, eliminó la elección indirecta del presidente, incorporó el balotaje, creó la figura del jefe de Gabinete, estableció pautas para distribuir la recaudación de impuestos, reconoció la preexistencia de los pueblos originarios y sus derechos, fijó la edad máxima de los jueces en 75 años y concedió autonomía a la Ciudad de Buenos Aires y definió la recuperación de las Islas Malvinas como un “objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

En otras palabras, la nueva constitución implicaba cierta modernización y a la vez garantizaba un mayor equilibrio entre las fuerzas políticas y confería mayor protagonismo a las minorías. Ahora bien, además de todos estos cambios a la vez necesarios y saludables, escondía una pequeña trampita: le permitía a Menem extender su mandato a diez años.

En lo que respecta al modelo económico, el plan de convertibilidad permitió que ese año el PBI creciera de manera significativa y la inflación se mantuviera contenida, sin embargo, los niveles de desocupación crecían permanentemente y la producción se sostenía en la explotación de productos primarios en detrimento del desarrollo industrial.

En julio de ese mismo año se produjo el segundo atentado terrorista contra la comunidad judía en Buenos Aires. Un coche bomba estallaba en las proximidades de la AMIA dejando un saldo de 85 muertos y centenares de heridos. Los motivos del atentado siempre fueron asociados al alineamiento de Argentina con Estados Unidos, lo que produjo, entre otros hechos, el final de la colaboración argentina a Irán en materia de energía nuclear o el alistamiento de la Armada Argentina en la Guerra del Golfo.

En materia futbolera, el año 94 nos dejó una las más amargas experiencias en mundiales: a Maradona le hallaron efedrina en un control antidoping y lo dejaron sin mundial, hecho que quedó en la memoria de todos gracias a la verborragia única del Diego y su acusación a la FIFA de haberle “cortado las piernas”. Argentina tenía ese año, tal vez, uno de los mejores planteles de la historia, con figuras, además de Maradona, como Redondo, Caniggia, Batistuta y un joven Orteguita.

Después de semejante golpe, nuestro seleccionado, candidato principal a quedarse con la copa, se despidió en octavos de final en el choque contra Rumania.

Después de haber llegado a la final en tres de los últimos mundiales y de haber ganado dos de ellos, nuestra selección se sumergía en una larga etapa de fracasos. Pero no nos adelantemos, porque, como dice el dicho, cada vez que llovió, paró.

Nos vemos la próxima.

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