Panorama Político: Vidal, entre un conflicto en cámara lenta y dos señales del PJ

¿Qué señal quieren dar Sergio Massa y Florencio Randazzo?

 

(Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB).

Con junio como el nuevo momento «bisagra», ese que una vez superado abriría la puerta a otro escenario, en el entorno más estrecho de María Eugenia Vidal creen haber manejado con relativo bajo costo político hasta ahora el conflicto docente y se esperanzan con que a partir de entonces se consolide una incipiente recuperación de Cambiemos en la consideración de la opinión pública, mientras mira de reojo a un peronismo que en la provincia entrega gestos de unidad.

Tras cuatro semana de estancamiento, lo más significativo del conflicto docente es su baja intensidad: pese a que en términos estrictamente salariales Vidal no se movió del exiguo 15% en cuotas que ofreció inicialmente, apenas hubo un paro de 48 horas hasta ahora. Seguramente, el Frente de Unidad Docente Bonaerense realice otro, por lo menos de igual duración, después del feriado largo de Semana Santa, a principios de abril.

Pero es un conflicto en cámara lenta. En el gabinete de Vidal creen que se trata de una señal de debilidad. «Tenemos la pelota debajo de la suela», se ufanan. Suponen que los gremios no encuentran un plafond social que les permita endurecerse. Interpretan los destemplados modales con los cuales sectores de izquierda de Suteba le pidieron que declare el paro a Roberto Baradel tras la última reunión de paritarias como una prueba indirecta de su lectura de la coyuntura.

Según parece, la gobernadora comparte el diagnóstico: nada indica que piense en moverse del 15%. «Vamos a ir por el lado de la sumas adicionadas, como el plus por presentismo o el de formación, que son formas de mejorarles el número sin decirlo», se esperanza un alto funcionario. Pero los gremios ya dejaron en claro que eso no destrabará las cosas. Vidal, por eso, piensa en liquidar de forma unilateral la parte de su propuesta inicial que, de haber sido aceptada, ya se hubiese pagado.

La intención política es clara: emitir una señal a la porción de los docentes –variables según de qué lado del conflicto se ubique la fuente que la estime- que no se pliega a los paros. Pero todo el plan puede ser peligroso para la Gobernadora: con una inflación que parece lejos de estar dominada, las condiciones para que la negociación se salga de madre están siempre latentes. Y si eso ocurre, el humor social al que apela Vidal como un respaldo a su favor puede volverse volátil.

Mientras, la gobernadora se esperanza con que junio sea el mes en que terminen las malas noticias. Eso, por un motivo concreto: según le explicaron desde el equipo económico, allí se agota lo más duro del aumento de tarifas. Confía en que eso refuerce una tendencia de reciente registro en algunas encuestas: la caída de la imagen de Mauricio Macri que arrancó con la reforma jubilatoria de diciembre parece haberse detenido.

Pero otro es el dato importante que marcaron esos trabajos: ninguna figura opositora se ha beneficiado de esa merma. O en todo caso, lo hizo de modo acotado Cristina Fernández de Kirchner, lo que lejos de preocupar al oficailismo, anima a los analistas del oficialismo Otra vez con notable optimismo, lo anudan con otro: el desdoblamiento de las elecciones con que amagan varios gobernadores peronistas. El candidato de ese sector, concluyen, quedará librado a su suerte. Y la unidad, por añadidura, es dudosa.

Sin embargo, en la provincia, algunas señales de esta semana fueron en sentido de una gran entente peronista. En la cámara de Diputados, todas las tribus de ese origen se unieron para aprobar una ley que bloquea el desembarco de la cadena Farmacity en suelo bonaerense. Es un paso. Modesto, pero un paso, se esperanzaron allí. Cambiemos hace otra lectura: «Los dejamos hacer para que nos den los votos para renovar las emergencias (en Infraestructura y Administrativa) y porque eso se traba en el Senado», dicen. Habrá que ver. Pero puede que ambos bandos hayan obtenido algo que querían.

La otra señal la dieron Sergio Massa y Florencio Randazzo, que parecen dispuestos a avanzar en el acuerdo que no pudo ser antes de las PASO del año pasado, en las que les fue mal a los dos. Por eso, llegan algo devaluados. Aunque tal vez eso ayude a la unidad. Por ahora, arman entre ellos. Pero no dirán, como otras veces, que Cristina Kirchner tiene las puertas cerradas. (DIB)

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