Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego


San Juan Diego Cuauhtlatoatzain (que significa: Águila que habla o El que habla como águila), fue un indígena nativo de la tribu de los Chichimecas, provisto de una fe purísima, de humildad y de fervor, que logró que se construyera un santuario en honor de la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe en la colina de Tepeyac, en la ciudad de México, lugar donde se le había aparecido la Madre de Dios.

En 1531, la Santísima Madre se apareció cuatro veces a San Juan Diego pidiendo que se construyera una iglesia en su honor.En su primera apariciónse admiró de una mujer vestida de sol que lo llamó: “Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, no dejes que nada te asuste ni te aflija, que no se turbe tu corazón… ¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre?”Apareció como una mujer de piel oscura que hablaba náhuatl, la lengua materna de Juan Diego.

Las semillas de sus virtudes habían sido inculcadas, cuidadas y protegidas por su ancestral cultura y educación, pero recibieron plenitud cuando Juan Diego tuvo el gran privilegio de encontrarse con la Madre de Dios, María Santísima de Guadalupe, siendo encomendado a portar a la cabeza de la Iglesia y al mundo entero, el mensaje de unidad, de paz y de amor para todos los hombres;

Las noticias que de él nos han llegado elogian sus virtudes cristianas: “su fe simple […], su confianza en Dios y en la Virgen; su caridad, su coherencia moral, su desprendimiento y su pobreza evangélica. Llevando una vida de eremita, aquí cerca de Tepeyac, fue ejemplo de humildad”.

Poco después de haber vivido el importante momento de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Juan Diego se entregó plenamente al servicio de Dios y de su Madre.Transmitía lo que había visto y oído, y oraba con gran devoción; Juan Diego se constituyó en un verdadero misionero.

Luego de la aparición, Juan Diego fue a ver al obispo para darle el mensaje de la Virgen y éste le pidió una señal de veracidad. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro, donde halló rosas de Castilla frescas que misteriosamente acababan deflorecer y, poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo. Una vez ante el obispo el Beato abrió su «tilma» y dejó caer las flores, mientras en el tejido apareció, inexplicablemente impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México.

Juan Diego murió el 30 de mayo de 1548. El 31 de julio de 2002, fue canonizado por el papa Juan Pablo II, siendo el primer indio americano incorporado al santoral cristiano.

La Virgen de Guadalupe, patrona de América, es una imagen llena de significado: es vista como un símbolo de protección, esperanza y fe.

(*)Horacio Robirosa, Voluntario de la Inmaculada Padre Kolbe

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