Pagar más por ser mujer: Una discriminación que también se sufre al hacer las compras
Con un relevamiento sobre el precio de productos similares, la Defensoría del Pueblo bonaerense mostró la desigualdad que existe entre los géneros.
La Defensoría del Pueblo bonaerense elaboró un informe que mostró la diferencia de precios que deben pagar las mujeres por productos similares a los que usan los hombres, que son en promedio un 15,50% más caros, y en un contexto en el que ganan un 28,9% menos que los varones.
Este trabajo, realizado por área de Asuntos Económicos del organismo que conduce Guido Lorenzino, puso en números lo que se conoce como “impuesto rosa”, pero que en realidad se trata de una discriminación de precios por género. Para ello, se analizó el precio de 42 artículos en grandes cadenas de supermercados, jugueterías, comercios barriales y perfumerías de La Plata.
Puntualmente, la investigación buscó mostrar cuánto pagan más las mujeres que los hombres en productos pertenecientes a los rubros “Perfumería e higiene personal”, “Infantiles”, “Lácteos” y “Farmacia”.
“Infantiles” fue el que mostró una diferencia mayor, con un 15,66%. En este caso, una carpeta escolar destinada a las niñas es un 63% más cara que la enfocada a los niños. Lo mismo pasa con los disfraces: los de ellas son un 52,62% que los de ellos.
En el rubro “Perfumería e higiene personal” la disparidad de precios fue del 15,12%. Un desodorante de la misma marca es un 56,58% más caro para las mujeres. En tanto, el precio de las máquinas de afeitar, que cumplen la misma función pero varían sólo en el color y la forma, es un 26,72% más alto si están dirigidas al género femenino.
Esta situación se repite en los productos del rubro “Lácteos”. La variación en este caso es del 13,84%, y la discriminación se observa por ejemplo en algunos yogures que tienen adicionado calcio, que son consumidos generalmente por las mujeres en la etapa de la menopausia, y que son un 30% más caros que un yogur común del mismo sabor y de la misma marca.
Al comprar en el rubro “Farmacia”, las mujeres tienen que pagar un 9,79%. Por ejemplo, el Ibuprofeno destinado a las mujeres es un 10% más caro que la versión tradicional, teniendo la misma función de analgésico, antiinflamatorio y antipirético.
Discriminación por ingreso
Esta diferencia que tienen que pagar las mujeres pega con más dureza al analizar la escala de ingreso individual por sexo. Según cifras del INDEC para el tercer trimestre de 2019, de la población total con ingresos, el ingreso medio de los varones asciende a $31.497 y el de las mujeres a $22.365, lo que representa un 28,9% menos que el de los hombres.
A su vez, de la población total sólo el 61,3% tiene ingresos: el 30,2% son varones y el 31,1% son mujeres. Sin embargo, a pesar de que las mujeres tienen mayor presencia que los hombres en la población total con ingreso, la participación de la mujer en los distintos niveles de ingreso está por debajo que la de los varones.
Productos con mandato de género
Además de las diferencias de precios relevados y la desigualdad en el ingreso, la Defensoría también puso el acento en otro tipo de discriminación que afecta puntualmente a las niñas desde muy pequeñas y que está atada a mandatos de género impuestos desde la cultura. Las características de los artículos destinados a las niñas y niños desde la primera infancia probablemente definan roles sociales en los mismos, generando estereotipos que fomentan, por ejemplo, la división de tareas entre varones y mujeres.
Por eso, el trabajo relevó también información relacionada con los juguetes destinados a los niños y niñas y su localización en los hipermercados antes mencionados. En ese sentido, los juguetes de niñas están generalmente vinculados a las tareas de cuidado de bebés y del hogar, con una preponderancia del color rosa y el blanco.
Frente a esto, los juguetes de varones contrastan al presentar colores azules, verdes, grises y negros, y están vinculados a la masculinidad, con autos y camiones con diferentes tamaños y modelos, dinosaurios, pistolas de diversos tipos y muñecos articulados, entre otros. Por lo tanto, queda claro que desde la primera infancia ya existe una caracterización de género que discrimina a través de los productos a las y niñas.
“Hay que romper con este ciclo”
“Esta desigualdad en el ingreso puede constituir o potenciar otras desigualdades en ámbitos como la educación, la salud y el trabajo, entre otros. Ya sea por mandatos y costumbres culturales que se continúan repitiendo, o por tener que pagar más por los mismos productos o porque ganan menos, es que las mujeres y niñas están en una situación de desigualdad y vulnerabilidad ante los varones”, sostuvo Lorenzino.
En ese sentido, el Defensor del Pueblo expresó la necesidad de “potenciar el trabajo en favor de romper con este ciclo, investigando la problemática y realizando acciones para educar y concientizar a las y los bonaerenses, y brindando herramientas para que en conjunto se pueda ir deconstruyendo esta realidad”.
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