Panorama bonaerense: El banderazo y las internas
El banderazo, en el marco de una aceleración de la interna opositora. Lo que marcan las encuestas y la provincia como escenario de disputas. La sospecha de Kicillof sobre la Corte y la nueva oferta por la deuda.

Por Andrés Lavaselli
El banderazo que hoy desafiará en las calles las unánimes advertencias de todos los sanitaristas respecto de lo que es razonable hacer en una pandemia es cualquier cosa menos una iniciativa espontánea o aislada. Se da en medio de una abierta aceleración de las disputas por el liderazgo interno en Juntos por el Cambio, alentada por el impacto negativo en el humor social que en ese espacio perciben como el principal efecto de la prolongación de la cuarentena.
El escenario bonaerense es un ejemplo de ese proceso. Aquí, el vector de las disputas es la interna en la UCR. Se enfrentan el diputado marplatense Maximiliano Abad con el intendente de San Isidro, Gustavo Posse. Pero juegan todos: esta semana, Ernesto Sanz hizo público su apoyo a Abad y de paso avisó que era el primer paso de su retorno a la política activa. Del otro lado, Emilio también volvió, pero en silencio: ahora “arma” el Conurbano para Posse.
La disputa del poder radical tiene pronóstico incierto. La superestructura nacional –Alfredo Cornejo incluido- es el principal activo del oficialista Abad, al igual que el apoyo de los intendentes. El músculo –y las mañas- que aporta Monzó en la primera sección electoral, la esperanza de los desafiantes. Hay cierta expectativa, además, en el aporte que pueda hacer Martín Lousteau, una figura nacional más comprometida de lo que parece con esta pelea.
Pero el juego en el radicalismo importa por otros motivos, que van más allá de los límites del partido. Es un indicio de que la oposición cree que su suerte está mejorando. Lo dijo Sanz en el zoom que hizo para exteriorizar su apoyo a Abad: “ya no somos el 40%, estamos cerca del 50%”. Se basó en una encuesta de Synopsis que dice que Fernández tiene por primera vez diferencial de imagen negativo. Y que, hoy, son más los que votarían a la oposición (47%) que al oficialismo (36,8%).
Ese trabajo –y otros- marcan un aumento del pesimismo respecto del futuro, en términos personales y de país. Y pone en al tope de las preocupaciones sociales algunos tips de la oposición: economía, corrupción, inseguridad. Juntos por el Cambio apoya sobre esa base su diagnóstico de un oficialismo “a la defensiva” producto del impacto de la prolongación del ASPO, que ilustra con la decisión presidencial de eliminar a la palabra cuarentena de su discurso.
Sin embargo, hay tantos datos objetivos para afirmar eso como lo contrario. Macri tuvo su primer diferencial negativo en agosto de 2016, también a ocho meses de asumir. Y el oficialismo, aunque está un poco peor en términos de imagen que en diciembre un nivel de adhesión importante. Con proyección de indecisos roza el 40% de intención de voto, similar al récord de un oficialismo en una legislativa, que logró Alfonsín en 1985 con un 45,6%. Eso, en medio de la pandemia.
Apuros y sospechas
Contra ese fondo, María Eugenia Vidal hizo una apuesta de capital político al apoyar a Abad, aunque no lo haya hecho en público. Pero está obligada a maniobrar con tacto: trabaja a la vez en un cierre con Monzó que le permita concretar el proyecto que Mauricio Macri le prohibió en 2019, sumar un sector peronista. Y a la vez lidia con Jorge Macri, que se resiste porque cree que Monzó podría querer lo mismo que él: la candidatura a gobernador.
Vidal, en cuyo entorno insisten con que quiere ser candidata a diputada nacional en 2021- seguirá segundo plano por ahora. Pero Horacio Rodríguez Larreta no tuvo el beneficio del silencio: se vio obligado a despegarse del banderazo, al que rechazó para no quedar pegado a Macri pero al costo de irritar a su base electoral.
El jefe de Gobierno se benefició de las apariciones junto al Presidente, que nacionalizaron su figura. Pero no encuentra la fórmula para jubilar a Macri, cuyas apariciones con furibundas críticas al ASPO tienen como destinatario tanto a Fernández como a Larreta. “A Macri hay que dejarlo dentro pero construir algo superador”, explican cerca de Vidal. Lo que no explican en cómo hacerlo.
En ese río revuelto, el fallo de la Corte Suprema que obliga a la provincia a devolverle a los usuarios de ABSA, la compañía estatal de agua potable y saneamiento, USD 2.800 millones activó alarmar en el gobierno de Axel Kicillof. Es una controversia por un aumento de tarifas no convalidado que viene desde el gobierno de Daniel Scioli y atravesó el de Vidal sin ser resuelto “¿Por qué ahora?”, se preguntan en el gobierno. La primera respuesta que dan apunta a la reforma judicial nacional y a Ricardo Lorenzetti en particular.
No es el único vínculo con el escenario nacional. Tras el arreglo por la deuda que comandó Martín Guzmán, el lunes su par bonaerense, Pablo López prorrogará el plazo para negociar con los bonistas. Es el primer paso para formular una nueva oferta, que aún no está lista porque la contraparte no da señales claras de sus pretensiones. El resultado de esa negociación es central: del total de UDS 11 millones que buscan canjear las provincias, PBA tiene 7.148. Por eso, el cierre de Buenos Aires operará como piso del resto. (DIB)
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