No habrá ninguno igual
Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)
Cuando era joven me molestaba mucho que alguien dijera que Pelé había sido mejor futbolista que Maradona. Me molestaba, supongo, por varias razones. Una de ellas era el hecho de no poder imaginar que se pudiera ser mejor que Maradona, ¿cómo alguien podría ser mejor que la perfección? ¿En qué se podía mejorar a Maradona? Por otra parte, me resultaba incómodo no poder contrastar y refutar esa apreciación, lo que convertía a mi postura en una expresión de deseo más que en un argumento rigurosamente justificado. A diferencia de lo que ocurre ahora, en aquel tiempo no era posible ver partidos completos de Pelé, ni siquiera jugadas, más allá de las pocas que mostraban cada tanto por televisión.
La rueda de la vida hace que ahora sea yo quien defienda a Maradona frente a quien, para los más jóvenes, es indiscutiblemente el mejor de todos, Leo Messi.
Mi vanidad me hace creer que, a diferencia de los defensores de Pelé, yo sí tengo argumentos para sostener mi punto de vista. Daré algunos pocos.
En primer lugar, estoy convencido de que Maradona fue más decisivo que Messi en los partidos importantes que jugó con la selección nacional. Es más, después de Maradona, Argentina nunca más pudo ganar un cruce en mundiales contra una potencia futbolística. Me refiero a ganar en los noventa minutos, claro, no en alargues o penales. Y por potencia futbolística me atrevo a definir, arbitrariamente, a todo equipo que haya salido campeón del mundo alguna vez. Más, si quieren, a Holanda que, a pesar de no haber ganado nunca un mundial, ha estado siempre muy cerca de poder hacerlo.
Repasemos. Con Maradona, Argentina le ganó a Inglaterra 2 a 1 en México, a Alemania 3 a 2 también en México, a Brasil, en Italia 90 por uno a cero con el recordado gol de Caniggia tras pase de Maradona. ¿Qué pasó después del 90? Nunca más un triunfo. A Holanda le ganamos dos veces por penales, a Inglaterra lo mismo, y a Francia, para alegría de todos, del mismo modo hace muy poco tiempo. Es decir, el último partido que ganamos a una potencia en tiempo reglamentario en un mundial fue a Brasil en Italia 90. Luego nunca más. Y esos tres triunfos (Inglaterra, Alemania, Brasil) tuvieron como protagonista estelar a Diego Maradona. Podría decirse que a esos tres partidos los ganó él solito.
Además, no perdamos de vista que a Maradona nadie lo protegía. A diferencia de lo que sucede con Messi, los árbitros dejaban que le pegaran arteramente. El jugador que más faltas recibió durante un mundial fue justamente Maradona en el 86. Y el segundo jugador en recibir más faltas en un mismo mundial fue… Maradona en el 90. Y adivinen quién fue el tercero, adivinaron… Maradona en el 82.
Pero hay algo más. Lo estético. Messi es extraordinariamente efectivo, Maradona, además de ser efectivo, tenía gracia en sus movimientos, disponía su físico con arte, como si fuera un bailarín que conduce todos sus músculos de manera sincronizada. No sólo le pegaba bien a la pelota, se preocupaba además de que se viera lindo, no sólo gambeteaba con habilidad, con su gracia atraía incluso a quienes nada sabían de fútbol, había algo que estaba más allá de lo estrictamente deportivo.
Un talento inigualable.
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